Las acciones de WWF en Rusia se centran principalmente en diez especies de animales: el tigre de Amur, el leopardo de Amur y el leopardo persa, el leopardo de las nieves, el bisonte y el reno europeos, el oso polar, la morsa del Atlántico, la cabra montesa de Altái (argalí) y la saiga (el único antílope euroasiático). Sus hallazgos son claros: el siglo XX ha tenido consecuencias dramáticas sobre la biodiversidad del territorio ruso. Sin embargo, gracias a los esfuerzos realizados, en los últimos años se han observado señales prometedoras, argumenta la ONG en su web.
A principios del siglo pasado la población de tigres de Amur era de unos 1.000 ejemplares y en la década de 1940 se había reducido a 50. Sin embargo, tras los trabajos de conservación emprendidos, su número ha aumentado a 580. En cuanto al leopardo de Amur, en los años 90 tan solo había unos 30-40 felinos de esta raza en Rusia, mientras que ahora hay casi 110. Los búfalos, cuya población silvestre simplemente había desaparecido en la década de 1920, son ahora más de 1.100 ejemplares.
WWF, lejos de estar satisfecha con estos éxitos, se ha fijado también como objetivo aumentar la cantidad de renos en la península ártica de Taimir y de llegar hasta los 500.000 ejemplares (frente a los 350.000 actuales y los 900.000 de hace unas décadas) además de duplicar la población de la saiga (de 6.000 a 12.000) para 2022.
Para mantener esta tendencia, la organización hace hincapié en la importancia de las reservas naturales y en la conservación de los bosques. En este sentido, el área total de los territorios protegidos representa más de 2 millones de kilómetros cuadrados, es decir, alrededor del 12% del país. Una cifra que el Ministerio de Recursos Naturales y Ecología de Rusia pretende aumentar hasta el 17% en 2020.
Una vigilancia necesaria
Rusia alberga casi el 10% de la flora mundial y el 22% de los bosques (el 26% de los cuales son vírgenes). Las regiones más ricas desde el punto de vista biológico son el Cáucaso, las montañas siberianas del sur y la parte sur del Lejano Oriente. Sin embargo, a pesar de que Rusia ocupa el primer lugar en la clasificación de países por la superficie de tierras vírgenes (8 millones de kilómetros cuadrados), muchas especies animales están amenazadas por la actividad humana y, por lo tanto, requieren una mayor vigilancia y acciones sostenidas de conservación. La ONG advierte en particular sobre el papel de Rusia en la deforestación mundial.