Situada en la región donde Rusia se encuentra con China, Mongolia y Kazajistán, la cadena montañosa de Altái es materia de leyendas. Se suele recomendar un viaje a lo largo de la carretera Chuiski, la más impresionante de Siberia o también una ruta relajante a lo largo del río Katun. Todo ello mientras se disfruta del paisaje y la cultura local.
Estas son las propuestas más atractivas en una de las regiones más impresionantes de Eurasia. Con tantos otros hermosos lugares para ver, vale la pena salir del circuito turístico y encontrar algunos de los lugares menos visitados.
No te quedes atascado: Gorno-Altaisk y el río Katun
Para la mayoría de los viajeros, la primera parada de un viaje a Altái es Gorno-Altaisk, la capital de la República de Altái. Al tratarse de una república tiene más autonomía que la mayoría de las regiones. Date una vuelta por la plaza central y busca los permisos de frontera si no lo ha hecho ya (más sobre esta cuestión abajo).
La mayoría de los autobuses turísticos (normalmente minibuses) salen de la ciudad hacia el valle del río Katun. Muchos viajeros van a ciudades como Chemal (con su isla del monasterio de Patmos), Askat (con su famosa comuna de artistas) o en el creciente número de zonas turísticas y campings a lo largo del río.
Pasa un día a lo largo del río o haciendo senderismo hasta los famosos Lagos Azules, pero no te detengas aquí. Súbete a un autobús o alquila un coche y para ir a la carretera Chuiski.
Para los aventureros en ciernes: la carretera Chuiski
Aquí es donde los verdaderos aventureros comienzan su experiencia en Altai. El valle del río Katun es precioso, sí, pero carece de diversidad. En cambio, si bajas por esta autopista significa que cada hora, más o menos, te deleitarás con paisajes completamente diferentes.
Lleva al menos siete horas (si conduces rápido) ir de Gorno-Altaisk a Tashanta, el último pueblo antes de la frontera con Mongolia. Por el camino, pasarás por el paso Seminski, donde los lugareños se detienen para recoger piñas de las que extraer piñones. Los piñones de Altái tienen un alto precio en otros lugares, pero puedes conseguirlos por un buen precio mientras estés en la zona.
Puedes ver más cosas cuanto más te acercas a Mongolia. Un paseo de cinco minutos fuera de la carretera, justo después del pueblo de Aktash, te llevará al lago Geiser, un hermoso estanque con coloridos manantiales. Más adelante se encuentra el distrito de Kosh-Agach, donde un largo giro a la derecha lleva a las montañas Kizil-Chin, llamadas “Marte” por su color oxidado.
Asegúrate de obtener un permiso de frontera antes de entrar en Kosh-Agach. Cualquier distrito cercano a la frontera requiere que los extranjeros se registren con antelación (a veces hasta un mes antes, pero las agencias de turismo en Gorno Altaisk pueden conseguirlos mucho más rápido). Si no tienen uno, se les negará la entrada.
El lugar más impresionante: Katu-Yaryk y el río Chulyshman
Hay un pequeño camino que se desvía de la carretera Chuiski en Aktash. Es un desafío, ya que se trata de un lugar en las alturas sin pavimentar que te llevará al corazón de Altái. Hay que alquilar un jeep (o contratar a un conductor local) para subir. En la parte de arriba se llega a una meseta poblada casi en su totalidad por los nativos de Altái. Solo se puede comprar en pueblos como Ulagan. Se pueden visitar los miradores cercanos donde los locales practican tradiciones como atar cuerdas a los árboles para la buena suerte.
La meseta termina en uno de los puntos más impresionantes del Altái al que se puede acceder por carretera: el paso de Katu-Yaryk. Es un buen lugar para descansar y pasear y ver a lo lejos el valle del río Chulyshman, preferiblemente con una taza de té hecho con hierbas locales.
Una vez que se baja por el paso, hay varios campamentos base de turistas agrupados alrededor de los sitios más famosos.
Estos incluyen los curiosos “hongos de piedra”, así como la cascada de Uchar, para verla hay que caminar unas horas desde la carretera, pero vale la pena el tiempo.
No apto para los débiles de corazón: regresando por el lago Telétskoie
Hay dos maneras de volver a Gorno-Altaisk: por el camino de ida o por un camino poco poblado que vuelve a través del lago Telétskoie.
No hay autobuses o minibuses regulares que vayan desde Uchar a la orilla del lago. Solo hay dos pueblos a lo largo del camino y no están acostumbrados a ver turistas. Tendrás que tomar tu propio vehículo o que te lleve un conductor de una de las bases turísticas.
Llegar al lago Telétskoie es solo el primer paso. Después hay que tomar un ferry. Pero no hay un ferry oficial y tendrás que hablar con las diferentes bases turísticas para ver si hay un barco que cruce en el próximo día o dos. Algunos de ellos son lo suficientemente grandes como para llevar coches (y a menudo tendrán un horario), pero otros son pequeños yates que abastecen los sitios de camping durante la temporada alta.
Aunque esto suena difícil, el viaje vale la pena; los locales son hospitalarios y, aunque muchos no hablan inglés tan bien como en la capital, se asegurarán de llevarte a donde necesites ir. Y es esta calidez (junto con muchas tazas de té de hierbas locales) lo que hace que esta etapa del viaje sea particularmente preciosa.
Será un alivio subir finalmente al barco y llegar al lado más alejado del lago (donde la infraestructura turística regular comienza de nuevo), te encontrarás extrañando el espacio, la naturaleza y la gente del interior de Altái. Pero por suerte, siempre puedes volver. Y esta vez tendrás amigos esperándote.
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