Por qué los culturistas soviéticos estaban fuera de la ley (Fotos)

Historia
EKATERINA SINÉLSCHIKOVA
Se escondían en apartamentos, huían de la policía y obtenían sus proteínas de comida para bebés y para cerdos. Así era el destino de los que se querían hacer culturistas en la URSS.

Probablemente los culturistas fueron los atletas que más sufrieron en la URSS (con la excepción de los practicantes de karate, para quienes la vida también era dura). Se vieron forzados a entrenar en los sótanos de los edificios residenciales, a levantar piezas de rieles de ferrocarril en lugar de pesos normales y a hacer que les fabricaran mancuernas de manera ilegal en las fábricas a cambio de una botella de vodka. Desarrollar la propia musculatura en un país donde todo tenía que tener una ideología comunista no era fácil... Sobre todo porque los culturistas y el comunismo no casaban bien.

Todo comenzó en los años 60, cuando en los cines de toda la Unión Soviética se proyectó la película hispano-italiana Hércules, con Steve Reeves en el papel principal. Según los estándares actuales, su musculatura no causaría sensación en el mundo del culturismo, pero para la gente “no iniciada” de la URSS, resultó bastante impresionante. 36 millones de personas vieron Hércules, y entre ellos, como era de esperar, había muchos que querían parecerse a Reeves.

Además de Hércules, aunque fue un poco más tarde, los culturistas soviéticos tuvieron un nuevo icono en Gojko Mitić, un actor y gimnasta yugoslavo, que se hizo famoso como un noble indio rojo en las películas producidas en la RDA. A finales de los 70 y principios de los 80, todos querían ser como Gojko. Y ni siquiera una prohibición estatal podría cambiarlo.

El culturismo fue prohibido en la URSS por razones ideológicas. “¿Culturismo? ¿Aumentar los músculos y posar frente a un espejo? ¿Qué quiere hacer un soviético con esto, admirar el reflejo de uno mismo?”, dijo un funcionario en una sesión del Comité Estatal de Deportes (el Ministerio de Deportes soviético) en la primavera de 1973. El crecimiento de los músculos por una cuestión de apariencia se consideraba una ocupación antisoviética. Los culturistas fueron oficialmente prohibidos.

Los únicos hombres fuertes “legalizados” eran los artistas de circo. Uno de ellos fue el trapecista Alexánder Shirái, que desde los años 50 hizo de modelo para esculturas y pinturas que representaban a trabajadores, mineros y atletas.

Los demás tuvieron que esconderse en los sótanos. “En aquel entonces, eran sótanos de bloques de apartamentos que nosotros mismos limpiábamos y convertíamos en cuartos para hacer pesas”, recuerda el culturista Alexánder Sidorkin.

Ocupar un sótano resultaba imposible, obviamente. Los bloques de apartamentos siempre estaban bajo la supervisión de alguna organización de vivienda. Aunque, por regla general, estos eran bastante tolerantes con los culturistas. No podía decirse lo mismo de la policía y de los miembros del Komsomol, que de vez en cuando organizaban redadas contra ellos.

Las pesas eran caras y difíciles de conseguir porque no se podían comprar en una tienda. Todo tenía que ser adquirido en alguna parte. La nutrición era otro problema. “Íbamos a los grandes almacenes infantiles centrales de Moscú, a la sección de comida para bebés, a comprar fórmulas instantáneas de Malish o Malyutka. Malish tenía grasas, así que era para los que querían aumentar de peso, mientras que Malyutka tenía proteínas, para los que querían adelgazar un poco”, recuerda Sidorkin.

Además, continúa, había una granja estatal cercana, donde se alimentaba a los cerdos con proteína de soja: “Así que llevábamos bolsas de 25 kilos de proteína de soja a nuestra sala de pesas y allí las mezclábamos con agua. Tenía un sabor desagradable y, por supuesto, no se mezclaba bien. Aún así lo bebíamos y estaba bien. Nuestros músculos crecieron”.

Cortar, amontonar, nutrir... muchos culturistas soviéticos aprendieron todo esto de un preso rehabilitado, llamado Gueorgui Tenno, que fue compañero de celda de Alexánder Solzhenitsyn en el gulag. En 1968, se publicó su libro Atleticismo, que durante muchos años se convirtió en la “Biblia” de los culturistas soviéticos. Tenno conocía bien el inglés y leyó libros extranjeros sobre el tema.

La prohibición del culturismo se levantó durante la perestroika, en 1987. Entonces la URSS comenzó a celebrar campeonatos oficiales de culturismo y los soviéticos tuvieron nuevos héroes: Arnold Schwarzenegger, Bruce Lee y Sylvester Stallone.

Sin embargo, junto con la libertad, lo que los culturistas rusos obtuvieron de Occidente fue una afluencia de esteroides, productos farmacéuticos e inyecciones mortales de synhtol. Todo esto sigue ocurriendo y es popular: a este tipo casi le amputan los dos brazos para salvar su vida.