Estas fueron las 5 mujeres más importantes que gobernaron Rusia (Fotos)

Historia
ALEXANDRA GÚZEVA
Desde hace dos siglos seguidos, el país ha sido gobernado por hombres. Sin embargo, no siempre fue así, y Rusia recuerda los días de gloria (y turbulentos) de las mujeres en el poder.

1. La princesa Olga

La Olga del siglo X es más famosa por la legendaria venganza que emprendió tras el asesinato de su marido, Igor. Según las primeras crónicas rusas, el príncipe Igor de Kiev era nieto de Rurik, el varego que fue llamado por las tribus eslavas para gobernarlas y crear orden. Igor, al igual que su abuelo, recaudó tributos de las tribus. Pero una de ellas, la de los drevlianos, enloquecida por los enormes impuestos, acabó matando al príncipe.

La varega Olga se convirtió en regente de su pequeño hijo, pero no era una chica apocada. Primero, mató a los casamenteros de los drevlianos que se atrevieron a pedirle matrimonio a su príncipe. Y luego quemó las aldeas de los drevlianos.

Al mismo tiempo, Olga fue la primera gobernante rusa que se bautizó en el cristianismo, incluso antes de que la vieja Rusia se bautizara masivamente (por obra de su nieto Vladímir). En el siglo XIII fue canonizada, y desde entonces se le rinde culto como cristiana, y posteriormente como santa ortodoxa

2. Elena Glinskaia

Otra poderosa regente de Rusia fue la madre del futuro zar Iván el Terrible. Descendía de una familia noble lituana que remontaba sus raíces a los gobernantes mongoles. Sus parientes masculinos eran personas poderosas junto a su marido, el Gran Príncipe Vasili III. Pero tras la muerte de éste, ella estuvo a punto de dar un golpe de estado, apartando a sus propios parientes del poder (y encarcelándolos).

Supuestamente fue envenenada tras sólo cinco años de gobierno, sin embargo, consiguió hacer varias cosas importantes. Una de ellas fue la reforma monetaria de 1535, que unificó la moneda en el Estado ruso (recién unido tras muchos siglos de división debido a la fragmentación feudal). También puso fin a una larga guerra entre Rusia y Segismundo I el Viejo de Lituania. Y por último, construyó la muralla de Kitai Gorod, una importante fortificación de la ciudad de Moscú.

3. Sofía Alekséievna

A pesar de que su padre, el zar Alexéi Mijailovich, tuvo muchos hijos, entre ellos otras chicas, Sofía fue la única que recibió una buena educación, aprendiendo varios idiomas y leyendo muchos libros de clérigo. Era increíblemente inteligente y también una persona muy fuerte que supo lidiar con el juego de tronos de la Rusia del siglo XVII. Tras la muerte de su padre y la de su hermano mayor, Fiódor Alexéievich, la sucesión al trono se convirtió en una cuestión de peleas entre clanes. Sus dos jóvenes hermanos, Iván y Pedro, nacieron de las diferentes esposas de Alexéi: Iván estaba enfermo y no era capaz de gobernar por sí mismo, mientras que el siguiente hijo, Pedro, era demasiado joven y no estaba casado. Como compromiso, ambos fueron coronados. Y Sofía se convirtió en regente.

Durante su reinado, Rusia terminó la guerra con Polonia, realizó las primeras negociaciones oficiales con China en las que estableció una frontera, y se unió a la Liga Santa contra Turquía.

En 1689 Pedro cumplió 17 años, se casó, reunió su ejército de juguete y finalmente logró dar un golpe de estado, consiguiendo el poder en sus manos. Oficialmente Iván seguía siendo otro zar, pero en realidad estaba demasiado débil y murió varios años después.

Sofía acabó en un monasterio donde vivió hasta el final de sus días.

4. Isabel de Rusia

Hija de Pedro el Grande, era increíblemente bella y su padre planeaba casarla con Luis XV de Francia. Al ser joven, no tenía ambiciones regias y llevaba un estilo de vida bastante frívolo. Sin embargo, el juego de tronos seguía resonando: el bisnieto del hermano de Pedro el Grande, el infante Iván VI llegó al trono ruso con un regente extranjero. La corte y las familias nobles no estaban contentas con la situación y, al mismo tiempo, Isabel era muy popular. Con el apoyo de los cortesanos y la guardia real, dio un golpe de estado como el que había dado su padre. Tomó el poder y encarceló al infante y a sus regentes.

Isabel era una persona muy occidental y tendía al absolutismo ilustrado: incluso no utilizó la pena de muerte. Sin embargo, durante su reinado se configuró la servidumbre rusa y se utilizaron habitualmente los castigos corporales.

A los veinte años de su reinado, Isabel había convertido a Rusia en un país increíblemente cultural. Inició el Siglo de las Luces en Rusia, creó el teatro imperial, estableció la Universidad de Moscú y la Academia de Artes de San Petersburgo. Era una fanática del barroco, y llevó este estilo a Rusia, donde se denominó barroco isabelino. Con la ayuda del arquitecto italiano Bartolomeo Rastrelli construyó varios palacios espléndidos, como el Palacio de Invierno y el Palacio de Catalina en Tsarskoe Seló.

5. Catalina la Grande

Fue una princesa alemana nacida con el nombre de Sophie Auguste Friederike von Anhalt-Zerbst-Dornburg, pero acabó siendo la emperatriz rusa, y una de las cabezas más importantes del país, gobernándolo durante más de 30 años.

Se casó con el príncipe heredero ruso, futuro emperador Pedro III, pero sus relaciones eran muy complicadas y Pedro era una persona débil. Como resultado, Catalina llevó a cabo un golpe de estado contra su marido y más tarde éste murió en circunstancias misteriosas. Catalina accedió al trono tras su muerte.

Continuó el curso del absolutismo ilustrado introducido por Isabel, e hizo múltiples e importantes reformas en la política interior. Estableció una comisión para sistematizar las leyes, reorganizó la división administrativa de Rusia, apoyó el comercio y liberó a los nobles de los castigos corporales, al tiempo que les otorgó un enorme rango de derechos. Sin embargo, algunos historiadores creen que fueron Catalina y sus múltiples favoritos quienes iniciaron la corrupción masiva en Rusia.

Catalina era una persona increíblemente inteligente y apoyó la educación, estableciendo la primera escuela de niñas del país. La emperatriz también fue una mecenas de las artes y una enorme colección de sus cuadros formó el museo del Hermitage, que fundó junto a la primera biblioteca pública. Leía mucho y mantenía correspondencia con los occidentales más ilustrados, incluido el filósofo francés Voltaire.

Al mismo tiempo, era, por supuesto, una monarca muy absolutista, que no escatimaba ni personas ni dinero para lograr sus objetivos. Uno de ellos fue extender y fortalecer el Imperio.

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