La primera vez que vine a Rusia me sorprendió mucho. Imagina: Moscú, 1994, un periodo de cambios, un servicio terrible en el aeropuerto, taxistas locos. La habitación de hotel que reservé estaba vacía, así que tuve que pedir otra. En ese momento pensé que nunca volvería a este país.
Una vida completamente nueva
Sin embargo, en 2010 el director de la empresa Liebherr, donde ahora trabajo como inspector técnico para el departamento de servicio al cliente, me pidió que fuera a Rusia para ayudar a nuestras estaciones de servicio. No me tomó mucho tiempo decir “Sí, ¿por qué no?”. Durante los últimos 33 años he estado viajando por todo el mundo mientras trabajaba para la compañía. Pensé que no podía estar tan mal.
Hoy diría que fue una decisión correcta. Volví a Moscú y vi una nueva Rusia. Me impresionó ver cuánto había cambiado y cómo me acogió la gente. Ahora lo sé con seguridad: no puedo confirmar ningún tópico sobre la inseguridad de Rusia.
No puedo enumerar todos los lugares a los que he viajado durante los últimos ocho años. Rusia es el país más importante para mí. He ido de Moscú a San Petersburgo, a Arcángel, Novi Urengói, Pechora, Novosibirsk, Kémerovo, Nériungri, Vladivostok, Magadán, Sajalín, Najodka y a muchos otros lugares.
Desde pequeños pueblos a grandes ciudades, desde las zonas de extracción de oro en Magadán y las minas de carbón en Kuzbáss hasta las madereras en Komsomolsk del Amur. Todas las ciudades y pueblos tienen su propia cara. El puerto congelado de Vladivostok, la enorme mina de Mirni o Sochi en verano, son lugares increíbles.
Por qué los rusos son lobos
Comparo a los verdaderos rusos con los lobos. Si estás en su círculo, luchará contigo y por ti. Pero siempre está de caza. Para mí los rusos actuales son totalmente diferentes a los que conocí antes. He vivido en Irán, Brasil y EE UU y he hecho muchos viajes cortos a otros países y pensaba que sabía lo que eran los viajes de larga distancia. Pero venir a Rusia cambió mi forma de pensar.
Viajamos a lugares de difícil acceso, donde nunca irían los turistas. Volamos a Nakin en helicóptero, un lugar en Siberia famoso por sus diamantes. Pero esta no ha sido la experiencia más memorable. Despertarse a -62°C sí que es algo memorable. Hacía tanto frío que todavía puedo sentirlo cuando pienso en ello.
El lugar más salvaje que recuerdo es un sitio de tala de madera a unos 300 a 400 km al norte de Komsomolsk del Amur. No hay carreteras. Las personas que trabajan allí tienen, en mi opinión, el trabajo más difícil del mundo. Viven en medio del bosque, sin tiendas. No sé cómo lo hacen.
Personalmente me gustan los pequeños lugares aislados (como la ciudad de Nériungri en Yakutia). Los lugareños viven con mucho menos que nosotros. Son abiertos y amigables. Si paras tu coche en medio de la nada, de repente aparecen conductores y te preguntan si todo está bien y te ofrecen ayuda.
Tuve 36 horas de clases de ruso en Austria, sé leer y puedo encargar las cosas del día a día, pero mi ruso sigue siendo muy pobre. Afortunadamente, dondequiera que viajo tengo un traductor.
Todos mis compañeros de trabajo que viajan conmigo me cuidan. En este punto me gustaría dar las gracias a Denís Ternikov, jefe de servicio de Liebherr, por el gran apoyo que me ha brindado durante el tiempo que he estado viajando por toda Rusia.
No olvides el vodka
Cuando estoy en Rusia nunca echo de menos la comida europea. Incluso en Magadán, donde tenemos que cocinar nosotros mismos (en las tiendas locales puedes conseguir todo lo que necesites). Denís, la primera persona que viajó conmigo por Rusia, dijo: “Roman, todo lo que necesitas en Rusia es un poco de pan, un poco de mantequilla y 250 g de vodka”.
En general, paso entre 150 y 200 días al año en Rusia. Mi buena relación con todos mis compañeros de trabajo me ayuda a sobrevivir aquí.
He visto tantos lugares increíbles, he conocido a tanta gente agradable y me he divertido tanto. ¡No puedes seguir siendo la misma persona después de viajar por el país más grande del mundo!
Andrea, una joven colombiana, nos cuenta su experiencia en Rusia.