Recientemente, una celebración del Día de los Muertos mexicano fue prohibida en la Plaza Roja de Moscú por razones que todavía no están claras. Se había previsto que la celebración, con actores disfrazados de personajes del folclore mexicano, comenzara en Gostini Dvor [un edificio no muy lejos del Kremlin] y luego se dirigiera hacia la Plaza Roja. Los empleados de Gostini Dvor les dijeron que había una orden del Servicio de Seguridad del Kremlin de no moverse.
Pero, ¿por qué? ¿A quién podría ofender este colorido evento, que está incluido en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco? ¿Quizás a la momia de Vladímir Lenin en el mausoleo? ¿O a los “residentes” de la necrópolis de la muralla del Kremlin, Gorki y Gagarin entre ellos? La respuesta es probablemente la siguiente: los rusos todavía no están preparados para aceptar la muerte como un evento diario, como un acontecimiento común. Aunque antes si lo hacían.
La mayoría de la gente del campo (incluso la no religiosa), así como la gente religiosa (incluso de pueblos y ciudades) tienen una actitud muy seria hacia la muerte, considerándola parte de la vida.
En las décadas de 1920 y 1930, el crematorio del cementerio de Donskoie era muy popular entre los moscovitas, y se organizaban visitas guiadas durante las cuales la gente observaba cómo se incineraban los cadáveres. ¡¿Pero cómo podían ver esto?! ¡Es horrible!
Para ellos, sin embargo, no lo era. La muerte en la sociedad tradicional rusa (todavía en las primeras décadas del siglo XX) era el pan nuestro de cada día. Las altas tasas de mortalidad, tanto de niños como de adultos, se debían a un bajo nivel de atención sanitaria, las epidemias y la delincuencia. Cada aldeano había asistido a un funeral muchas veces, teniendo numerosos amigos y parientes fallecidos. Sabían cómo aliviar el dolor, y muchas personas en el campo todavía lo hacen.
“En un pueblo, te acercas a un hombre y le dices: ‘Lo tengo todo controlado. Déjame cocinar avena para el velatorio. ¿Qué, la avena de mijo ya está cocida? Entonces haré el trigo sarraceno’. Y eso es suficiente, porque es el comienzo de la comunicación”, dice Anna Sokolova, antropóloga rusa especializada en estudios sobre la muerte.
Ella nos explica que la mayoría de los rusos todavía se desempeñan mal cuando hablan de la muerte. Si el amigo o pariente cercano de una persona muere, esta será reacia a hablar de ello en el trabajo. Se mantiene oculto y eso es muy malo, porque la comunicación sobre la muerte es psicoterapia.
Del mismo modo, los preparativos para el velatorio, así como la preparación de las comidas funerarias y el duelo, también forman parte del proceso.
“La gente de las aldeas y pueblos sabe cómo indicar el duelo: un tocado oscuro o un brazalete. Marcan una cierta forma de comunicación que debe ser utilizada”.
A lo largo del siglo XX, Rusia sufrió muchos acontecimientos trágicos que produjeron muertes a gran escala: la Primera Guerra Mundial, la guerra civil, las hambrunas, las purgas de la década de 1930 y la Segunda Guerra Mundial; y luego, a finales de siglo, la guerra de Afganistán y dos guerras chechenas.
No sólo todo esto, sino que durante la época soviética muchas personas fueron reubicadas, perdieron a sus padres y parientes, y vieron reprimidas sus identidades étnicas y culturas nacionales.
“Muchos de nosotros no sabemos cómo organizar adecuadamente un banquete fúnebre, cómo tratar el dolor y el luto, porque no vimos cómo lo hicieron nuestros padres y abuelos”, dice Serguéi Mójov, antropólogo ruso y editor de la revista Arqueología de la muerte rusa. “Desgarrados de las rutinas de la vida diaria, la muerte y los cementerios se convirtieron en un tabú”.
“La cultura soviética era la de evadir la muerte, la de primar la juventud y la inmortalidad”, explica Sokolova. Los héroes soviéticos, empezando por Lenin, fueron “inmortalizados en la memoria del pueblo”, como solía decir la propaganda oficial. Era crucial desviar la atención de la gente de las purgas masivas y las muertes en la guerra, para aliviar así el dolor tratando de ignorarlo.
