Hay más de 10 millones de personas de origen ruso viviendo en todo el mundo. Muchos de ellos no hablan ruso, aunque todo el que piensa en sus raíces, tiene algo de lo que sentirse orgulloso y los rusos no son una excepción.
Quizá no sea lo más obvio, pero piénsalo. Desde principios del siglo XX hasta hoy la gente en Rusia ha sobrevivido a la Primera Guerra Mundial (unos dos millones de soldados muertos), dos revoluciones en 1917 y una guerra civil, con más de diez millones de muertos.
La Segunda Guerra Mundial acabó con 26,6 millones de víctimas soviéticas (tanto soldados como civiles), según las estadísticas oficiales. La URSS perdió más gente que cualquier otro país, incluida Alemania. Añade a eso las víctimas de las purgas estalinistas y los que murieron de hambre o por desastres naturales y podrás sentir el orgullo de que tus ancestros sobrevivieran a todos estos sucesos, antes de dar a luz a tus abuelos, a tus padres y finalmente a ti.
Si hablamos de la Segunda Guerra Mundial, según las encuestas, la victoria sobre la Alemania nazi ha sido durante más de 20 años consecutivos la principal fuente de orgullo del país.
Para los rusos fue algo más que un triunfo, supone la memoria compartida de la derrota del mal absoluto. Las naciones aliadas que lucharon contra el nazismo, tenían razones para estar orgullosas. Rusia, que fue la que más bajas sufrió, no es una excepción.
En cualquier parte del mundo si preguntas a un escritor, a un profesor o a alguien familiarizado con la literatura si han oído hablar de Lev Tolstói y de Fiódor Dostoievski. Todos te dirán que sí.
Estos ases de la palabra del siglo XIX, que exploraron el alma humana; su belleza, su fealdad, el dolor están siempre de moda, no menos que Shakespeare o Cervantes. Añade a eso las obras tragicómicas de Antón Chéjov, que todavía se representan, el gran legado de Vladímir Nabókov o los poemas de Alexander Pushkin, por mencionar solo algunos nombres, y te darás cuenta de que la literatura es algo de lo que definitivamente alguien de origen ruso puede estar orgulloso.
Yuri Gagarin.
Alexander Mokletsov/SputnikEn 1961 el piloto ruso Yuri Gagarin, la primera persona en viajar al espacio exterior, se convirtió en un superhéroe de carne y suelo. Tras su logro viajó por todo el mundo y se reunió con gente de toda condición, desde ciudadanos de a pie hasta la Reina de Inglaterra. Unió el mundo, aunque no durara mucho.
Los récords rusos (o soviéticos) en el espacio no se limitan a Gagarin. En 1963 Valentina Tereshkova se convirtió en la primera mujer en el espacio y dos años después, su colega Alexéi Leónov hizo la primera caminata espacial de la historia, tras abandonar su cápsula durante 12 minutos.
Obviamente, nadie puede ser el primero en todos lados. EE UU fueron los que antes llegaron a la Luna. Pero de lo que no hay duda es que es una de las naciones más cercanas al espacio.
Los rusos suelen tomar algo bello e interesante de una cultura extranjera y lo reimaginan a su manera. Fíjate en el ballet; llegó a Rusia en el siglo XVIII (comparativamente tarde, ya que la época del ballet en Francia comenzó en 1581). Sin embargo, los rusos fueron capaces de perfeccionar el arte hasta tal punto que a principios del siglo XX, el ballet ruso impresionó a Europa. Ocurre algo similar con el arte, las vanguardias rusas, la arquitectura (las iglesias ortodoxas) y los compositores clásicos, como Chaikovski o Shostakóvich, por nombrar a unos pocos.
Para resumirlo podemos usar las palabras de un viejo anuncio en el que aparecía el actor estadounidense David Duchovny en el que se imagina a sí mismo como ruso y se pregunta cómo sería su vida. “Si fuera ruso, tendría muchas cosas de las que estar orgulloso”, concluye.
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