La cantidad de descendientes que puede dejar un individuo a lo largo de su vida varían enormemente según la especie. Por ejemplo, una osa solo puede tener un par de oseznos mientras que un bacalao pone millones de huevos. ¿Significa eso que el bacalao tiene más oportunidades de sobrevivir al cambio climático y a las mutaciones?
La respuesta es que no. La mortalidad de los oseznos estará determinada, sobre todo, por sus genotipos y no por causas accidentales. Al mismo tiempo, muchos bacalaos morirán por razones aleatorias, independientemente de la calidad de sus genomas.
Esto significa que la selección natural dirigida contra las mutaciones especialmente perjudiciales funciona con la misma fuerza en las diferentes especies, independientemente de su fertilidad.
¿Cómo es posible que la fuerza de la selección natural no dependa en el número de descendientes?
Para poder comprender este hecho, científicos de dos universidades rusas, Skoltech y la Universidad Estatal de Moscú, han investigado el predominio de las mutaciones perjudiciales, que provocan la destrucción de genes importantes en poblaciones pertenecientes a 35 especies diferentes.
Han descubierto que la selección contra este tipo de mutaciones perjudiciales actúa con una fuerza muy similar en las diferentes especies, de manera indiferente a la fertilidad. Los científicos creen que la mortalidad accidental puede nivelar las mayores oportunidades de selección en las especies más prolíficas.
“Podemos asumir que la fertilidad y otras propiedades de las especies se han optimizado en el proceso de evolución de tal manera para conseguir la selección más fuerte contra las mutaciones perjudiciales”, afirmó Alexánder Bezménov, uno de los autores del estudio. “Sin embargo, no está claro por qué es aproximadamente lo mismo en especies diferentes”.
Los resultados del estudio se han publicado en la revista de biología Biology Direct.