Los rituales también empezaron a desaparecer porque no había suficiente tiempo para ellos. Desde principios de la década de 1930 hasta 1967, los rusos trabajaron seis días a la semana, en parte porque el estado quería borrar viejos rituales y hábitos en los que la población invertía mucho tiempo, tiempo que podía ser empleado para trabajar y servir al Estado. Stalin no quería que los rusos lloraran a sus muertos durante dos semanas, como solían hacerlo, sino que levantasen el país de las cenizas de la guerra.
Mientras tanto, la población crecía, y eso significaba más funerales. En la URSS, como en todo el mundo, los depósitos de cadáveres, los hospitales y los asilos de ancianos asumieron funciones que antes eran desempeñadas por los familiares.
“Se perdió el contacto con el cadáver. Ya no sabemos lo que es la verdadera muerte. Si un hombre muere, llamamos a una ambulancia, la policía viene con ella y el agente funerario les sigue. El cuerpo se lo llevan y la próxima vez que lo veamos está en el ataúd”, dice Sokolova. “Estamos repudiando la muerte... Los rituales ayudaban a reconocer que la muerte es algo real. Durante tres días, el ataúd estaba en tu casa, parientes y amigos venían a mostrar su respeto, y había comunicación”.
“Los psicólogos dicen ahora que los parientes entierran a sus muertos, pero sólo después de dos semanas se dan cuenta, de repente, de que la persona querida fallecida realmente se ha ido”, añade Mójov.
Sólo en comunidades cerradas, como la de los viejos creyentes, han sobrevivido los viejos hábitos. Sokolova habla de un grupo de viejos creyentes de una aldea que se reunieron con un agente funerario portando sus escopetas y le dijeron: “Nuestro difunto está perfectamente cómodo en casa”. No resulta extraño descubrir que el cuerpo no fue llevado a la morgue.
Pero, ¿cómo abordan esta cuestión todos los demás, los urbanitas no religiosos o los que no tienen la edad suficiente para recordar las viejas costumbres?
Sí, los rusos contemporáneos necesitan apoyo después de la muerte de sus amigos y parientes cercanos. Y buscan nuevas formas de lidiar con este hecho y aceptarlo.
Poco a poco, los cementerios están siendo redescubiertos por la población urbana. Los cementerios históricos están llenos de visitas guiadas en los que la gente estudia la historia y la arquitectura con lápidas, criptas y mausoleos. Algunos cementerios son como parques para los lugareños: mamás con niños pequeños, parejas y caminantes solitarios. La infraestructura cambia lentamente, pero los cementerios están siendo equipados con bancos de parque, senderos para caminar y mapas en los que aparecen marcadas las tumbas más importantes.
La mayoría de los ancianos rusos ahorran dinero, pero no para viajar a Europa o comprar una dacha. Ahorran para su funeral, como la gente hacía en los viejos tiempos. Hoy, sin embargo, cuando el entierro en la iglesia no es obligatorio, el proceso de ahorro es una forma de garantizarse el descanso eterno.
“La gente piensa que si encargan y colocan una lápida y supervisan su funeral de antemano, entonces todo estará bien y aceptarán la muerte de manera digna”, señaló Serguéi Mójov.
“Recientemente, leí un artículo sobre un oncólogo que escribirá en un blog sobre su proceso de muerte. Le quedan de 3 a 7 años. Hace 15 años, eso habría sido impensable: podía escribir en su blog, pero ni un solo periódico publicaría un artículo [sobre el tema]”, dice Sokolova. Por lo tanto, las cosas están cambiando para mejor, si se puede decir así.
La gente también utiliza activamente Internet, y esto sirve como renacimiento del duelo colectivo, como ocurría en las aldeas de la Rusia imperial. Ahora, las páginas de Facebook o Vkontakte se convierten en monumentos a los difuntos, y esto es realmente útil en las grandes ciudades.
Por último, cabe preguntarse qué piensa el presidente Putin de la muerte. Durante el rodaje del documental Entrevista con Putin, el presidente ruso respondió a una pregunta de Oliver Stone, que le planteó si temía un intento de asesinato.
“Nuestra gente dice: uno que está destinado a ser ahorcado, no se ahogará. Un día, algo nos pasará a cada uno de nosotros. La pregunta es qué podemos hacer en esta frágil Tierra, si podemos alcanzar placer en esta vida”.
Para más información sobre este tema, pincha aquí para leer sobre los cuatro cementerios históricos de Moscú; o aquí para leer sobre los trágicos finales de algunos escritores rusos.
La ley de derechos de autor de la Federación de Rusia prohíbe estrictamente copiar completa o parcialmente los materiales de Russia Beyond sin haber obtenido previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: