7 grandes bigotes que definen la historia rusa

Historia
TOMMY O'CALLAGHAN
La calidad de un mostacho puede marcar a un líder.

El vello facial ha sido un tema importante en toda la historia de Rusia. Para Iván el Terrible, un hombre sin barba era un hereje; bajo Pedro el Grande, un hombre con barba era considerado un patán inculto.

El bigote independiente, por otro lado, tardó un tiempo en abrirse camino en la preparación de los hombres rusos y alcanzó su máxima popularidad en algún momento entre el zar Nicolás II, de barba completa, y el presidente afeitado Vladímir Putin.

Pero no nos entretengamos más. A través de estas siete figuras, vea cómo el mostacho ruso  ha evolucionado con el tiempo.

1. Pedro el Grande (1672-1725)

Asumiendo el papel del icono de la moda en su sociedad modernizada rusa, el zar pasó la mayor parte de su vida adulta luciendo un fino bigote a lápiz. Pedro estaba encaprichado con los estilos europeos de gobierno y aseo e hizo todo lo posible para librar a las clases altas de Moscú de las luengas barbas, incluso imponiendo un impuesto de 100 rublos a los hombres que respetaban la tradición y dejaban crecer su vello facial. El bigote se ofrecía como un compromiso elegante y "civilizado", que se combinaba con la prohibición del zar de tener el pelo a la altura de los hombros en el Ejército, con la intención de crear una fuerza de combate más presentable. La nueva imagen fue mal aceptada por los boyardos, consejeros aristocráticos del zar, pero Pedro, no obstante, despejó el camino para los futuros líderes rusos amantes del bigote.

2. Nicolás I (1796-1855)

El zar de mediados del siglo XIX era bien conocido por su aspecto y majestuosidad; el historiador Constantin de Grunwald calificó a Nicolás I "indiscutiblemente el hombre más guapo de Europa". Pushkin incluso lo comparó con Moisés.

Un elemento clave del rostro de Nicolás era su bigote pequeño y pulcro. Complementaba su presencia imponente, que denotaba la gran seguridad de un autócrata que aplastó el levantamiento polaco de 1830-31 y se negó a abolir la servidumbre. El aseo era fundamental para su imagen: ¡qué metrosexual!

3. Alejandro II (1818-1881)

No está claro si la pelusa mal llevada de Alejandro II se debe contar como barba o bigote. Los pelos al estilo morsa de este zar eran indudablemente impresionante, pero debido a al mal cuidado de estos, no se puede estar seguro de dónde terminaba el bigote y dónde comenzaban las mejillas. La mirada de abuelo, su frente alta y sus suaves ojos marrones, le dieron a Alejandro un aire de vulnerabilidad que se adecuó sin duda a su personaje como "zar libertador" que emancipó a los siervos. Sin embargo, el vello facial tal vez traicionó su vulnerabilidad, como demuestra su muerte por atentado con bomba en 1881 a manos de los revolucionarios terroristas conocidos como La Voluntad del Pueblo.

4. Alexánder Borodín (1833-1887)

El compositor del Príncipe Ígor era un hombre de muchos talentos: químico respetado, estrella musical y dueño de un bigote de herradura que enorgullecería a Hulk Hogan. Sin embargo, el apellido de Borodín envía una señal incorrecta, dado que, una vez traducido literalmente significaría "el barbudo". El compositor, por cierto, fundó la Escuela de Medicina para Mujeres en San Petersburgo en 1875.

5. Piotr Stolypin (1862-1911)

Los bigotes cuidadosamente mantenidos de Stolypin son quizás los más elegantes en esta lista. Curiosamente, el tercer primer ministro del imperio usaba un bigote conocido como “imperial”, un estilo de bigote similar a un manillar,pero más largo.

Como una de las figuras más importantes del reinado de Nicolás II, Stolypin supervisó una serie de reformas agrarias clave y fue crucial para sofocar la Revolución de 1905, manteniendo siempre la apariencia de un hipster.

6. Maxim Gorki (1868-1936)

El gigante de la literatura soviética lucía un tupido bigote de morsa, rivalizando en volumen solo con el de Stalin. El color del voluminoso bigote de Gorki también era único: la periodista británica Ella Winter lo describió como "papel amarillo, como pergamino viejo". Sin embargo, el vello facial de Gorki realmente destacaba en su delgada y frágil contextura.

En sus años más jóvenes, Gorki también se podía ver balanceando una separación a lo James Franco en su bigote, que acompañaba con un bombín y cierta dosis de existencialismo. Quizás los estudiantes de arte no hayan cambiado mucho después de todo.

7. Iósif Stalin (1878-1953)

El famoso bigote del líder supremo soviético estaba entre el morsa y un manillar, con pelo espeso que caía sobre su boca. Después de haber adoptado una apariencia similar a la de James Dean en su juventud, Stalin adoptó un estilo de mostacho iniciado por Friedrich Nietzsche que sugirió rebeldía y se convirtió en un símbolo de autoridad paternal severa.

Se dice que Stalin estaba extremadamente orgulloso de su bigote, que lo veía como una herramienta para diferenciarse de figuras del comunismo como Lenin y Marx. Su apariencia capilar también combinaba con su austero traje militar y sus botas de cuero, en contraste con el atuendo civil de Lenin o Trotski. Para asegurarse de que su característica definitoria era bien representada, supuestamente Stalin mandó fusilar a algunos pintores que no fueron capaz captar todo el esplendor de su bigote.