La carretera de Chuiski ha sido declarada como una de las más bellas del mundo. Fuente: Alexander Nerozya.
La carretera Chuiski, con una longitud de cerca de 1.000 kilómetros, empieza en Novosibirsk (a 28.00 km de Moscú) y discurre a través de la provincia y la República del Altái hasta alcanzar la frontera de Rusia con Mongolia. Se trata de la vía asfaltada más hermosa de Siberia, e impresiona al más experimentado viajero: las vistas de las aldeas alternan con los paisajes montañosos, y, después de la panorámica que ofrecen las cimas del monte Beluja, cubiertas de nieve, nace la estepa más genuina.
El año pasado la edición rusa de National Geographic Traveler, así como la norteamericana Dalton Highway y la argentina Ruta 40 incluyeron la autopista Chuiski entre las diez autovías más hermosas del mundo, destacando que “recorrer la carretera Chuiski es lo mismo que cruzar Rusia de punta a punta”.
Una historia milenaria
La historia del Altái siempre ha estado estrechamente vinculada a esta vía: la carretera Chuiski es su principal arteria comercial y neurálgica. En el III milenio a.C. los arrieros, con su knut (un látigo corto con siete colas de cuero), ya conducían las caravanas que cargaban artículos procedentes de Asia, el Tíbet y China en dirección al Altái, al sur de Siberia, abriendo el tramo septentrional de la Gran Ruta de la Seda.
Hasta principios del siglo XX la ruta Chuiski fue un camino de montaña peligroso, y los comerciantes y mercaderes tan solo lo recorrían por su parte superior. No fue hasta 1901 cuando se inició su reconstrucción (en la década de los 30 los reclusos del Campo de Trabajo de Siberia trabajaron junto con los habitantes del lugar para construirlo). Fuente: Alexander Nerozya.
Aventuras de los extranjeros en Siberia
A pesar de la distancia que separa el Altái de la Rusia Central, a esa zona acuden multitud de extranjeros. Por ejemplo, la fotógrafa Heidi Bradner, conocida por sus reportajes humanistas, participó en el proyecto fotográfico ruso de la carretera ChuiskiPeople on the borders (“Gente en las fronteras”).
Para completar la travesía por la carretera de Chuiski se necesita como mínimo una semana, tanto si hace en coche como en bicicleta. Durante el camino se pueden visitar las cuevas Tavdinskie y el lago Telétskoie, el más grande del Altái. En el paso Seminski se abren unas maravillosas vistas sobre el camino y las montañas, y en la localidad de Zhana-Aúl se puede visitar el Museo de la Cultura Kazaja, ubicado en una auténtica yurta, una tienda de campaña de los nómadas del Asia Central y Siberia.
Normalmente el viaje por la carretera Chuiski empieza en Novosibirsk. Para llegar allí hay vuelos diarios desde San Petersburgo y Moscú, pero también se puede viajar en tren. A partir de ese punto el trayecto continúa por la carretera M-52.
A lo largo del camino hay áreas de descanso y abastecimiento, y también cafeterías que ofrecen cocina europea, del Altái y kazaja. Pero la parte que discurre por el sur de la carretera Chuiski es más salvaje. En esa zona no hay hoteles, por lo que es conveniente llevar una tienda de campaña. El viaje por la carretera Chuiski se hace de forma independiente, las agencias de viajes locales no organizan viajes especializados.
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