“He encontrado un lugar al que casi puedo llamar ‘hogar’: el barrio chino de Ottawa”, escribió Lui Xia Lee, estudiante asiática de la Universidad de Carleton, en la capital de Canadá. Estaba encantada por encontrar las cosas que extrañaba de su país: tiendas, comida e incluso obras de arte asiáticas (como un arco en estilo imperial que marca la entrada a casi todos los barrios chinos).
Lee no es la única que disfruta de los barrios chinos o asiáticos. Estos enclaves dentro de las grandes ciudades son habituales en muchos lugares del mundo. No solo hay “copias” de China sino que muchas ciudades tienen su “pequeña India” o Italia... También hay algunos barrios rusos. Por ejemplo, Brighton Beach, en el distrito de Brooklyn (Nueva York), es famoso por su espíritu soviético y por la cantidad de hablantes de ruso (o ucraniano). Tanto es así que los lugareños lo llaman “Pequeña Odessa”.
Sin embargo, si Lui Xia Lee hubiera elegido otro país grande y frío para estudiar, le habría sido imposible encontrar un barrio chino en Moscú, San Petersburgo o en cualquier otro lugar de Rusia. Lo mismo ocurre con los enclaves de India o de cualquier otra nacionalidad. En Rusia simplemente no existen y los extranjeros suelen estar repartidos por las ciudades al azar. ¿Por qué es así?
Integración, no separación
Los barrios chinos se originaron a finales del siglo XIX. Las potencias occidentales obligaron a Pekín a abrir sus fronteras y muchos chinos se embarcaron hacia Occidente con la esperanza de triunfar en el mundo industrializado. Este es el patrón seguido por otros enclaves étnicos, explica el politólogo Vladímir Malájov del Instituto de Filosofía de la Academia Rusa de Ciencias.
“Los distritos étnicos surgieron no porque los inmigrantes quisieran crearlos, sino porque en varios distritos los bienes eran más antiguos y, por lo tanto, más baratos”, afirmó Malájov a la revista Bolshói Gorod. Los habitantes de, digamos, Nueva York, trataron de evitar esos distritos mientras que los migrantes los encontraban asequibles, compraban apartamentos y formaban distritos con una nacionalidad dominante.
“En Moscú existe otro patrón”, explica Malájov. “A diferencia de las ciudades occidentales, construimos casas prestigiosas en todos los distritos, incluso en los que no están considerados prestigiosos, de modo que hay una mezcla de estratos sociales”. En Moscú, y en prácticamente cualquier otra gran ciudad de Rusia, se pueden ver tanto familias de clase media como migrantes en los barrios de los suburbios. Sus niveles de vida pueden diferir, pero comparten los mismos barrios. Algunos moscovitas temen que estos distritos suburbanos vayan a convertirse en guetos, aunque hay pocas posibilidades de que esto ocurra.
Lugares étnicos
El hecho de que no haya enclaves con una nacionalidad específica en Moscú no significa que no hay restaurantes, centros culturales o escuelas de diferentes países. Lo único que ocurre es que no están concentrados en ningún área en particular. Hay ciertos lugares donde prefieren vivir los extranjeros, pero aún así, no están concentrados en un número suficiente como para convertir cualquier distrito en predominantemente chino, francés o azerbaiyano.
Los alemanes, por ejemplo, tienen predilección por la avenida Vernádskogo, en el suroeste de la ciudad, donde se encuentra la “Deutsche Schule Moskau”, la Escuela Alemana de Moscú. Para matricularse aquí es necesario dominar el alemán, ya que las clases se imparten en esta lengua. Muchas familias alemanas tienden a vivir en un bloque de apartamentos cercano. Pero en general, en el suroeste de Moscú es muy probable que conozcas gente de cualquier parte del mundo, ya que la zona tiene muchas universidades con estudiantes extranjeros.
Los franceses suelen preferir el centro histórico de la ciudad: los distritos de Chístie Prudí, los Estanques del Patriacarca, así como la calle Srétenka. Erwann Pensec, francés que vive en el distrito de Chístie Prudí, declara: “Me he dado cuenta de que hay muchos compatriotas aquí, lo cual no es sorprendente: tenemos una iglesia francesa, una escuela francesa, una cámara de comercio francesa. Cada día oigo gente hablando francés y hay varias familias francesas viviendo en mi edificio”.
Pero en general, es casi imposible localizar extranjeros en Moscú. Se puede encontrar a cualquiera en cualquier lugar, ya sea un estadounidense en las afueras o migrantes de alguna antigua república soviética en el centro. “La gente de los Balcanes, por ejemplo, vive en los apartamentos de sus cónyuges, es decir, en todo Moscú y la región de Moscú”, subraya Dejan Mitevski, de Serbia, pero esto puede ser así para cualquier extranjero.