¿Por qué el ajedrez era tan popular en la URSS? (Fotos)

Miroslav Murázov/Sputnik; Russia Beyond
La Unión Soviética era una superpotencia del ajedrez porque los soviéticos creían que el ajedrez era un arma.

A pesar de algunos estereotipos sobre los rusos que aparecen en Gambito de dama, la recién estrenada miniserie de Netflix sobre una brillante jugadora de ajedrez y su lucha contra los grandes maestros soviéticos, el argumento principal no es en absoluto exagerado. La obsesión soviética con el ajedrez era tal y como aparece.

En la imagen de abajo, que corresponde a la serie, uno de los personajes femeninos, Beth Harmon, a la sazón campeona de EE UU, camina por un parque de Moscú y ve a docenas de ancianos inclinándose sobre las tablas y pensando en sus jugadas. Podría parecer que  es otro estereotipo o una decisión creativa del director para justificar las grandes habilidades de los grandes maestros soviéticos. Ni mucho menos. Las siguientes imágenes te muestran cómo era en realidad.

'Gambito de dama'

Tal que así.

Los ajedrecistas en el Parque Gorki.

El ajedrez era el juego favorito en casi todas las familias soviéticas. Había grupos de ajedrez en las escuelas y en los Palacios de los Pioneros y, en los parques, había tableros en las mesas. Durante la noche docenas de jugadores se reunían en torno a ellas. 

'En la familia de un obrero famoso'.

Se jugaba al ajedrez en todos lados, en los patios, en los portales... incluso en las playas.

De la serie de fotos 'Alrededor de Europa en el crucero Gruziya'.

En invierno nada cambiaba, ya que las mesas pasaban a pabellones especialmente diseñados para jugar. Tenía una hegemonía absoluta sobre cualquier otro deporte. Así que no es de extrañar que los mejores jugadores de ajedrez del mundo vinieran de la URSS. Pero, ¿por qué el ajedrez?

Los marineros juegan al ajedrez. 1972.

La gran pasión rusa por el ajedrez comenzó inmediatamente después de la Revolución bolchevique de 1917. Antes no era más que la pasión de unos pocos privilegiados. Pedro I, en el siglo XVIII, cuando iba a una campaña militar no solo se llevaba su tablero de ajedrez, sino también a sus rivales. 

La Asamblea de Pedro I.

Catalina II y otros Romanov también le tenían cariño. Pero los comunistas decidieron ponerlo de moda. Todo fue gracias a Vladímir Lenin.

Dibujo 'Vladímir Lenin, Maxim Gorki y Nadezhda Krúpskaia' de Piotr Vasílyev.

“El ajedrez para las masas”, fue un eslogan auténtico, aunque no solo se trataba de pasatiempo digno de un comunista. El Comandante Supremo del Ejército Soviético, Nikolái Krilenko, hablando en el Congreso de Ajedrez de toda la Unión en 1924 anunció directamente que “consideraba el arte del ajedrez como una herramienta política”.

Los trabajadores de la Siderúrgica de Magnitogorsk juegan al ajedrez.

Esto se explica por el hecho de que el ajedrez es el único deporte que enseña a pensar estratégicamente. Una cualidad extremadamente importante para un combatiente. Por esta razón no se escatimó el dinero dedicado al ajedrez y para los jugadores profesionales estaba abierto hasta el telón de acero. Los ajedrecistas fueron los primeros atletas soviéticos a los que Stalin permitió participar en torneos internacionales a mediados de la década de 1930. Ni siquiera los jugadores de fútbol tuvieron esa oportunidad.

En las horas tranquilas.


El pico de la popularidad del ajedrez llegó durante la Guerra Fría, un momento en el que era crítico para la URSS demostrar su superioridad en todo. Especialmente, en el ámbito intelectual. En Occidente la URSS recibió el apodo de incubadora socialista del ajedrez. Bobby Fischer incluso aprendió ruso para leer libros soviéticos sobre ajedrez.

Los ajedrecistas.


Para un hombre soviético de a pie, la batalla por el título del campeón mundial de ajedrez era tan emocionante como lo es hoy una serie en streaming. Es indicativo que el interés por el ajedrez empezara a decaer con la perestroika, justo cuando disminuyó el grado de confrontación política.


Tras el colapso de la Unión Soviética, este interés casi desapareció. Muchas familias rusas todavía juegan al ajedrez y enseñan a sus hijos, pero no tiene nada que ver con aquella pasión y obsesión.

El campeón mundial de ajedrez, Tigran Petrosián (a la izquierda) durante una sesión de ajedrez simultánea con el cuerpo diplomático de Moscú. 1964.

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