5 cosas que Pedro el Grande llevó a Rusia desde el extranjero

Retrato de Pedro I (1672-1725).

Retrato de Pedro I (1672-1725).

Maria Giovanna Clementi
Exactamente hace 320 años, en agosto de 1697, un joven zar Pedro I emprendió un viaje de dos años por Europa. No aficionado al tradicionalismo ruso, a su regreso a la Patria, Pedro comenzó a obligar rápidamente a Rusia a aceptar las formas europeas, sin prestar atención a ninguna resistencia o quejas.

Pedro I, que después sería llamado "el Grande" después de su muerte en 1725, fue uno de los gobernantes más enérgicos y activos de Rusia. A través de su vida aprendió varias artes como la ingeniería, la arquitectura, y la construcción naval. Al mismo tiempo, gobernaba su país con puño de hierro.

No es de extrañar que personalmente, aunque de incógnito, participase en la Gran Embajada de Rusia a Europa (1697-1698), deseoso no sólo de fortalecer la alianza con ciertos países, sino también de estudiar la vida europea y aprender de ella. Poco después de su regreso, la civilización rusa comenzó a cambiar rápidamente ya que el joven zar, inspirado por su viaje, no escatimó esfuerzos para modernizar y reformar el orden existente. Entonces, ¿qué llevó exactamente a Rusia desde Amsterdam, Viena y otras ciudades europeas?

1. Elegancia europea

"No tienes ninguna segunda oportunidad para dar una primera impresión", probablemente pensó Pedro mientras miraba a los aristócratas de Rusia (los boyardos). De barba larga y vestidos con grandes caftanes, no se parecían a los sofisticados nobles europeos que usaban pelucas empolvadas y afeitaban sus rostros.

Pedro I en la ropa europea, obra de Nikolái Névrev, 1903. Fuente: Global Look PressPedro I en la ropa europea, obra de Nikolái Névrev, 1903. Fuente: Global Look Press

Así que, Pedro decidió de una vez por todas que todos los nobles debían estar bien afeitados y usar ropa europea. Y es que, aunque admiraba las maneras occidentales, seguía siendo el autócrata definitivo. Sus reformas fueron fáciles de implementar. Durante las asambleas y las fiestas de la corte él personalmente cortó barbas y desgarró voluminosas ropas tradicionales rusas. Los boyardos, que recordaban que su monarca era también capaz de cortar cabezas, como sucedió durante un fracasado golpe palaciego en 1698, temían tanto a Pedro que no se oponían a perder sus barbas y cambiar de aspecto.

2. El calendario moderno

Hasta 1700 Rusia vivió según el antiguo calendario hebreo de la Biblia, que llegó a Moscú a través de Bizancio y que comienza a partir del hipotético momento de la creación del mundo (en el año 5508 aC). Después de sus viajes, Pedro comprendió que era absurdo que toda Europa viviera en el año 1700 mientras que Rusia lo hacía en… ¡7208!

Después de su regreso a Rusia el joven zar literalmente reescribió la historia, proclamando el 19 de diciembre de 7208 como el 1 de enero de 1700. Al mismo tiempo, cambió el día en que los rusos celebraban el Año Nuevo del 1 de septiembre al 1 de enero. Los tradicionalistas ya consideraban por entonces al Pedro como al mismísimo Anticristo y estaban enfadadísimos. Pero, de nuevo, no se puede protestar con tanta facilidad contra la decisión del zar… si se quiere conservar el cuello intacto.

3. La imprenta

Bajo el gobierno de Pedro, el primer periódico fue impreso en Rusia el 13 de enero de 1703. Impresionado por la (rudimentaria) industria de los medios holandeses, el zar estaba seguro de que su pueblo también merecía saber algo sobre el mundo que los rodeaba. El primer periódico se llamó Védomosti y contenía de 2 a 7 páginas. Era básicamente una colección de hechos de diferentes esferas de la vida, sin encabezamientos ni estructura. En el mismo párrafo se podía encontrar un texto sobre la cosecha en una ciudad remota y otro sobre una guerra europea.

El primer periódico en Rusia se llamó Védomosti. Fuente: Foto de archivoEl primer periódico en Rusia se llamó Védomosti. Fuente: Foto de archivo

Por cierto, los lectores no eran exigentes cuando se publicó la primera edición de Védomosti. De hecho, no era exigente en absoluto, ya que la gran mayoría de la población de principios del siglo XVIII de Rusia era analfabeta. Sin embargo, lo importante es que Pedro el Grande fue el primer magnate de los medios de comunicación de Rusia.

4. El censo

Pedro fue muy activo en asuntos internos y externos, por ejemplo, continuando las interminables guerras contra Suecia y Turquía y construyendo su nueva capital, la magnífica San Petersburgo. Pero todo esto implicaba que el estado estaba en constante necesidad de dinero. Para resolver este problema, el zar decidió reformar el sistema fiscal. Antes de su reinado, los campesinos pagaban una suma de dinero como una sola familia y muchas veces trataban de engañar al Estado al combinar varios hogares en una gran finca. La reforma fiscal exigía que cada campesino pagara 70 kopeikas y que no permitía engañar al gobierno. Con el fin de conocer la población aproximada de Rusia, Pedro ordenó el primer censo de su país. Según los historiadores, había aproximadamente 12 millones de personas viviendo en Rusia en 1715.

5. Productos alimenticios útiles

En Rusia hoy en día es de lo más común ver a la gente freir patatas con aceite de girasol. Probablemente no muchos rusos, sin embargo, no saben que lo hacemos hoy porque Pedro el Grande trajo a casa desde Holanda tanto patatas como girasoles, (originalmente llegaron a Europa desde las Américas en el siglo XVI). El zar previó que los rusos podrían hacer buen uso de estos, pero la gente se resistió al principio.

Cosechando patatas, obra de Arkadi Plastov. Fuente: RIA NovostiCosechando patatas, obra de Arkadi Plastov. Fuente: RIA Novosti

Mientras los campesinos comprendían rápidamente qué hacer con los girasoles, la papa resultó ser un desafío. Se les exigió estrictamente que cultivaran el tubérculo, pero no recibieron instrucciones de cómo cocinarlos y comérselos. En lugar de consumirlas, lo que hicieron fue tratar de comerse las hojas y muchas veces se envenenaron. De hecho, los campesinos llamaban a las papas "la manzana del diablo". Pero después de un tiempo todo el mundo hizo las paces con el tubérculo y hacia finales del siglo XIX se convirtió en "el segundo pan" para los rusos.

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