Las “Converse” soviéticas se ponen de moda

La mayoría de los clientes son jóvenes.

La mayoría de los clientes son jóvenes.

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En la URSS todo el mundo llevaba las “Dos Bolas” (Dva Miacha). Gracias al espíritu emprendedor de un empresario moscovita, los jóvenes rusos tienen la oportunidad de adquirir estas legendarias zapatillas.

Corría el año 1957 cuando 34.000 extranjeros llegaron a Moscú para celebrar el VI Festival Internacional de Juventud, entre ellos estaba un joven colombiano llamado Gabriel García Márquez. Muchos de ellos lucían un calzado con suela de goma al que los ciudadanos soviéticos no estaban acostumbrados e inmediatamente captó su atención. La nueva moda no tardó en adaptarse y en los años 60 la URSS empezó a producir en masa un tipo de calzado muy similar. Dos décadas después, en los años 80, comenzaron a estar mal vistas pero como la moda es algo en constante cambio, pasado 30 años se han vuelto a poner de moda.

Las Converse originales

“Buscaba un producto con una imagen corporativa nacional que enfatizase la idea de nuestras buenas iniciativas y lo encontré en nuestras zapatillas de los años 70”, explica Evgueni Raikov, emprendedor moscovita que ha devuelto vida a la producción de las zapatillas “Dos Bolas”.

Aunque no sería del todo correcto afirmar que son un modelo original soviético, ya que era se realizó conjuntamente con China. Por ironías del destino la producción de Raikov también se ubica actualmente en el país asiático, único lugar donde se conservó la maquinaria necesaria. En las fábricas rusas las zapatillas se cosen con otra tecnología.

Raikov estuvo trabajando en China durante dos años en el proyecto. Aprendió la lengua y durante ese tiempo pudo recrear meticulosamente las tecnologías empleadas en la URSS. “Incluso las puntas de los cordones no son de plástico, sino metálicas, como en los viejos tiempos”, se jacta.

Los ciudadanos de la URSS se asombrarían si las vieran de nuevo de moda. Entonces costaban 4 rublos y eran un poco más que una botella de vodka. “Se veían como unas zapatillas para ir al campo, hacer deporte o dar largos paseos a pie” —cuenta la historiadora de la moda, Galina Ivánkina—. “A nadie se le habría ocurrido considerar que por llevarlas iba a seguir las tendencias”. Por entonces todo el país las llevaba: escolares, turistas, personajes de dibujos animados y hasta Yuri Gagarin.

La popularidad del modelo pasó en los 80, cuando salieron las nuevas zapatillas de deporte. La gente llevaba los nuevos modelos a las discotecas y se pavoneaba de ellas en las fiestas. Los más presumidos soñaban con unas Adidas y el calzado nacional producido en masa era visto como un producto para perdedores, personas que no tenían acceso a cosas importadas.

El renacimiento de las “Dos Bolas”

“A día de hoy forman parte del atuendo de los jóvenes” —afirma Galina Ivánkina—. En la URSS se consideraban un calzado barato y práctico y actualmente se venden por 4.000 rublos (54 euros). En la página web de la compañía se dice que son un “homenaje tanto a la herencia soviética como a la nostalgia por la calidad que una vez conquistó al mundo”. Los usuarios de la red social VKontakte  discuten acaloradamente si un trapo en un trozo de goma vale tanto dinero. Hay quien culpa directamente a Raikov por intentar rentabilizar la nostalgia soviética. A pesar de la polémica ya vendido más de mil pares de “Dos Bolas”.

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El propio responsable de este renacimiento explica que los nostálgicos de mediana edad apenas suponen el 30% de los clientes y que la mayoría son jóvenes.

“Mi tío miró las zapatillas y dijo que eran diferentes a las originales, que las suyas eran más simples y que las nuevas tenían demasiada parafernalia”, relata Artiom, un comprador. En general los que las adquieren se muestran satisfechos con la calidad y la comodidad solo hay algunas quejan sobre su apariencia.  “El diseño es un poco ‘torpe’”, se puede leer en una valoración.

El propio Raikov no opina que esto sea malo. “En la URSS había una fantástica escuela de diseño y éramos los primeros en el constructivismo” —afirma—. “Creo que deberíamos continuar con estas tradiciones”. A la pregunta de qué otra cosa le gustaría mantener de la moda soviética responde: “La moda a ser abierto, amable y la vieja ingenuidad soviética”.

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