El ruso que se fue a la Antártida antes de que la pandemia cambiara todo

Estilo de vida
NIKOLÁI SHEVCHENKO
Cuenta cómo es la vida en uno de los lugares más alejados del mundo, y que no ha sido afectado por el coronavirus.

Cuando Denís Melnikov de San Petersburgo se estaba preparando para su expedición a la Antártida, vio que había algunas noticias sobre un nuevo virus, pero en ese momento el problema parecía distante y ambiguo. Tampoco había oído nada especial mientras iba a bordo de un barco ruso que llegó a Ciudad del Cabo desde San Petersburgo y estuvo estacionado en Sudáfrica durante cuatro días.

Todo cambió cuando llegó a la estación antártica de Mirni el 17 de marzo y se enteró de que, cinco días antes, la OMS había anunciado que el brote de Covid-19 era una pandemia. Entonces se dio cuenta de que durante los 12 meses siguientes estaría aislado en uno de los lugares más remotos de la Tierra mientras el resto del mundo, incluida su familia en San Petersburgo, tendría que enfrentarse al virus.

“Habla con recursos humanos”

Denís ha estado escribiendo sobre la Antártida en Twitter desde el momento en que solicitó el puesto de magnetólogo -experto que mide los cambios en el campo magnético de la Tierra - en el Instituto de Investigación del Ártico y la Antártida de San Petersburgo, Rusia.

“Solo tienes que ir a recursos humanos y preguntar qué vacantes tienen. Incluso si no tienes una especialidad (mecánico, geólogo, hidrólogo, etc.), puedes ir a la estación como técnico. Conozco a un hippie que lo hizo”, dice Mélnikov en su cuenta de Twitter, que ha ganado popularidad desde que comenzó a hacer la crónica de su búsqueda del trabajo y, más tarde, su expedición y su vida en la Antártida.

Tuvo que pagar 300 dólares por el papeleo necesario, unos cursos especiales y el examen de salud. Después de unos meses, fue aceptado y se le entregó un uniforme especial para ir a la expedición.

En la estación

Después de pasar ocho semanas y dos días en el mar, Mílnikov y la tripulación llegaron a la estación rusa Mirni, situada en la Antártida, el pasado 17 de marzo. En ese momento, en el la cuenta de Twiiter de Mélnikov aparecieron comentarios burlones sobre lo que había estado pasando en el mundo.

“No hay tiempo para explicártelo. Denís, se ha desatado el infierno: hay zombis por todas partes.

Los que te envían mensajes de texto en estos días ya no son humanos", escribió un usuario.

Otros siguieron la broma: “Recuerda: no comas ningún pájaro, incluso si estás hambriento. Todo sucedió por culpa de ellos”. Aunque se cree que el coronavirus se transmitió a los humanos a través de los murciélagos.

Para Mélnikov, la histeria y las medidas masivas contra el virus eran, y siguen siendo, algo lejano. “Solía llamar a mi esposa casi todos los días a través de un teléfono satelital y sabía más o menos lo que estaba pasando. Pero cuando finalmente tuve la oportunidad de leer todo lo que estaba en las noticias, me sorprendió la escala [de la pandemia]”, dijo Mélnikov en una entrevista.

El lugar más seguro de la Tierra

Mélnikov explica que la vida en la Antártida no ha cambiado de manera sustancial debido al brote de coronavirus. “La pandemia no nos ha afectado de ninguna manera. No tenemos estaciones de otros países en las cercanías. Mientras que otras [que tienen estaciones vecinas] tuvieron que introducir medidas como la prohibición de invitados y de visitar otras. La situación en Mirni no se ha visto afectada”, dijo Mélnikov.

Ahora se entretiene observando pingüinos, tomando fotos de icebergs, leyendo, viendo películas y corriendo un poco cuando el clima lo permite.

Separado del resto del mundo por muchos kilómetros, Mélnikov verá a su familia en San Petersburgo dentro de un año. Al igual que todos, están haciendo frente a la pandemia del Covid-19.

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