Goodbye, Lenin! Cinco ciudadanos soviéticos que se fugaron (a lo grande) de la URSS

Historia
DARIA VARLÁMOVA
Romper el telón de acero y escapar al mundo libre era un sueño albergado por muchos ciudadanos soviéticos. El futuro ganador del Premio Nobel, Joseph Brodsky, estuvo una vez tan desesperado que planeó secuestrar un avión. Sin embargo, para hacer esto, necesitaba hacer daño a un piloto, por lo que el poeta (un humanista convencido) decidió que no podría hacerlo. Sin embargo, otras personas estaban dispuestas a poner en peligro tanto su vida como la del prójimo.

1. Una camarera envenenada

El 10 de abril de 1970, un barco guardacostas de Nueva York respondió a una llamada de socorro de un arrastrero soviético. Resultó que uno de los tripulantes, una camarera, sufría de un envenenamiento agudo… o eso parecía. En realidad, la mujer -una letona de 25 años llamada Daina Palena, había ingerido intencionalmente una cantidad enorme de pastillas para dormir para así tener la oportunidad de huir a Estados Unidos. Daina pasó diez días en un hospital americano, vigilado constantemente por empleados de la embajada soviética; entonces, cuando se hizo un intento de transferirla a un hospital soviético, solicitó asilo político realizando al mismo tiempo curiosas acusaciones.

"Los servicios secretos vigilan a la gente en Letonia para que el gobierno sepa lo que piensan".

También afirmó que a los ciudadanos soviéticos no se les permitía celebrar ningún tipo de manifestaciones ni expresar opiniones que fuesen en contra de la ideología oficial.

¿Dónde está ahora?

Muchas personas tenían serias dudas sobre la veracidad de las afirmaciones de Daina, pero su disposición a poner en peligro su vida impresionó mucho a los estadounidenses: dieciocho días después del incidente de intoxicación, Palena recibió asilo. Más tarde encontró trabajo en una tienda en Nueva Jersey.

2. El primer secuestro exitoso de aviones de la URSS

El 15 de octubre de 1970, Pranas Brazinkas, de nacionalidad lituana, y su hijo Algirdas, de 15 años, secuestraron un Antónov An-24 que viajaba de Batumi a Sujumi. Los terroristas lograron introducir armas de fuego y una granada de mano a bordo y, poco después del despegue, ordenaron a una de las azafatas pasar a los pilotos una nota (firmada por un tal "General Krilov") detallando sus demandas. Cuando la mujer se negó y trató de dar la alarma, los hombres abrieron fuego, matándola e hiriendo a varios miembros de la tripulación. El copiloto se vio obligado a aceptar y llevó el avión a Turquía, donde los terroristas se rindieron a las autoridades locales, quienes posteriormente se negaron a extraditarlos a la URSS. Brazinkas padre intentó justificar su actuación declarando que podría haber sido represaliado si se hubiera quedado en la Unión Soviética.

¿Dónde están ahora?

Las declaraciones de los Brazinska atrajeron la atención de los políticos occidentales, y los dos hombres recibieron sentencias bastante indulgentes: el padre fue condenado ocho años de cárcel, mientras que el hijo tuvo que cumplir dos. Unos años más tarde, a Pranas Brazinkas le fue concedida la amnistía, y en 1976, la familia se trasladó a California bajo las identidades de Frank y Albert blanco. El hijo logró adaptarse a su nueva vida bastante bien. Pranas, por otra parte, se adaptó peor, y sufrió ataques cada vez más severos de paranoia. En febrero de 2002, el hijo asesinó a su padre, que tenía 77 años de edad, golpeándolo varias veces en la cabeza con una mancuerna. Durante su juicio, el parricida afirmó que sus acciones fueron en legítima defensa, alegando que la víctima le confundió con un agente del KGB y trató de dispararle. A pesar de su declaración, Algridas fue sentenciado a 16 años de prisión.

3. Un científico y el océano, del 13 al 15 de diciembre de 1974

El oceanógrafo soviético Stanislav Kurílov estaba ansioso por participar en expediciones internacionales (incluso llegó a contactar y organizar algunos proyectos conjuntos con Jacques-Yves Cousteau), pero las autoridades del país no lo dejaron ir. Desesperado, Kurílov ideó un plan: iría en un viaje a bordo de un barco de crucero soviético y escaparía. El crucero que seleccionó nunca entró en puertos extranjeros, y su curso sólo era conocido por la tripulación, por lo que el científico tuvo que introducirse en la cabina de la tripulación para estudiar el mapa y aprender las coordenadas de la ruta.

El 13 de diciembre de 1974, la noche de su fuga, el barco era azotado por una terrible tormenta. Como el buque tenía una forma específica, Kurílov no podía simplemente saltar de por un lateral, por lo que tuvo que saltar desde la cubierta de popa, corriendo el riesgo de ser mutilado por la hélice del barco. Después del salto, que transcurrió sin problemas, el científico tuvo que pasar casi tres días en el agua sin dormir, comer ni beber. Superó la dura prueba de supervivencia gracias a estar en buena forma física (practicó yoga durante diez años). Así, Kurílov nadó durante casi cien kilómetros, llegando finalmente a su destino: la isla de Siargao en Filipinas.

¿Dónde está ahora?

Kurilov tuvo que vivir meses en un campo de refugiados de Filipinas; más tarde, fue deportado a Canadá, donde vivía su hermana. Por fin pudo cumplir su sueño, viajando del Ártico a Hawai con varias expediciones científicas. Murió en un accidente en enero de 1998, cuando, durante una sesión de buceo en el mar de Galilea, se enredó en unas redes y se ahogó.

4. La "Chica del bikini rojo"

Liliana Gasínskaia, de 18 años, era miembro de la tripulación del Leonid Sobinov, un crucero soviético con destino a Australia. El 14 de enero de 1979, cuando los pasajeros estaban celebrando una fiesta, sin que nadie se diera cuenta, la joven saltó al agua desde un ojo de buey del barco, sin llevar encima nada más que su bikini rojo. 

Le tomó cuarenta minutos llegar a nado a la costa australiana. Tras descubrirse su huida, los servicios secretos soviéticos rápidamente comenzaron a buscarla, pero fue antes contactad por periodistas del periódico local Daily Mirror que la ocultaron a cambio de una entrevista y una sesión de fotos. En su entrevista, la joven reveló que decidió evadirse a Australia después de haber quedado fascinada por unas hermosas fotos del país que vio en una revista. Las autoridades austríacas le concedieron asilo político, lo que provocó una seria controversia, ya que muchas personas se dieron cuenta de que había mejor tratada que numerosos refugiados de Vietnam cuya situación era mucho peor, probablemente porque no eran tan bellos como la chica del bikini rojo.

¿Dónde está ahora?

Liliana se casó con Graham Fletcher, un fotógrafo. Apareció en la edición australiana de Penthouse, trabajó como bailarina go-go, y consiguió empleo en algunos programas de televisión. En 1984, se casó con el millonario australiano Ian Hayson e intentó introducirse en el negocio de los cosméticos, pero la pareja se separó varios años más tarde. Posteriormente, ella se trasladó al Reino Unido y desapareció de la pantalla del radar de los medios de comunicación.

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