1. Perfume Krasnaya Moskva
La historia del perfume favorito de generaciones de mujeres soviéticas, producido por la fábrica moscovita Nóvaia Zaria desde 1925, se ha convertido durante mucho tiempo en materia de leyenda.
Según una teoría, Krasnaya Moskva (Moscú Rojo) era una variación del perfume Bouquet de l'impératrice (Ramo de la Emperatriz), que el propietario de una fábrica de jabones, barras de labios y perfumes, Henri Brocard, regaló a la esposa de Nicolás II, la emperatriz Alexandra Fiódorovna, en 1913.
Otros creen que los perfumistas soviéticos intentaban replicar el icónico perfume francés Chanel nº 5, mientras que otros están convencidos de que Krasnaya Moskva era una copia de L'Origan de François Coty, lanzado por primera vez en 1905.
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Según otra leyenda, la creación de Krasnaya Moskva fue supervisada por la esposa del ministro de Asuntos Exteriores soviético Viacheslav Mólotov, Polina Zhemchuzhina, sin embargo, tampoco hay pruebas documentales que corroboren esta u otras leyendas.
La fábrica no quiere revelar la fórmula completa del perfume, pero un número de 1973 de la revista Chemistry and Life lo describía de la siguiente manera: “Una fragancia delicada, cálida y noble con un toque de azahar”. A 5 rublos el frasco, el perfume era bastante caro. Ese dinero era suficiente para pagar las facturas mensuales de una familia, pero aun así las mujeres hacían cola para conseguir un frasco de Krasnaya Moskva.
Al acercarse la década de 1990, el interés por el perfume disminuyó y Krasnaya Moskva empezó a verse como algo anticuado. En 2004, la fábrica se fusionó con perfumistas franceses en un proyecto conjunto llamado Novaya Zarya - Nouvelle Etoile. Siguió vendiendo Krasnaya Moskva e incluso desveló algunos de los elementos de esa fragancia: desde bergamota y neroli con pomelo hasta jazmín, rosas y una estela de iris, vainilla, ámbar gris y habas.
Los compradores actuales suelen quejarse de que la moderna Krasnaya Moskva apenas tiene nada en común con su predecesora de la era soviética, pero el lado positivo es que se vende a un precio atractivamente asequible de sólo 713 rublos (9,6 dólares) por un frasco de 42 ml.
2. Zapatillas “Dva Miacha”
Las duraderas y cómodas zapatillas de gimnasia blancas con un diseño atrevido para su época, un logotipo y un dibujo en la suela y una puntera acanalada aparecieron por primera vez en la URSS en 1965. Todo el mundo las llevaba, desde Yuri Gagarin y Viktor Tsoi hasta el lobo del dibujo animado más popular del país. Estas zapatillas de gimnasia eran especialmente populares entre los jóvenes, a pesar de su precio bastante elevado, 4 rublos, en una época en la que otras zapatillas deportivas costaban 1,25 rublos el par.
Hacia los años 90, el interés de los clientes cambió a las deportivas. Además, tras el colapso de la URSS, el mercado ruso se abrió a los productos fabricados en el extranjero, que tenían mucha más demanda que sus equivalentes de producción nacional.
En 2016, un graduado de la Facultad de Administración de la Escuela Superior de Economía, Evgueni Raikov, revivió la marca Dva Miacha y comenzó a vender zapatillas de gimnasia fabricadas con la misma tecnología y normas de calidad GOST. La única diferencia es la mayor variedad de colores y las modernas plantillas anatómicas, así como el precio, que empieza en 4.200 rublos (unos 57 dólares) por par.
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3. Cámaras Zenit
Una imagen cálida y granulada con un poco de desenfoque: estas son las características que hacen que las cámaras Zenit sigan gustando a los fotógrafos aficionados modernos, especialmente en combinación con los objetivos Helios soviéticos.
Estas cámaras empezaron a producirse en la Planta Mecánica de Krasnogorsk en 1952. Se fabricaron diferentes modelos de equipos fotográficos hasta la década de 1990. Dependiendo de su configuración, una cámara Zenit podía costar de 90 a 300 rublos (es decir, el salario mensual de una persona soviética o varios salarios), por lo que se consideraba un lujo.
En 2019, la planta comenzó a producir una versión digital sin espejo de la cámara soviética Zenit M. Junto con un objetivo Zenitar 1/35, cuesta 470.000 rublos (6.300 dólares), por lo que probablemente no es de extrañar que el modelo moderno sea popular solo entre los más adinerados de la estética soviética. Todos los demás compran las viejas cámaras soviéticas en los sitios de anuncios clasificados; afortunadamente, allí el precio de las cámaras y objetivos legendarios rara vez supera los 5.000 rublos (67 dólares).
