¿Por qué algunos estadounidenses eligen unirse a la Iglesia ortodoxa?

Estilo de vida
EKATERINA SINÉLSCHIKOVA
De una población de 325 millones, sólo dos o tres millones de estadounidenses se identifican como pertenecientes a la Iglesia ortodoxa oriental. Muchos de ellos admiten que fueron atraídos por primera vez a la Iglesia ortodoxa rusa por ‘los olores y las campanas’, refiriéndose a sus adornos exóticos, ya sea el olor del incienso, el sonido de las campanas o incluso el amor por Dostoievski. Pero, ¿qué es lo que los hace permanecer en la Iglesia?

Hasta la edad de nueve años, Patrick Maiorca vivió en Texas, donde su padre sirvió en la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Después de jubilarse, su familia se mudó a Oklahoma. En ese momento, sólo había un par de iglesias ortodoxas allí. La mayoría de los creyentes eran bautistas y los protestantes más nuevos. “Me crié como anglicano. Después de ir a una escuela protestante local, me volví agnóstico”, recuerda Patrick.

Patrick desarrolló un interés en la Iglesia ortodoxa rusa cuando comenzó a estudiar el idioma ruso y la historia del país eslavo, junto con la historia de Roma. Al final, se enamoró de la cultura rusa. “Pero también como agnóstico sentí que la Iglesia ortodoxa era la única con un fundamento serio. El oeste fue moldeado por la caída del Imperio romano de Occidente”.

A la Iglesia ortodoxa por correo electrónico

Y esto no es todo. Muchos conversos estadounidenses buscan “algo más arraigado, más viejo, probado en el tiempo y duradero”, nos dice Robert Hegwood de Mississippi.

Se crió en el hogar de unos bautistas del sur, se convirtió en metodista a finales de su adolescencia, y poco después entró al Movimiento Carismático, donde estuvo 21 años. Robert se encontró con la ortodoxia en 1995, mientras vivía en una pequeña isla en el Pacífico Norte, Saipán (en el archipiélago de las Marianas).

“Cuando regresé a casa de vacaciones, a Mississippi, en 1995, me puse en contacto con una iglesia ortodoxa local cuyo sacerdote, para mi sorpresa, me contó que su padre había luchado en la SGM en la isla de Saipán”, recuerda. Del sacerdote, Robert recibió  varios libros y revistas sobre la Iglesia ortodoxa, incluyendo material sobre la vida de San Serafín de Sarov: “Era el tipo de cristiano que yo sólo podía esperar ser. Tendría que ser su camino o no habría camino que seguir”.

Sin embargo, cuando Robert se reunió de nuevo con el sacerdote y le dijo que quería convertirse a la Iglesia ortodoxa, el sacerdote lo escuchó con una sonrisa y le contestó: “No, todavía no es el momento adecuado para ti”.

Después de eso, Robert trató de ponerse en contacto con cualquier obispo oriental en Saipán, pero no allí había ninguno. “Finalmente me pusieron en contacto con un sacerdote de habla inglesa en Tokio. El obispo del sacerdote le dio la bendición de catequizarme por correo electrónico, durando la enseñanza más de un año. Fue más difícil que cualquier curso universitario que hubiera hecho”.

Ahora Robert se siente agradecido por aquel periodo de espera. La ortodoxia resultó ser algo mucho más compleja de lo que él pensaba: “No era nada simple, como caminar por la nave central de la iglesia en la fe bautista. Uno tenía que esforzarse para que lo tomaran en serio”.

Amantes de Putin

David Pettit, de Altadena (California) está de acuerdo con él: “Nadie se une la Iglesia ortodoxa porque una banda matutina tenga un gran guitarrista”.

Casi siempre hay una pregunta que determinará quién se quedará y quién se irá: “¿Estás aquí para ver si la Iglesia te va bien, o estás aquí para encajar en la Iglesia?”. Según David, la gente que está allí para encajar en la Iglesia se queda en ella para toda la vida. A todos los demás les parece demasiado rígida, demasiado estructurada, demasiado inflexible y demasiado intransigente. “Incluso cuando están completamente de acuerdo, algunos la dejan porque no les parece ‘suficientemente divertida’”, dice David.

Se unió a la Iglesia ortodoxa en 2007, habiendo cumplido en aquel entonces 10 años de una condena a 15 años de prisión. Antes de eso, David no creía en nada, él y sus padres eran ateos y rusófobos. El abuelo de David había diseñado impulsores de cohetes para el gobierno de Estados Unidos. “Las tres primeras generaciones de mi familia fueron y son profesional y moralmente contrarias a los habitantes del Kremlin en todos los frentes”, recuerda. Sin embargo, mientras estaba en prisión, sintió que tenía “un corazón ruso”.

“Había descubierto que Chaikovski era mi compositor favorito, no Beethoven. Solzhenitsin era mi autor favorito, no Hemingway. Tolstói, Dostoievski y Shólojov eran escritores que hablaban directamente de mi corazón. Así que el tonto curioso que había en mí se preguntó: ‘¿Cuál es la Iglesia principal en Rusia?’. Fue en la cárcel donde vio por primera vez La pasión de Cristo, después de lo cual retomó la lectura de la Biblia, comenzó a orar y tuvo una visión de la Santísima Virgen.

Cuando David fue liberado de la prisión, fue a una iglesia ortodoxa por primera vez. Se dio cuenta de que la mayoría de los asistentes eran mujeres, rusas casadas con hombres estadounidenses.

“Rusos y americanos se llevan bien en nuestra iglesia. Rara vez, o nunca, intimamos, pero nos llevamos bien”, dice. A la parroquia de Robert acuden en su mayoría conversos americanos y sus hijos (la mayoría de los cuales son ortodoxos de cuna de primera generación). También la frecuentan familias sirias, libanesas, ucranianas, armenias y rumanas. Las parroquias ortodoxas en la zona crecen lenta pero constantemente.

“Muchos conversos estadounidenses admiran a [el presidente ruso] Vladímir Putin”, dice Robert. “Y están un poco envidiosos de la dirección que está tomando Rusia como defensora de la civilización y las virtudes cristianas en la arena pública. Mientras vosotros tenéis procesiones de miles de personas siguiendo a la Santa Cruz o iconos... nosotros tenemos que soportar el extravagante y a menudo obsceno desfile de los derechos de los gais”.

Sin embargo, todo esto es un caso único del sur y suroeste conservador de

Estados Unidos. “En sus antiguas ciudades de origen de inmigrantes del noreste y el medio oeste superior la Iglesia está en grave declive. Muchos de los jóvenes se van, para no volver nunca más. Esto es probablemente debido a la mentalidad política comúnmente liberal e impía de esta región”, comenta.

“Pero todo lo que sé es que, a pesar de nuestras deficiencias, debilidad y pequeñas cifras actuales, en la región donde vivo, estamos creciendo en cifras brutas. No estoy seguro de los porcentajes”.

Pincha aquí para saber por qué los rusos son (en su mayoría) cristianos ortodoxos.