La historia del Hermitage

Ria Novosti
Solo por este museo ya vale la pena visitar Rusia, afirman en TripAdvisor. Desde hace años se considera que es el mejor museo de Europa y uno de los tres mejores museos del mundo.

Se considera que la fecha de fundación del mítico Hermitage es 1764, cuando la emperatriz Catalina II compró una colección de arte al comerciante berlinés Johann Ernest Gotzkowski. Junto al Palacio de Invierno se comenzó a construir un pequeño pabellón, el Pequeño Hermitage, donde Catalina II organizaba pequeñas veladas para personas cercanas.
Como muchos de los tesoros artísticos del mundo (el Louvre, el Museo del Prado, la Galería Uffizi) el Hermitage nació como una colección privada de la dinastía reinante.

Catalina II, nacida como Sofía Federica Augusta von Anhalt-Zerbst, hija de un príncipe alemán, era una mujer muy culta e interesada por las ideas de la Ilustración. Mantenía correspondencia con Voltaire y Diderot y no escatimaba fondos para crearse una imagen de gobernante ilustrada. Esta imagen era especialmente importante para ella, ya que había llegado al trono gracias a un golpe de Estado derrocando a su propio marido, Pedro III.

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Johann Ernest Gotzkowski reunió su colección para el rey de Prusia Federico II el Grande, hasta que la Guerra de los Siete Años vació las arcas del Estado y obligó al monarca a desistir de la compra. Entonces Gotzkowski, que tenía obligaciones económicas ante el gobierno ruso, ofreció a la victoriosa Rusia adquirir la colección a cambio de perdonarle la deuda. Este magnánimo gesto daba a Catalina II la posibilidad de dañar el orgullo del enemigo y de alardear del estado económico de su país, que en realidad se encontraba en un estado similar al de Prusia.

Gotzkowski no era demasiado entendido en arte y la colección era bastante heterogénea. Sin embargo, entre aquellas 225 pinturas había verdaderas obras maestras, como el “Retrato de hombre con guante”, de Frans Hals, o “Los holgazanes” de Jan Steen.

La colección se amplia

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Poco después llegó una auténtica avalancha de compras. Los agentes de Catalina II y los emisarios rusos en países europeos reunían las mejores obras disponibles de los antiguos maestros y hacían nuevos encargos a los artistas contemporáneos. Rusia compró la colección del conde Heinrich von Brühl, ministro de la corte de Sajonia, la colección parisina del conde Baudouin y la colección del primer ministro británico, sir Robert Walpole.

Fueron cientos de obras, entre las que había obras maestras de renombrados autores. Una de las adquisiciones más valiosas fueron las pinturas pertenecientes al barón Crozat, un banquero y amante del arte que vendió sus obras en 1772 en París gracias a la mediación de Denis Diderot.

El Hermitage recibió entonces la “Sagrada Familia con san José imberbe” de Rafael, “Judith” de Giorgione, las “Dánae” de Tiziano y de Rembrandt, la “Lamentación sobre Cristo muerto” de Veronese, el “Baco” y el “Retrato de una camarera de la infanta Isabel” de Rubens, así como cinco retratos y un autorretrato de van Dyck.

Cuando murió Catalina la Grande y se realizó el inventario de la colección, solo las obras pictóricas sumaban 3.996 unidades.

Los herederos de Catalina II continuaron ampliando la colección artística. Entre las compras más considerables del siglo XIX se encontraban el “Joven tocando el laúd” de Caravaggio, la colección de Josefina de Beauharnais del castillo de Malmaison, cinco obras de Tiziano del palacio Barbarigo en Venecia, la “Madonna Litta” de Milán y otra Madonna, esta de Rafael, adquirida al conde Connestabile pese a la indignación de los italianos, cuyo gobierno no fue capaz de comprar la obra.

El Hermitage se convirtió en un museo público en 1852, durante el gobierno de Nicolás I, que construyó un edificio junto al Palacio de Invierno, el Nuevo Hermitage, con atlantes de granito en el pórtico. No obstante, en aquella época para visitar el museo era necesario obtener un permiso especial en la cancillería de palacio.

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Justo después de la Revolución de 1917, el Palacio de Invierno y el Hermitage fueron declarados museos estatales. A la colección se añadieron muchas obras requisadas a aristócratas rusos. La venta de obras maestras empobreció notablemente el museo. El joven país de los soviets necesitaba dinero y comunicaciones, por lo que entre 1928 y 1933 una comisión especial enviaba objetos de exposición del Hermitage a las subastas europeas y el Comisariado de Comercio Exterior regaló algunos de ellos a políticos y empresarios extranjeros.

Entre los miles de objetos de exposición vendidos se encontraban 48 obras maestras de van Dyck, Botticelli, Rafael, Perugino, Veronese, Velázquez, etc. Más tarde, el ministro de Finanzas de EE UU Andrew Mellon regaló 21 de estas pinturas a la Galería Nacional de Washington.

En 1948 en Moscú se desmanteló el Museo de Nuevo Arte Occidental, compuesto por colecciones de los mayores coleccionistas prerrevolucionarios, Serguéi Schukin e Iván Morózov, y su colección de impresionistas y postimpresionistas se repartió entre el Museo Pushkin de Bellas Artes y el Hermitage. Así llegaron a San Petersburgo “La habitación roja” y “La danza” de Matisse, las “Tres mujeres” de Picasso y otras obras de gran relevancia.

Desde 2007en el museo se lleva a cabo el proyecto “Hermitage 20/21”, en el que se exponen y se compran obras de pintores actuales. Como sucede con las exposiciones análogas en Versalles, estos eventos levantan en cada ocasión oleadas de críticas e indignación por parte de los conservadores. Durante este tiempo en el Hermitage han expuesto los hermanos Chapman, Antony Gormley, Anish Kapoor y Annie Leibovitz. Actualmente, hasta el 9 de abril de 2017, el museo alberga la exposición de Jan Fabre “Caballero de la desesperación/Guerrero de la belleza”.

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