Bebe vodka como un ruso: estos son los vasos más tradicionales

Estilo de vida
GUEORGUI MANÁIEV
¿Por qué tomarlo siempre en vasitos de chupito cuando hay otras opciones?

1. ‘Stopka’ (‘Riumka’): vaso de chupito de 5o ml

La stopka (también conocida como riumka) es la unidad más pequeña de alcohol y normalmente se utiliza para el licor fuerte. En muchos restaurantes y bares son habituales los vasos de chupito estadounidenses, pero el stopka es de 50 ml. En Rusia, antes de la introducción del sistema métrico (1899), todos los volúmenes se derivaban de un vedró (un cubo de 12,3 litros) y la unidad más pequeña se llamaba shkálik (60 ml).

Tan solo un trago de vodka en la mesa,

el viento llora detrás de la ventana,

los gritos de esta joven luna

anulan en mí un dolor silencioso.

Trago de vodka sobre la mesa (música y letra de E. Grigóriev, interpretada por Grigori Leps)

Actualmente, esta canción popularizada por Grigori Leps, es una de las más famosas de Rusia para referirse a la apocalíptica bebida.

2. Stakán: vaso de 250 ml

En la Unión Soviética se consideraba grosero beber directamente de la botella, así que era normal beber siempre de un vaso, incluso cuando se estaba en la calle o en el bosque. De hecho, mucha gente solía llevar encima algún vaso.

La palabra stakán proviene del turco antiguo y probablemente llegó a Rusia durante la Edad Media, después de la invasión tártara. El clásico vaso soviético de vidrio facetado fue una creación de la escultora Vera Mújina en 1943. Aquí puedes leer cinco hechos sobre esta maravilla del diseño soviético.

Bebimos y tiramos las botellas bajo el banco.

- Será mejor que devolvamos los vasos, dije.

- Puede que los necesitemos más tarde, señaló Bikover.

Compromiso, de Serguéi Dovlátov

3. ‘Chekushka’: 250 ml

En la URSS a una botella de 0,25 litros se le llamaba chekushka. Era la medida que los trabajadores soviéticos tomaban cuando sonaba la sirena del trabajo. Estas botellas se podían esconder fácilmente en un bolsillo o en una bolsa, lejos de las miradas indiscretas del jefe.

Vayan a las aldeas. El viejo Timoja es el único que se acuerda de cómo colocar el arnés a un caballo. Y de cuándo y qué hay que sembrar. Todos lo han olvidado. Son incapaces de hornear una simple barra de pan. Además, cualquier campesino cambiará esta tierra por una chekushka en un abrir y cerrar de ojos. Por no hablar de un ‘pollitra’.

Las colinas de Pushkin, de Serguéi Dovlátov

4. ‘Pollitra’: 500 ml

El nombre de este vaso se traduce como “medio litro”. En la época soviética era el vaso de vodka más grande que se podía comprar. Aunque en comparación con el más grande de la época prerrevolucionaria, el shtof (de 1,2 litros aproximadamente), un pollitra era ligeramente más pequeño.

Se trata del tamaño clásico de una botella de vodka actualmente. En la URSS también llegó a ser una especie de moneda en tiempos de escasez. Lo cierto es que se podía conseguir casi cualquier cosa por unas pocas botellas de vodka.

Semión Petróvich me contó cómo había conseguido una sierra eléctrica. No se puede comprar en ningún lado. Su amigo trabajaba en una instalación donde tenían sierras. Así que le dio dos ‘pollitra’ y su esposa le ofreció seis salchichas ahumadas. A cambio, su amigo le consiguió una sierra.

Norma, de Vladímir Sorokin

5. Botella de vino o de oporto: 700 ml

Además de los recipientes para beber vodka, las botellas de 0,7 se utilizaban y se siguen utilizando para el vino. Pero lo cierto es que la cultura del vino soviético era bastante peculiar. Debido a su baja calidad, las botellas de 0,7 litros tenían un sombrío apodo: ognetushítel (extintor de incendios), lo que implicaba que era una cantidad suficiente de alcohol como para calmar la resaca o para emborracharse rápidamente.

Sobre todo era así con el oporto. No se parecía en nada al verdadero oporto, sino que era una especie de vino dulce pero más fuerte. Era muy popular entre los borrachines que querían embriagarse de forma rápida y barata.

Vivíamos sin escondernos las emociones y no teníamos peleas. Si alguien quería beber oporto, se ponía de pie y decía: “Chicos, quiero beber oporto”. Y todos decían: “Bien. Bebe oporto. Entonces, todos beberemos oporto contigo”.

Moscú-Petushkí, de Venedikt Yeroféiev

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