10 platos rusos para llevar una dieta sana

Legion Media; Albina Bougartchev/Getty Images
La cocina rusa es conocida por su variedad de platos nutritivos y saludables, como sopas, cereales, alimentos fermentados y mucho más. He aquí algunos ejemplos de los más saludables.

1. Chucrut

Este aperitivo tradicional ruso es rico en probióticos, bacterias útiles que aparecen durante la fermentación de la col. Restablecen el equilibrio de los microorganismos en el intestino e inhiben el crecimiento de los patógenos.

La col es chucrut con diferentes aditivos. Los más populares son zanahorias, remolacha, manzanas, arándanos rojos o rojos. Para darle picante, se le añade rábano picante, pimiento picante, ajo o cebolla.

El chucrut se consume como aperitivo -al mismo nivel que los encurtidos-, incluso para el vodka (no es la opción más sana), y como guarnición de chuletas. También se utiliza para preparar sopas, ensaladas y tartas.

2. Gachas de mijo con calabaza

El mijo no contiene gluten y es apto para celíacos. Además, tiene un índice glucémico bajo, por lo que suele incluirse en la dieta de los diabéticos. Al mismo tiempo, contiene vitaminas del grupo B, fósforo, potasio, magnesio, zinc y yodo. 

Las gachas de mijo con calabaza son un plato bajo en calorías, con sólo 300 kcal por cada 100 gramos. La calabaza aporta un sabor dulce a las gachas sin necesidad de edulcorantes adicionales. Su pulpa contiene mucha vitamina C, antioxidantes y betacaroteno, que es bueno para la vista.

Servir gachas de mijo con calabaza queda especialmente espectacular. Además de mijo, puedes añadir a las gachas nueces, pasas sultanas u otros frutos secos (si no hay contraindicaciones).

3. Gachas de trigo sarraceno con setas

Las gachas de trigo sarraceno son muy nutritivas y tienen propiedades antitóxicas. Ayuda a eliminar el exceso de colesterol y de iones de metales pesados del organismo. Satura el organismo de hierro. Además, con champiñones y cebollas, resulta muy sabrosa.

4. Sopa de guisantes

La cocina rusa es rica en sopas: shchi, borsch o rassólnik, son algunas de las más populares. Cada una de ellas es buena a su manera, pero es la sopa de guisantes la que ayuda a obtener la cantidad de proteínas necesaria para el tejido muscular, y es vegetariana. 100 gramos de guisantes contienen unos 20 gramos de proteína. La sopa de guisantes se puede cocinar tanto con carne como con verduras. 

La sopa de guisantes es una fuente de minerales (potasio, magnesio, fósforo, yodo y hierro) y vitaminas B, A, C, E, PP. La fibra, que contienen los guisantes, limpia bien los intestinos y mejora el tracto gastrointestinal.

5. Zapekanka de requesón

La zapekanka conserva casi todo el calcio que contiene el requesón original. Al mismo tiempo, al pasar por el horno no causa problemas digestivos, que puede provocar el requesón fresco. Es útil para niños durante el crecimiento activo de dientes y huesos, personas de edad avanzada y madres lactantes. Pero debe excluirse de la dieta de las personas con intolerancia a la lactosa y al gluten.

En la masa de requesón para hornear se pueden añadir trozos de manzana, pasas sultanas, albaricoques, cerezas o bayas. También se puede decorar por encima con bayas frescas, miel o nata agria, espolvorear con frutos secos.

6. Manzanas asadas

A diferencia de las manzanas frescas, las manzanas asadas se digieren mejor, por lo que están recomendadas para personas con problemas gastrointestinales, así como para cualquiera que no digiera bien los alimentos vegetales con mucha fibra.

La pectina de las manzanas asadas mejora el tracto digestivo y elimina toxinas, lo que tiene un efecto positivo en todo el organismo y en la calidad de la piel. Además, tiene un efecto beneficioso sobre el sistema cardiovascular.

Las manzanas se asan con miel, frutos secos, requesón o solas. Con todos sus beneficios, no se deben comer más de dos manzanas asadas al día.

7. Vinegret

La vinegret es una ensalada de verduras hervidas que se puede tomar en cualquier momento del año. La mayoría de las veces se compone de remolacha, pepinillos, patatas, zanahorias, guisantes, cebollas, aceite vegetal, sal y pimienta. A veces se le añaden otros ingredientes: chucrut, judías, arenque o setas.

Es rica en ácidos ascórbico y nicotínico, vitaminas del grupo B, betacaroteno, fibra y minerales (hierro, fósforo, magnesio, yodo, calcio, potasio).

8. Jolodéts

Antiguamente, los jolodéts se preparaban a finales de otoño y en invierno, a partir de finales de noviembre, cuando empezaba la recolección de la carne. Contienen vitaminas del grupo B (sobre todo B12 y B3), hierro, magnesio, potasio, sodio, cobalto, lisina, glicina, fósforo y colágeno inocuo para la piel.

Los jolodéts de cerdo o ternera contienen más hierro y elevan los niveles de hemoglobina más rápidamente que los de pollo o pavo. Al mismo tiempo, conviene recordar su contenido calórico: en 100 g de los de cerdo hay unas 350 kcal; en los ternera, hasta 220 kcal; en los de pollo 120 kcal; con pavo, 80 kcal; con pescado, 50 kcal.

Los nutricionistas recomiendan limitarse a un par de porciones de fiambre a la semana y no lo recomiendan a personas con problemas gastrointestinales y renales.

9. Kéfir

El kéfir es un producto lácteo fermentado, que se obtiene como resultado de la fermentación de la leche utilizando un fermento especial. Contiene vitaminas A, B, C, D, PP, potasio, calcio, cobre y otras. El kéfir normaliza la microflora intestinal, purifica la sangre, estabiliza el equilibrio ácido.

10. Kisel

Esta bebida de bayas a base de almidón es un plato nutritivo y calórico. Debido al almidón, tiene un efecto envolvente sobre la mucosa gástrica, por lo que proporciona un efecto protector contra el jugo gástrico, lo que es muy importante para las personas que sufren hiperacidez o gastritis.

Sin embargo, no hay que dejarse llevar por el kisel, especialmente en el caso de las personas diabéticas, ya que un consumo excesivo de almidón puede provocar picos de insulina en la sangre.

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