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4. Chocolate Alienka
A principios de la década de 1960, el gobierno soviético adoptó un nuevo programa alimentario, según el cual la URSS debía empezar a producir chocolate con leche a precios asequibles. La receta fue desarrollada por los confiteros de la fábrica moscovita Octubre Rojo.
En los primeros envoltorios, Alionka llevaba un pañuelo azul en la cabeza y a veces sostenía un perro o un conejo. La fábrica quería que el cuadro “Alyonushka” del artista Viktor Vasnetsov apareciera en el envoltorio, pero una comisión especial de la industria rechazó la idea. Entonces la dirección de la fábrica convocó un concurso, y la foto del periodista Alexánder Guerinas, que había fotografiado a su hija Lena, de ocho meses, con un pañuelo de seda, fue la ganadora. La simpática niña que aparecía en el envoltorio, unida a un atractivo precio de 80 kopeks (más barato que un bote de mayonesa en aquella época) hizo que el chocolate se popularizara rápidamente en toda la Unión Soviética.
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El chocolate se producía en varias fábricas de la URSS, como Rot Front y Babaeski, pero tras la caída de la Unión Soviética, la marca pasó a ser Octubre Rojo.
En la actualidad, Alienka cuenta con una cadena de tiendas de la marca que, además del clásico chocolate y sus variantes, venden otros productos elaborados por Octubre Rojo y otros confiteros.
5. Reloj Pobeda
“Mientras este reloj siga funcionando, viviré, madre”, dijo el poeta y veterano de guerra Serguéi Orlov sobre un reloj mecánico Pobeda de esfera redonda que le regaló su madre en 1946. Por cierto, el reloj le sirvió durante más de 30 años, hasta su misma muerte: Orlov sufrió un infarto y el reloj se rompió al caer.
La producción del reloj Pobeda (Victoria) se inició en una planta de Penza en 1945, en conmemoración de la victoria en la Gran Guerra Patria. El primer lote constaba de 10.000 piezas. Cada reloj costaba 475 rublos, cifra superior al salario medio mensual de la época.
En los años 50, los relojes Pobeda se producían en la Segunda Fábrica de Relojes de Moscú, así como en las fábricas de relojes de Petrodvorets y Kuibyshev. A medida que la producción aumentaba, el precio bajaba: en 1956, el modelo clásico de un reloj Pobeda costaba 342 rublos. Luego, los relojes Pobeda empezaron a expedirse para uso oficial. Además, se produjeron 17 variantes de este modelo para su exportación a China y otros países.
La trayectoria futura de Pobeda fue la misma que la de muchas otras marcas soviéticas: a principios de los años 90, cuando empezaron a aparecer en el mercado relojes extranjeros, perdió en la competencia con ellos.
En 2014, la fábrica de relojes Petrodvorets reactivó la producción de relojes Pobeda, solo que esta vez ya no son mecánicos, sino de cuarzo. Los precios van de 7.000 a 23.000 rublos (de 100 a 309 dólares). La gama de modelos incluye la versión clásica, así como un reloj rosa para mujeres y una edición limitada llamada Crimea 2014 que conmemora el año en que Crimea pasó a formar parte de Rusia.
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6. Queso fundido Druzhba
El queso fundido Druzhba era un ingrediente ideal para muchas recetas populares entre las amas de casa soviéticas y un aperitivo perfecto para acompañar al alcohol. Desde 1963 lo producía la fábrica de queso fundido Nº1 de Moscú. Este queso fundido, suave y sabroso, solo costaba 23 kopeks, por lo que rápidamente se convirtió en el favorito de los clientes soviéticos.
En la década de 1990, la planta fue adquirida por la fábrica de productos lácteos Ostankino, pero en 1996 había entrado en declive y se habló de cerrarla. Entonces la compró Vladímir Korsun, antiguo ingeniero de la asociación de producción soviética Moloko, que había inventado Druzhba en primer lugar. La fábrica pasó a llamarse Karat y sigue produciendo una gran variedad de quesos fundidos, que pueden encontrarse en cualquier supermercado de Rusia.
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7. Pastel Ptichie Moloko
La receta de este delicado pastel suflé cubierto de chocolate glaseado, que era quizás el postre más popular en cualquier ocasión festiva en la URSS, fue inventada en 1978 por el chef del restaurante Praga de la calle Arbat, en el centro de Moscú, Vladímir Guralnik. Cuatro años más tarde, recibió una patente por su creación culinaria.
