Los hijos de Vladímir el Grande, bautistas de la antigua Rus, Borís y Gleb fueron los primeros santos rusos. Nacidos no mucho antes de que Rus aceptara la ortodoxia, se criaron en la fe cristiana y cuando fueron bautizados, tomaron los nombres de Román y David. Ellos gobernaron los reinos que les había legado su padre: Bóris en Rostov, Gleb en Múrom. Cuando el Príncipe Vladímir murió, el mayor de los hermanos, Sviatopolk, se proclamó Gran Príncipe y ocupó el trono. Y aunque ni Borís ni Gleb lo reclamaron ni quisieron librar una guerra encarnizada con su hermano, Sviatopolk los temía, por lo que ordenó que los mataran. Después de su muerte, Borís y Gleb fueron canonizados en los siglos XI-XII como “portadores de la pasión” por la hazaña de resistir al mal. Fueron venerados como sanadores y muchos milagros tuvieron lugar junto a su tumba. Con el tiempo fueron percibidos como los protectores celestiales de Rusia.
2. San Juan de Kronstadt
Juan de Kronstadt fue canonizado recientemente, en 1990. Sus antepasados habían sido sacerdotes durante más de tres siglos y su vida estaba ligada a Kronstadt. Cuando era estudiante en la Academia Teológica de San Petersburgo, Juan tuvo un sueño en el que llevaba a cabo un servicio religioso en la Catedral de San Andrés de Kronstadt. Cuando se le ofreció el casarse con la hija del superior de esta catedral, aceptó de inmediato. El padre Juan se hizo famoso por sus intensos sermones y su apoyo espiritual y material al pueblo. Pronto todo el país lo conoció y la Catedral de San Andrés sería constantemente visitada por sus admiradores y por quienes esperaban un milagro. Estaba listo para escuchar a cualquiera, para ayudar a cualquiera. A menudo, las misas y otras ceremonias religiosas duraban todo el día, hasta bien entrada la noche, y el padre Juan descansaba solo unas pocas horas. Fue él quien se convirtió en fiero oponente de León Tolstói, convencido de que el escritor estaba corrompiendo la moralidad y su enseñanza distorsionaba los cimientos de la fe cristiana. El padre Juan también fue muy respetado entre los miembros de la realeza. Permaneció en Livadia, en Crimea, junto al emperador Alejandro III durante sus últimos días.
3. Sergio de Rádonezh
Los admiradores de la pintura rusa están familiarizados con su rostro: el célebre pintor Mijaíl Nésterov dedicó 15 obras al santo, incluida la Visión de la Juventud de Bartolomé.
Escogiendo una vida monástica, Sergio eventualmente se convirtió en un ermitaño y, con su hermano, estableció los primeros cimientos de la Iglesia de la Trinidad, justo al lado de su celda. Hoy la iglesia es parte del monasterio de la Trinidady San Sergio en Sérguiev Posad, cerca de Moscú. Según los relatos religiosos, hizo milagros: sanó a los enfermos y resucitó a los muertos. Se considera que la mayoría de los santos rusos de los siglos XIV-XV fueron discípulos de Sergio de Rádonezh. Sus reliquias fueron cuidadosamente preservadas y protegidas: cuando Napoleón ocupó Moscú, se escondieron monasterios lejos de la capital. Sergio de Rádonezh fue el primer santo ortodoxo al que se le permitió ser venerado en el catolicismo.
4. Xenia de San Petersburgo
La gente comenzó a hablar sobre la Beata Xenia en la década de 1840. Se considera que se convirtió en una "loca por Cristo" después de la muerte de su marido, el cantante de la corte Andréi Petrov. Ella entregó sus pertenencias a los pobres y comenzó a vagar por las calles de San Petersburgo. Repartía las limosnas que recibía y rechazaba los regalos caros. Vestía blusas y faldas rojas y verdes y afirmaba que su esposo está vivo y ella muerta. La bendición de Xenia traía suerte, por lo que era invitada a las casas privadas solo para que ella les desease buenos hijos y venturosos matrimonios. Fue canonizada en 1988. En 2017, el Museo del Hermitage hizo público el que quizás sea el único retrato de Xenia pintado durante su vida.
5. Beata Matrona de Moscú
Los milagros acompañaron a Matrona incluso antes de que ella naciera. Cuando su madre decidió que, después del nacimiento de su bebé, lo dejaría en un orfanato, un pájaro blanco ciego pero con rostro humano se le apareció en un sueño. La mujer pensó que esto era una señal divina y decidió no abandonar al bebé. La niña nació sin ojos y tenía una protuberancia en el pecho que parecía una cruz. En su niñez, Matrona estaba rodeada de santos: sus compañeros no socializaban con ella y se burlaban de ella por su ceguera, así que jugaba con íconos, confiándoles sus pensamientos. Cuando se hizo adulta, Matrona hizo viajes con sus amigos a lugares sagrados. Visitó la Catedral de San Andrés en Kronstadt, donde el padre Juan la llamó “el octavo pilar de Rusia”.
Toda su vida, Matrona recibió personas a las que aconsejó y sanó. Hay una leyenda que afirma que una vez fue visitada por Iósif Stalin. Ella murió en 1952. En 1999 fue canonizada como una santa venerada localmente. Hoy sus reliquias se guardan en el Convento del Velo Protector de Nuestra Señora de Moscú. Todos los días la visitan personas que buscan su ayuda, protección y curación.
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