La Catedral cumple 455 años.
Panthermedia / Vostock-photoLa iglesia de la Plaza Roja se construyó en 1555-1561 por orden del zar Iván el Terrible en conmemoración de la victoria sobre el kanato de Kazán, que tuvo lugar el día de la Protección de la Madre de Dios.
Llamaron a la iglesia “catedral de la Intercesión de la Virgen junto al foso”, en referencia a su ubicación junto al foso el que sirvió de defensa del Kremlin hasta 1813.
Cuatro de los ocho altares laterales del templo recibieron su nombre en honor a las fiestas religiosas que coincidieron con los principales acontecimientos de la campaña contra Kazán. También hay otro bautizado en honor a la Trinidad, pues según algunos mantienen, durante la Edad Media aquí se erigía la iglesia de la Trinidad.
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Hay una versión que afirma que el templo simboliza Nueva Jerusalén, cuyas paredes están decoradas con piedras preciosas. Otros dicen que los arquitectos intentaron reconstruir la iglesia de San María de las Blanquernas de Constantinopla, donde tuvo lugar el milagro del manto de la Virgen, cuando cubrió con su manto todo el mundo cristiano durante una batalla contra los musulmanes.
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En la base del que sería un único templo se construyeron originalmente nueve pequeñas iglesias interconectadas a través de galerías y pasadizos. En el siglo XVI este lugar se utilizaba para conservar el tesoro del zar y los ahorros de los habitantes más pudientes de la ciudad. El acabado exterior de la catedral se realizó de mampostería.
Cada época dejaba su huella en la apariencia arquitectónica de la catedral. Tras el incendio de 1595, se coronó con refinadas cúpulas que se pintaron de diferentes colores en el siglo XVIII. A finales del siglo XVII se insertó el friso que rodeaba al edificio y que existió hasta finales del siglo XVIII, y relataba la historia del templo. En el año 1817, durante la restauración de la Plaza Roja, el arquitecto Osip Bove fortaleció el muro de contención de la catedral con piedra y levantó una valla de hierro fundido.
William Brumfield
El santo moscovita Basilio poseía la virtud de ver el futuro y previó el incendio de 1547, tras el cual quedó destruido casi un tercio de Moscú. Casi toda su vida se sometió a privaciones. Iba siempre sin ropa ni calzado, independientemente del tiempo que hiciera y tampoco tenía techo. Cuando falleció, el arzobispo Makari le dedicó una misa y fue el propio Iván el Terrible quien llevó el ataúd junto a los boyardos.
Tras la canonización de Basilio en 1588, se añadió la décima iglesia a la catedral, adonde se trasladaron sus reliquias. Así fue como todo el conjunto recibió el nombre del santo.
William Brumfield
Existen varias versiones sobre quién es el autor del conjunto arquitectónico. La más extendida cuenta que fueron los maestros Barma y Postnik. Según la leyenda, Iván el Terrible ordenó cegar a los arquitectos responsables de tal belleza arquitectónica para que no pudiesen repetir el proyecto ni tampoco hacer uno que fuese mejor. No obstante, es muy posible que sea una leyenda inventada, pues tiempo después Postnik levantó la catedral de la Anunciación, así como los muros y torres del Kremlin de Kazán.
Existe otra versión que afirma que el templo fue construido por un maestro italiano que trabajó en el Kremlin moscovita.
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En 1812, cuando el ejército francés estaba abandonando Moscú, quería hacer volar la catedral de San Basilio, pero no les dio tiempo. A finales de los años 20, se decidió derribar el templo, pues al joven poder soviético le molestaba “un edificio de culto” en el mismo centro de la ciudad. El arquitecto y restaurador Piotr Baranovski defendió el edificio y llegó incluso a enviar un telegrama a Stalin. Como consecuencia se detuvo el derribo, pero Piotr sufrió la represión por ser “antisoviética”.
El campanario de la catedral sigue funcionando a día de hoy, pero solo ha llegado a nuestros días una de las construidas en el siglo XVI. En 1929 los soviéticos propusieron fundir las campanas de bronce y, como dice el campanero Alexéi Konovalov, solo una tuvo la suerte de salvarse: “A día de hoy continúa recordándonos los sonidos del siglo XVI”.
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El templo se convirtió en uno de los primeros en pasar a manos del poder de la Rusia soviética. En 1923 en este lugar se abrió un museo de historia y arquitectura, y en 1929 se convirtió en filial del museo Estatal de Historia. A principios de los 90, se reanudaron los servicios religiosos del templo, así como en el altar lateral de San Basilio. En 1990 el edificio pasó a formar parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
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