Ptichie Moloko, que se traduce como leche de pájaro, se producía en lotes de 2.000 pasteles al día y se vendía en cajas con la imagen del pájaro de fuego. Según Guralnik, una vez se hizo un pastel Ptichie Moloko de 15 kg, para el cumpleaños del líder soviético Leonid Brezhnev.
“No sé si le gustó la tarta, pero era todo lo que podía comer con su dentadura postiza que se le caía constantemente”, cita la revista Dilettant a Guralnik.
En la actualidad, el pastel Ptichie Moloko es una marca rusa, producida por diferentes empresas, pero con una gran cantidad de conservantes añadidos.
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8. Vodka Stolichnaya
Las letras doradas sobre un fondo con el edificio del famoso hotel Moskva en el centro de Moscú (actualmente un hotel Four Seasons) son conocidas en todo el mundo. Se pueden ver en una botella en manos de Billy Bob Thornton en Bad Santa, Charlie Sheen en Two and a Half Men y en otras películas de Hollywood. Entre 1973 y 1981, este vodka se vendió en EE UU, con entregas establecidas por la corporación PepsiCo y ventas que alcanzaron un total de 25 millones de dólares.
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La receta y la marca de este famoso vodka se desarrollaron en 1938. Se embotelló por primera vez en 1941 en la asediada Leningrado, pero su producción en masa comenzó sólo dos años después, en 1943. Stolichnaya se consideraba un vodka de alta gama debido a su precio de 3 rublos, que era 30-50 kopeks más que el de sus competidores.
En los años 70, el vodka era popular en EE UU, e incluso tenía su propio eslogan de marketing: “¡Sólo el vodka de Rusia es auténtico vodka!” También fue entonces cuando el vodka Stolichnaya encabezó una prestigiosa clasificación de las marcas de alcohol del mundo -100 International Top Spirits Brands-, dice el sitio web Soyuzplodoimport.
En los años 90, la asociación de comercio exterior Soyuzplodoimport, que había producido Stolichnaya durante décadas, perdió su derecho a la marca tras la constitución de la empresa. Durante varios años, el vodka del mismo nombre podía ser producido por cualquiera. En 1997, una empresa privada del mismo nombre compró los derechos de la marca y los vendió a su otra entidad jurídica, Spirits International de los Países Bajos. Durante 20 años, la marca Stolichnaya perteneció a una empresa privada internacional.
En 2018, la venta de los derechos de la marca fue declarada ilegal, y el Estado transfirió Stolichnaya a la nueva empresa estatal federal (FKP) Soyuzplodoimport, que controla la producción de este vodka y su calidad tanto dentro como fuera de Rusia.
9. Traje Bolshevichka
La fábrica soviética Bolshevichka confecciona desde 1929 sus características chaquetas, pantalones y abrigos con tejidos de fácil cuidado. Durante la Gran Guerra Patria, fabricó abrigos para los soldados del Ejército Rojo, y en 1945 confeccionó uniformes para los participantes en el Desfile de la Victoria.
En los años 70, había sastrerías Bolshevichka en la mayoría de los grandes almacenes de Moscú, y fue esta fábrica la que confeccionó los uniformes del equipo olímpico soviético en las Olimpiadas de 1980.
A partir de los años 80, Bolshevichka empezó a trabajar con empresas extranjeras de Francia e Italia, y en los 90 abrió su propia cadena de tiendas.
En la actualidad, la marca sigue vendiendo trajes de hombre a precios bastante razonables: desde 20.000 rublos (268 dólares).
10. Motocicletas Ural
Estas motos brillantes con sidecar, que cuentan con celebridades como Brad Pitt y Steven Tyler entre sus fans, se producen en la planta de Irbit desde 1941. Al principio, el modelo estaba destinado a los militares, pero luego comenzó a producirse también para los civiles, y se fabricó hasta la década de 1990.
Tras el colapso de la Unión Soviética, la planta quebró, pero en 2006 los nuevos propietarios reactivaron la producción, comprando algunos de los componentes en el extranjero, y ese mismo año produjeron 1.755 motos. Todas ellas se vendieron en el extranjero.
La producción ha disminuido de 130.000 a 1.200 motos al año, y los precios de las motos Ural comienzan en 821.000 rublos (10.800 dólares). Se venden con éxito en EE UU, Australia, Japón y otros países. Sin embargo, en Rusia, la moto Ural no es tan popular debido a su elevado precio, y también porque los fans de las Urales soviéticas originales se oponen a cualquier modificación.
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