Así se protegen los rusos de los malos espíritus

Estilo de vida
ANNA SORÓKINA
Aunque Rusia se convirtió al cristianismo hace más de un milenio, algunos rituales paganos aún perduran.

Incluso después del bautismo de toda la Rus en 988, los antiguos eslavos no abandonaron totalmente a sus antiguos dioses. Siguieron estando convencidos de que ciertos rituales ayudarían a proteger su familia y hogar de los espíritus malignos, el mal de ojo, energías maligna y... el mal en general. Estas costumbres estaban tan arraigadas que muchos elementos del paganismo se mantienen hoy en día.

1. Amuletos para el dintel de la casa

En la época precristiana era una costumbre eslava enterrar a un pariente fallecido bajo el umbral del hogar para que protegiese a los miembros vivos de la familia. Creían que así se marcaba la frontera entre los mundos de los vivos y los muertos. Cuando se construía la casa, también se colocaban amuletos protectores bajo el umbral de esta. Los residentes de diferentes regiones tenían sus propios tipos de amuletos, pero la mayoría de las veces consistían algo afilado, como un cuchillo, o pequeñas piedras con símbolos protectores. También se colgaban amuletos en la parte superior del dintel: una herradura de caballo, una ramita de ajenjo, ajo, o simplemente un signo protector pintado. Se creía que los artículos colocados allí quedaban embrujados, especialmente monedas, hilos, agujas o tierra envueltos en un pañuelo. Estos objetos nunca podían ser pisados o tocados con las manos desnudas.

Muchas de las costumbres rusas que se mantienen con vida hoy en día están conectadas con el umbral de la casa: no se debe besar, hablar, dar regalos, etc. a través de una puerta abierta. Incluso estar bajo el dintel con la puerta abierta es desaconsejable, ya que puede perturbar a los espíritus.

2. Jambajes (no, no para decoración)

Si observas una casa tradicional rusa, verás que las fachadas y los marcos de las ventanas están decorados con figuras talladas. Esto no se hace por motivos estéticos. Todos los símbolos y patrones en tiempos pasados tenían un significado sagrado. Para protegerse del mal de ojo, los eslavos fijaban jambajes tallados alrededor de las ventanas de sus casas. En su parte central había un semicírculo con rayos nacientes (el sol era el principal símbolo de la vida), coronado con un caballo o un gallo. El caballo simbolizaba al dios pagano Perun, y así la casa quedaba bajo su vigilancia, mientras que el gallo se consideraba un pájaro profético, capaz de ahuyentar la oscuridad en la que residían las fuerzas del mal. Y en todas las casas siempre había cortinas en las ventanas para que el “mal de ojo” no pudiera asomarse a su interior.

Otras partes de la casa también eran decoradas con tallas en relieve, incluyendo el porche, las barandillas y el techo. En las regiones del norte de Rusia, era tradicional tallar figuras de cisnes (protectores del elemento agua), ciervos (protectores del clan), o una cabeza de caballo. A veces se podían ver serpientes fantásticas con los colmillos fuera o monstruos con cuernos (guardianes de la frontera entre los mundos de los vivos y los muertos). En las regiones del sur, no era raro que algunas fuesen decoradas con joyas, a menudo en forma de cabeza de caballo con riendas colgantes (el caballo es un símbolo clave en el folclore eslavo).

Incluso las fachadas de las casas modernas de los pueblos suelen exhibir este tipo de símbolos precristianos.

3. Hechizos sobre tela

Para ahuyentar a los espíritus malignos, se bordaban signos y patrones especiales en la ropa de la gente. El bordado seguía los contornos de la prenda, en particular los cuellos, cinturones y mangas de las camisas. Se creía que los artículos hechos a mano por parientes de sangre eran los que tenían un mayor poder.

Entre los símbolos considerados sagrados por los antiguos eslavos estaban los círculos con una cruz en su interior (un ojo de fuego, para protegerse del mal de ojo), las espirales (el símbolo del universo), una luna creciente (fertilidad) y las espigas de maíz (prosperidad). En los patrones bordados a menudo es posible discernir imágenes de dioses paganos, incluyendo a Makosha (la matrona de la casa) que sostiene un huso con el que teje su destino, Rozhanitsa (la patrona de la procreación), Svarog (el dios del fuego celestial y la herrería), y Veles (el dios de la agricultura). Los amuletos protectores en las almohadas protegen contra las pesadillas. El rojo se consideraba el color más poderoso en los bordados, y en casi todos los cuentos de hadas rusos las chicas tejen cintas escarlata y trenzas de flores con ese color.

Con el paso del tiempo, el bordado se convirtió en un simple adorno, utilizado para enfatizar el llamado estilo “ruso”. En la era soviética, por ejemplo, las delegaciones extranjeras eran a menudo recibidas con un pan redondo en un paño de cocina con bordados “comunistas”.

Los patrones textiles de protección también se aplicaron a las joyas de metal y madera de las mujeres, incluyendo colgantes, brazaletes y anillos de templo.

4. Muñecas contra el mal de ojo

Los eslavos creían que los niños recién nacidos corrían mayor riesgo de ser víctimas de espíritus malignos, por lo que los protegían no sólo con bordados, sino también fabricando el tipo más antiguo de amuleto: un muñeco guardián (en ruso: bereginia, del verbo berech que significa “proteger”) sin rostro (se creía que los espíritus malignos podían acceder al muñeco y poseerlo a través del rostro).

Estas muñecas estaban vestidas con trajes tradicionales bordados, y se les ataban trozos de hilo rojo a la cabeza. Se creía que no solo protegían bebés. Los amuletos se entregaban a los recién casados y a las mujeres embarazadas para proteger a los niños de las enfermedades y el insomnio. En lugar de rostros, a veces se les bordaban cruces como un antiguo símbolo solar.

Las muñecas sólo podían ser hechas por una mujer como continuadora de su familia. Los amuletos más poderosos eran las muñecas hechas colectivamente por parientes femeninos. Se creía que una muñeca de trapo sólo podía ser hecha con ropa usada (retenía la energía de quien la llevaba), y la tela debía ser desgarrada, no cortada.

5. La naturaleza contra las fuerzas del mal

Como muchos otros pueblos del mundo, los eslavos creían en el poder curativo de la Madre Naturaleza, y recurrían a ella para protegerse de la negatividad. La forma más fácil de evitar el mal de ojo era bañarse o lavarse con agua corriente, para que se llevara toda la mala energía. El fuego también se utilizaba para los ritos de purificación; por ejemplo, en la noche de Iván Kupala para marcar el solsticio de verano, los jóvenes saltaban sobre una hoguera para cauterizar metafóricamente todas las enfermedades del cuerpo del cuerpo.

En la antigua Rusia, la sal también se consideraba un talismán. La gente la llevaba en una bolsa con la creencia de que absorbería todo el mal. De la misma manera, el ajenjo se usaba para ahuyentar a las fuerzas malignas del hogar. Así, se colgaban ramitas de esta planta sobre puertas y ventanas. El ajenjo también (supuestamente) protegía a los viajeros y aseguraba un retorno seguro a casa.

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