Un grupo de investigación de Skoltech, situado en Moscú, ha estudiado nuevos procesos de procesamiento de la lactosa del E.coli, que le permiten sobrevivir. Los resultados se han publicado en Scientific Reports (en inglés).
La mayoría de las bacterias son capaces de sobrevivir en circunstancias muy variadas. A menudo son capaces de adaptar su consumo nutricional al entorno.
El E. coli se alimenta sobre todo de la glucosa que nuestros cuerpos reciben de carbohidratos complejos que se hallan en guisantes, alubias, granos integrales y vegetales. Pero también se pueden alimentar de la lactosa, que se encuentra en los productos lácteos. Básicamente lo que ocurre es que la bacteria es capaz de transitar entre la glucosa y la lactosa.
Hasta ahora se creía que el E. coli solo podía servirse de la lactosa y que cuando esta actividad genética se cerraba, la bacteria no era capaz de sobrevivir a base de lactosa.
Hace tres años los científicos rusos comenzaron a estudiar las Enterobacteriaceae, la familia a la que pertenece el E. coli. Descubrieron una similitud poco habitual entre el grupo de genes responsable de procesar los disulfuros de carbono y la combinación de genes que otros grupos de bacterias utilizan para descomponer la lactosa.
Descubrieron que el E. coli tiene una manera alternativa de procesar la lactosa. En concreto, los genes utilizados por esta bacteria para procesar los disulfuros de carbón también pueden procesar la lactosa. Entonces los científicos apagaron el mecanismo según el cual el E. coli procesa habitualmente la lactosa, pero la bacteria continúo creciendo y se multiplicó utilizando la propia lactosa, haciendo uso de la forma recién descubierta.
“Los encimas que se creían muy especializados son realmente multifuncionales”, declaró el equipo en un comunicado.
Así han hecho los científicos rusos un transplante de cabeza.
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