1. Centro histórico de Yaroslavl
Yaroslavl está situada en la confluencia de los ríos Volga y Kótorosl. Es la capital de la región (y la capital no oficial del Anillo de Oro) y una hermosa ciudad con una historia milenaria, cuyos monumentos están representados en el billete de 1.000 rublos. La ciudad es a la vez muy moderna, con bares y restaurantes para todos los gustos, rica en historia y cuenta con un patrimonio cultural increíble. Así que se puede pasar mucho tiempo visitando sus monumentos y templos... (no te pierdas el Museo-Reserva de Yaroslavl y la Iglesia del profeta Elías, del siglo XVII).
Aunque no te gusten los museos, te recomendamos que visites el museo-diorama Anillo de Oro, donde en una sola sala podrás ver los principales monumentos de todas las ciudades del Anillo de Oro, en miniatura. Y no se trata sólo de ver la arquitectura estática en miniatura. Por aquí circulan trenes y coches, funcionan centrales eléctricas, se oyen las campanas. Cada 10 minutos cae la noche, y en las ciudades se encienden las luces (incluso hay luz en las ventanas de las casas residenciales).
Tanto adultos como niños disfrutarán de esta atracción. Puedes ver más vídeos y fotos aquí.
2. Museo de locomotoras de vapor en Pereslavl-Zaleski
Es la primera ciudad de la región, que un turista encuentra en el camino de Moscú a Yaroslavl, y forma también parte del Anillo de Oro. Pereslavl-Zaleski es famosa por el hecho de que Pedro el Grande entrenó a su flotilla de diversión en el lago local Pleshchéievo (hay un museo en la ciudad, donde se exhibe el barco Fortuna, que, según la leyenda, fue construido por el propio Pedro I).
En Pereslavl se encuentra también una de las iglesias más antiguas conservadas de Rusia - la Catedral de la Transfiguración, del año 1152. Y en general aquí casi en cada casa hay un museo único dedicado a un tema en concreto, desde hierros hasta discos de gramófono. Uno de los más insólitos se esconde en un bosque situado no lejos de la ciudad: es el Museo al aire libre del ferrocarril de Pereslavl, donde se muestran diferentes locomotoras de vapor y vagones de principios del siglo XX. Y además, podrás montar en una auténtica dresina.
Lee aquí una guía detallada de Pereslavl-Zaleski.
3. El lago Pleshchéievo
Pereslavl se encuentra a orillas de una masa de agua bastante grande. Este lago es famoso porque Pedro el Grande entrenó aquí su flotilla de diversión. En la orilla hay un museo donde se expone el barco Fortuna, que, según la leyenda, fue construido por el propio Pedro I.
Cerca del lago Pleshchéievo hay un antiguo artefacto de la Rusia pagana: la sagrada Piedra azul. Se trata de un enorme peñasco (se supone que pesa unas 12 toneladas), que cambia su color a azul después de llover. La piedra era venerada por los lugareños en la época precristiana, pero incluso con la adopción de la ortodoxia se le atribuyeron propiedades místicas (se suponía que tenía poderes impuros).
Pleshchéievo es un paraíso para los ecoturistas; hay muchas aves y animales raros, bosques y lugares pintorescos en los alrededores. Puedes alojarte en uno de los centros recreativos o montar una tienda de campaña y disfrutar de las vistas, pasear en barco o navegar. También hay una escuela de cometas, y en verano se celebran festivales de globos.
4. Kremlin de Rostov
La siguiente ciudad en el camino es Rostov Veliki (no la confundas con la ciudad Rostov del Don que está al sur). Su principal atractivo es el kremlin de piedra blanca, de increíble belleza. Aquí se rodaron muchas escenas de la comedia de culto soviética Iván Vasílievich cambia de profesión.
Curiosamente, este kremlin no es una estructura defensiva como en otras ciudades. Fue construido como residencia del metropolita de Rostov Jonás III entre 1650 y 1680. Los altos muros con aspilleras y torres de observación son más bien una estilización y un homenaje a la moda arquitectónica.
En su interior visita la antigua Catedral de la Asunción, deberías ver el iconostasio y los frescos, así como pasear por el pintoresco jardín. En el refectorio local podrás degustar pasteles con kvás, hidromiel o sbiten.
Como recuerdo llévate una pieza de joyería hecha con la técnica del finift de Rostov, una antigua artesanía local.
