Durante los últimos años, Obama ha realizado declaraciones muy duras contra Moscú, criticando su política en Ucrania y su “apoyo al régimen del asesino” Bashar al Asad en Siria. Como respuesta, el Kremlin le ha acusado de rusofobia y de aspiraciones injustificadas al liderazgo mundial.
El presidente estadounidense Barack Obama con su homólogo ruso Dmitri Medvédev durante su encuentro en la cumbre G20 en Londres, 2009. Fuente: AP
Las relaciones entre Rusia y EE UU con Obama no siempre han sido tan malas. La victoria del 47º senador del estado de Illinois en las elecciones presidenciales de 2008 fue recibida en la Rusia presidida por Dmitri Medvédev con un optimismo contenido. Obama anunció sus planes de restablecer las relaciones con Moscú, que estaban pasando por una crisis debido a la guerra entre Rusia y Georgia por Osetia del Sur en el mes de agosto de ese año.
En aquel momento añadió más leña al fuego una cuestión muy delicada para Moscú: el posible despliegue en Polonia y la República Checa del sistema de defensa antiaérea, así como la firma de un nuevo acuerdo sobre limitación de armamento ofensivo estratégico (START).
El proceso de “reinicio” de las relaciones lanzado por Obama y Medvédev dio resultados en sus inicios. En abril de 2010, los presidentes de Rusia y EE UU firmaron el acuerdo START-III, que establecías las “reglas del juego” en los asuntos nucleares hasta 2021: los países se comprometían a reducir el número de cabezas nucleares hasta las 1550 unidades y el número de misiles hasta las 700 unidades. EE UU, según Obama, también favoreció la adhesión de Rusia en la OMC en 2012.
El primer ataque importante contra el “reinicio” fue el problema del Escudo Antimisiles en Europa, según opina Evgueni Minchenko, presidente del holding de comunicaciones Minchenko Consulting. “A pesar del éxito en la firma del acuerdo START-III, los estadounidenses anunciaron su programa para el despliegue del Escudo Antimisiles en Europa del Este, y esto supuso el principio de enfriamiento en las relaciones”, comenta el experto a RBTH. Las declaraciones de los estadounidenses asegurando que el Escudo Antimisiles estaba dirigido contra Irán y no contra Rusia, no convencieron a Moscú.
A continuación se produjo una ola de acontecimientos que fueron superponiéndose unos a otros y empeorando las relaciones entre los dos países: la “primavera árabe” y la operación de EE UU en los países europeos y en Libia (2011). “El asesinato de Gadafi produjo un estallido de furia en Rusia”, recuerda Alexéi Arbátov, presidente del programa “Problemas de la no proliferación” del centro Carnegie de Moscú. El gobierno de Rusia considera que la guerra civil en Libia y su desintegración fueron consecuencia de la política irresponsable y peligrosa de EE UU.
El siguiente hito en la degradación de las relaciones bilaterales fueron las elecciones a la Duma Estatal en 2011 y las protestas masivas que siguieron. “Durante las protestas de los años 2011-2012, el gobierno considera que los estadounidenses estaban interfiriendo profundamente en los asuntos internos de Rusia” –comenta Evgueni Minchenko. Tras el regreso de Vladímir Putin a la presidencia en 2012, las relaciones se enfriaron aún más. Arbátov señala que a partir de la segunda legislatura de Putin, Rusia rechazó por primera vez desde 1991 “la vía de desarrollo europea”. Moscú comenzó a posicionarse como un país euroasiático independiente de la opinión de Washington y de Occidente en general.
La ruptura definitiva entre EE UU y Rusia se produjo en 2014, tras la reunificación de Crimea y la guerra civil en Ucrania, opina Evgueni Minchenko. EE UU apoyó a Ucrania en su disputa territorial con Rusia e introdujo sanciones económicas para hacer frente a la “agresión rusa”. El presidente Putin declaró que el “reinicio” había fracasado mucho antes de Crimea, durante la guerra en Libia.
La crisis siria, en la que Rusia apoya al presidente Bashar al Asad y EE UU a la oposición, también ha influido negativamente en las relaciones bilaterales. La retórica agresiva alcanzó sus cotas más altas en otoño de 2016, tras el fracaso de un nuevo intento de regularizar el conflicto. “En las relaciones ruso-estadounidenses reina el espíritu de la guerra fría, con la posibilidad de que derive en Dios sabe qué”, escribía en octubre el politólogo Fiódor Lukiánov.
Por otra parte, según señalan los expertos, incluso en un periodo de malas relaciones Rusia y EE UU han demostrado su capacidad de trabajar juntos en algunas cuestiones. “Con Obama y ya en la época de Putin, hemos trabajado juntos tanto en el programa nuclear de Irán, como en el problema de las armas químicas en Siria. Pero se trata de una cooperación puntual, con fines electorales”, comenta Alexéi Arbátov-. En general, los dos países avanzan ya en direcciones opuestas”.
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