En diciembre de 1923, Vadillo se unió a la rebelión de Adolfo de la Huerta en contra del Gobierno de Plutarco Elías Calles. Se convirtió en asistente particular de Manuel Antonio Romero, abogado y periodista tabasqueño, que fue nombrado gobernador interino de Tabasco del Gobierno “delahuertista”.
Al ser derrotada la rebelión, se vio obligado a abandonar el país azteca por Guatemala y semanas después se instaló en La Habana, Cuba, junto a Romero. Durante tres años, ambos subsistieron gracias a la librería El Talismán, instalada en los bajos del teatro Payret.
Ambos dieron asesoría legal y política a exiliados sudamericanos, principalmente venezolanos.
Al mismo tiempo, divulgaron en la capital cubana las ideas políticas del pedagogo cubano José Enrique Varona, mentor de Mella, en contra de la dictadura de Gerardo Machado. Estas actividades les obligaron a abandonar Cuba y a solicitar una amnistía al Gobierno de Calles.
De México a la URSS por el comunismo
En México, Vadillo cumplió dos condenas en la cárcel entre 1930 y 1934. Tras finalizar la última, a principios de 1935, aceptó la oferta del PCM de matricularse en la Escuela Leninista Internacional (ELI), con lo que acabó viajando a Moscú. Allí asistió, junto a otros comunistas mexicanos, en el VII Congreso de la Internacional Comunista.
Cuando estalló la Gran Purga orquestada por Iósif Stalin y ejecutada en un inicio por Guenrij Yágoda y después por Nikolái Yezhov, Evelio Vadillo fue detenido en abril de 1936 por agentes de la NKVD bajo la acusación de participar en un movimiento trotskista en el seno de la ELI.
Según la web Presencia de México, la razón de su detención fue una frase aparecida en los baños de la escuela: “¡Viva Trotski!”, en español. Un compatriota suyo lo señaló en una asamblea entre insultos como “renegado, perro”.
Su primera estancia en prisión fue en Lubianka. Meses después fue enviado a la prisión de Dmitrova, la prisión de Butirka, y finalmente, se le trasladó a la prisión de Oriol.
La guerra y la prisión
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y el inminente asalto del Ejército germano en el frente oriental, en septiembre de 1941 Vadillo fue liberado. Ante la carencia de representación diplomática de México en Moscú y las complicaciones de la guerra, las autoridades penitenciarias le ofrecieron un empleo en la ciudad de Suchinsk, en Kazajistán, donde permaneció hasta junio de 1947. En estos seis años ejerció los oficios de aguador y aprendiz de zapatero.
Durante este tiempo gestionó su traslado a otro centro de trabajo hasta que se le aprobó su nuevo lugar de residencia en Artiómovsk, Ucrania. Durante el viaje hacia su nuevo destino se presentó en la Embajada de México en Moscú, reabierta en 1943, donde el embajador mexicano, Luciano José Joublanc Rivas, inició una complicada negociación con los altos funcionarios del Gobierno soviético para que se otorgara a Vadillo una visa de salida.
En enero de 1948, las autoridades soviéticas le trasladaron a Alma Atá, capital de Kazajistán, para gestionar personalmente su visa de salida y la devolución de su pasaporte. Durante meses se alojó en un hotel, donde recibía ayuda pecuniaria de su familia a través de la Embajada mexicana. En octubre de ese año fue detenido en esa ciudad acusado de ocasionar un pleito en una cafetería. Se le procesó por el delito de “actos canallescos” y se le condenó a dos años de prisión en el penal de Krasnoyarsk. Meses antes de cumplir su condena se le trasladó a Moscú, donde un fiscal militar le imputó nada menos que cargos de espionaje a favor del Gobierno mexicano, acusaciones que Vadillo siempre negó. Por este cargo recibió condena de veinte años y se le trasladó a la Prisión Central de Vladímir, a las afueras de Moscú.
Al final, la libertad
A mediados de 1955, el austriaco Franz Hawlik, liberado gracias a la política de desestalinización desarrollada por Nikita Jrushchov, notificó a la Embajada de México en Viena el paradero de Vadillo. El entonces embajador de México en Moscú, Alfonso de Rosenzweig Díaz, gestionó la liberación definitiva de Vadillo con la colaboración del otro diplomático mexicano, Ernesto Madero Vázquez, quien acompañó a Vadillo hasta París durante la primera escala en su viaje de regreso.
Después de veinte años, Evelio Vadillo regresó a la Ciudad de México el 15 de octubre de 1955. Se matriculó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para acreditar las materias que dejó pendientes en la carrera de derecho y se tituló en 1957. Se retiró de las actividades políticas, falleciendo de un paro cardiaco el 7 de abril de 1958.
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