5. Úglich, la ciudad donde se hizo historia
Una pequeña ciudad situada en la pintoresca orilla del río Volga es conocida en toda Rusia. Pero no por sus antiguas iglesias o su naturaleza, sino por ser el lugar donde se cometió el asesinato del zarévich Dmitri, que interrumpió la dinastía Rúrika y dio comienzo al Período Tumultuoso.
Las principales atracciones de la ciudad se encuentran en el kremlin, y a su alrededor hay puestos de suvenires y un nuevo malecón con cafés de moda.
Visita las cámaras de los príncipes de Úglich, del siglo XV, así como la Iglesia de San Dimitri sobre la Sangre Derramada, construida en el lugar del asesinato del zarévich; en su interior hay fantásticas pinturas.
6. Mishkin, ciudad de los ratones
Los cruceros que recorren el río Volga hacen una parada aquí obligatoriamente. Se trata de la ciudad más bonita (y mona) de toda la región, cuyo pequeño centro ha conservado el espíritu de la antigüedad rusa. Gracias a su nombre (“Mishkin” significan “de los ratones”), el ratón se ha convertido en la marca de esta ciudad. Y ahora los ratones (no de verdad) están absolutamente por todas partes aquí. Hay un museo especial dedicado al ratón y se venden recuerdos a cada paso: ratones de diferentes tamaños y formas.
Se considera especialmente valioso comprar un pequeño ratón de arcilla y guardarlo en el bolso: los lugareños creen que atrae dinero. También en la plaza donde atracan los cruceros del Volga se vende una docena de tipos de pescado fresco ahumado. Y desde el campanario de la Catedral de San Nicolás el Maravilloso hay una preciosa vista del Volga.
7. Ríbinsk, una ciudad retro
Otra ciudad del Volga es Ríbinsk. Aquí se puede sentir la atmósfera de la rica vida mercantil - la ciudad era un verdadero centro de comercio, que, entre otras cosas, vendía el pescado. Hay un museo de los hermanos Nobel, que desarrollaron la industria petrolera en la ciudad y en el Volga.
Pasear por Ríbinsk es un placer. Hoy el principal atractivo de la ciudad son sus carteles, hechos al estilo retro mercantil. Incluso los bancos modernos y las tiendas sorprenden a los visitantes con carteles prerrevolucionarios. Ríbinsk también tiene un hermoso y larguísimo malecón e incluso su propia Plaza Roja, que, a pesar del monumento a Lenin, podría pasar por una típica plaza europea.
8. El pueblo más bonito de Rusia
El pueblo de Viátskoie, a 40 km de Yaroslavl, está considerado el más bonito de Rusia (al menos, según la Asociación “Los pueblos más bonitos de Rusia”). En los últimos años se ha convertido en una auténtica meca para los turistas. El centro ha sido restaurado al estilo art nouveau de principios del siglo XX, con pavimento de piedra y edificios antiguos.
Hay museos para todos los gustos (incluido el Museo del emprendimiento ruso), tiendas con suvenires y delicias locales, dulces y licores, y numerosos cafés.
9. Monasterio San Borís y San Gleb
Entre Rostov y Úglich se encuentra un monasterio antiguo y muy importante. Fue fundado en 1363 por los monjes Fiódor y Pável con la bendición de Sergio de Rádonezh, que según la leyenda eligió este lugar (nació no lejos de aquí). El monasterio fue siempre un centro de distrito, lo visitaban los zares, poco a poco se fue formando un pueblo a su alrededor, se celebraban ferias y comercios.
Durante la época soviética se interrumpieron aquí los servicios y se inauguró un museo, pero hoy el monasterio ha vuelto a abrir sus puertas. Los impresionantes muros del monasterio y la imponente Iglesia de la Puerta hablan de su antigua grandeza.
10. Tutáiev
La ciudad recibió este nombre después de la Revolución, pero antes se llamaba Románov-Borisoglebsk. Era conocida por su fábrica de aceite mineral, así como por sus fábricas de lino y pieles (en el siglo XVIII aquí criaron su propia raza de ovejas Románov).
Ir de una a otra parte de la ciudad sólo es posible en ferry, así que prepárate para navegar u opta por ver sólo una parte. Por ejemplo, la parte Borisoglébskaia, donde podrás contemplar la increíblemente hermosa Catedral de la Resurrección, del siglo XVII. Echa un vistazo al ladrillo azulejo y a las pinturas de la fachada, y en el interior acércate a la principal reliquia del templo: el singular icono de tres metros de altura del Salvador de Borisoglebsk, que se considera obra milagrosa.
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