Invasión mongola (1237-1240)
A principios del siglo XII los ejércitos mongoles se encontraron el estado ruso fragmentado e incapaz de resistir a los cohesionados invasores mongoles. Uno por uno los principados cayeron bajo el yugo mongol, marcado por el pillaje, la destrucción y la aniquilación de gran parte de la población.
Durante varios siglos los principados de Rusia dependieron política y económicamente del Imperio mongol, y se necesitaron decenas de años para restablecer la economía y la cultura. Rusia se enfrentó a un atraso en su desarrollo.
La invasión redibujó completamente el mapa político del estado ruso. Kiev, tomada por los mongoles en 1240, nunca volvió a recuperar su estatus como la ciudad más importante de la antigua Rus. Los principados occidentales como Smolensk, Kursk y los territorios actuales de Ucrania y Bielorrusia cayeron bajo la esfera de influencia del pujante estado lituano, que finalmente acabó por absorberlos.
Se estaba fraguando una bomba de relojería porque estas tierras se convirtieron en motivo de numerosos conflictos entre el estado ruso y la Mancomunidad de Polonia-Lituania. Incluso en el siglo XX hubo disputas entre Polonia y la URSS en relación a estos territorios.
Guerra Livona (1558-1583)
Iván el Terrible comenzó una guerra contra la Confederación Livonia (actuales Estonia y Letonia), que en esos momentos estaba débil. El objetivo era capturar sus puertos y aumentar la presencia del Gran Ducado de Moscú en la costa del Báltico. Se trataba de un paso importante ya que el creciente estado ruso tenía un acceso pequeño y poco desarrollado a este mar.
El primer periodo de la guerra fue un éxito para el zar Iván y sus tropas tomaron una parte significativa de la Confederación Livonia. Aunque otras potencias no veían con buenos ojos este crecimiento. Durante muchos años Rusia estuvo en guerra contra Suecia y el Gran Ducado de Lituania, que en 1569 se unió con Polonia.
La guerra se prolongó durante más de 20 años y terminó con la derrota de Rusia. La economía estaba arruinada y los territorios noroccidentales, despoblados. Todas las tierras que se habían tomado a Livonia se perdieron. Todavía peor, Moscovia también perdió territorios en Finlandia y la mayoría de sus posesiones en el Golfo de Finlandia. Solo quedó en posesión de Rusia una pequeña franja de tierra en el estuario del río Nevá, pero no proporcionaba un buen acceso al mar.
En esos momento, en vez de la débil Confederación Livonia, Rusia tenía nuevos y poderosos enemigos en su frontera occidental: la Mancomunidad Polaco-lituana y el Reino de Suecia.
Guerra ruso-otomana (1710-1713)
Pedro I tuvo éxito allí donde había fracasado Iván el Terrible. Derrotó a Suecia y se anexionó sus tierras en el este del Báltico (Estonia, Livonia e Ingria) tras las firma del Tratado de Nystad de 1721.
Aunque en 1711 la guerra estaba lejos de acabar y el zar se vio atrapado en una situación que amenazó su vida y casi acaba con la destrucción de todo su ejército.
Tras la espectacular victoria rusa en Poltava en 1709, el derrotado rey sueco, Karl XII, fue a la ciudad de Bender (actualmente en Moldavia), que entonces estaba bajo control otomano. Las duras negociaciones entre el zar y el sultán Ahmed III acerca del rey sueco estaban en un impase.
El sultán quería echar a los rusos del fuerte de Azov, en la costa del mar de Azov, que Pedro el Grande había conquistado en 1695-96, para conseguir acceso al Mar Negro a través del estrecho de Kerch.
En 1710 los otomanos declararon la guerra a Rusia. En 1711 el ejército ruso, comandado por Pedro el Grande quedó rodeado por 190.000 tropas otomanas y crimeas en Besarabia (actual Moldavia). El zar se vio obligado a aceptar los humillantes términos que le proponía el sultán para evitar la destrucción. Dos años después se firmó el Tratado de Prut.
Rusia cedió el Azov al Imperio otomano y perdió acceso al Mar Negro. Además, durante cerca de 20 años Rusia perdió el control sobre los cosacos de Zaporozhie, que cayeron bajo control otomano.
Aunque la peor consecuencia fue la destrucción de la primera armada rusa, la Flotilla de Azov. Se destruyeron cientos de barcos. Rusia se vio obligada a empezar de cero su política exterior en el sur del país.
Guerra de Crimea (1853-1856)
De alguna manera la Guerra de Crimea fue parecida a la Guerra de Livonia. Rusia comenzó con éxito una lucha contra un enemigo débil, pero acabó sufriendo una derrota ante una coalición de grandes poderes.
Según el Tratado de París (1856) Rusia no perdió mucho territorio pero sí que quedó sin derecho a contar con una flota en el Mar Negro. Rusia dejó de reivindicar la protección de los cristianos en el Imperio otomano y le cedió a Francia este derecho. También perdió influencia en Moldavia, en el principado de Valaquia (al sur de Rumanía) y en Serbia.
Además, también supuso un golpe para el sistema financiero del Imperio. Debido a las grandes deudas por la guerra, se vio forzada a imprimir crédito sin asegurar, lo que provocó la depreciación del rublo. Solamente en 1897 el gobierno consiguió estabilizar el tipo de cambio con la adopción del patrón oro. Aunque la Guerra de Crimea también forzó al gobierno a que realizara una serie de grandes reformas militares y económicas, como la abolición de la servidumbre en 1861.
Primera Guerra Mundial (1914-1918)
La Gran Guerra fue un gran desastre para el Imperio ruso, y provocó su colapso en octubre de 1917. Las 1,7 millones de víctimas fueron solo el inicio de una carnicería aún mayor. Aunque Rusia abandonó la guerra tras la firma del Tratato Brest-Litovsk, el 3 de marzo de 1918, la guerra civil sumergió al país en un escenario de mayor violencia y destrucción.
Debido a que firmó una paz por separado con las Potencias Centrales, no participó en las negociaciones de paz, aunque su papel en la victoria había sido importante, sobre todo en las primeras fases de la guerra. Finalmente, Rusia perdió alrededor de 842.000 kilómetros cuadrados (un 15,4 % del territorio anterior al conflicto), que contaba con una población de 31,5 millones de personas (el 23,3% de la población del Imperio antes de la guerra).
La desaparición del imperio provocó la aparición de nuevos países. Se restableció la independencia de Polonia y Letonia, Estonia, Lituania y Finlandia fueron estados por primera vez en su historia. Además, Rumanía se anexionó Besarabia.
Todavía hoy la situación geopolítica de Europa del Este está caracterizada por las complicadas relaciones entre los países que surgieron de las ruinas del Imperio ruso en 1918.