4 lugares insólitos cerca de San Petersburgo que tienen una historia imperial

Muy a menudo los turistas extranjeros se limitan a  visitar dos lugares importantes fuera de San Petersburgo: Peterhof, y el palacio de Catalina en Tsárskoie Seló. Aquí está nuestra guía de cuatro lugares que pocos visitantes ven, pero que sin duda merecen una visita.

1. Parque de Alejandría

Este parque siempre ha estado a la sombra de su pomposo vecino, Peterhof, que recibió a 5,3 millones de turistas en 2017 gracias a sus fantásticas fuentes y espléndidos palacios. Construida como dacha privada de Nicolás I, Alejandría lleva el nombre de su esposa, Alexandra Fiódorovna. Aunque un gobernante severo, Nicolás era un marido cariñoso, tratando a su esposa como una verdadera dama. Por eso su residencia tiene un romántico parque ajardinado, una capilla construida en estilo neogótico y el palacio Cottage, que se parece más a una casa de campo inglesa.

“Me encanta Alejandría por los pocos turistas que te encuentras, los ancianos que lo frecuentan y los increíbles atardeceres del golfo de Finlandia”, nos dice la guía turística Natalia Dubovik, que a veces muestra este lugar a los visitantes curiosos. “No da la impresión de la residencia imperial de lujo que los extranjeros esperan ver en San Petersburgo, sino que se siente muy humana. Es fácil imaginar cómo vivió allí Nicolás I con su familia, criando a sus hijos y practicando deportes cuando se ve el reconstruido patio de recreo de madera del siglo XIX”.

Los lugareños también admiran la fauna y flora del parque, con numerosos cocodrilos, hierbas aromáticas y cedros siberianos.

Cómo llegar: ver este enlace

2. Oranienbaum

Situado en la misma costa, pero más al oeste de Peterhof, este parque fue creado en 1711 como residencia del conde Alexánder Ménshikov, primer gobernador general de San Petersburgo y el amigo más cercano de Pedro el Grande. No está del todo claro por qué el parque recibió un nombre que suena a alemán. Según la leyenda, cuando Pedro entregó esta tierra a Ménshikov, sus sirvientes descubrieron un invernadero lleno de naranjas amargas con la inscripción “ORANIENBAUM”, escrita en letras grandes sobre cada una de ellas.

En la segunda mitad del siglo XVIII, el parque se convirtió en la dacha privada de Catalina la Grande, que encargó la construcción del palacio Chino. Daría Máshkina, nativa de San Petersburgo, la compara con una joya escondida en el bosque: “Entras y te quedas sin respiración. Las pinturas de los paneles de seda parecen estar vivas, con pájaros y plantas exóticas; los magníficos suelos de madera; las decoraciones de las paredes hechas de marfil, por mencionar sólo algo”.

Como no fue ocupado ni destruido por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, el palacio es la única residencia real de estilo rococó que ha conservado su autenticidad.

Cómo llegar: peterhofmuseum.ru

3. Parque de Alexánder en Tsárskoie Seló

Este parque y el palacio llevan el nombre de Alejandro I, quien lo recibió como regalo de bodas de su abuela, Catalina la Grande. El último zar ruso, Nicolás II, amaba este lugar, y en 1905 lo convirtió en su residencia familiar. Junto con su esposa e hijos, fue mantenido bajo arresto domiciliario allí antes de ser exiliado a Siberia en agosto de 1917.

Caminando por el parque de Alexánder, de unas 200 hectáreas, los visitantes pueden viajar a través del tiempo y el mundo. El gran puente Chino y el elegante arco el Gran Capricho trasportará a cualquiera a la época de Catalina la Grande, cuando el arte chino estaba de moda en la corte. Los niños estarán encantados de subir a la colina artificial, el monte Parnaso, cuyo nombre proviene de la mitología griega. Los pabellones del Arsenal y de la torre Blanca recuerdan a la arquitectura medieval.

Cómo llegar: tzar.ru

4. Fortaleza de Oréshek

Situado en una isla, este fuerte es el lugar perfecto para viajar a la época prepetrina, antes de que la ciudad fuera construida. El tratado de paz firmado en 1323 se convirtió en el primer acuerdo fronterizo entre Suecia y la República de Nóvgorod. Sin embargo, los novgorodianos continuaron luchando constantemente contra los suecos por estas tierras, pero estos últimos finalmente se apoderaron de ellas en 1611. Lo mejoraron significativamente y hoy en día los turistas pueden entrar en la última torre sueca que queda allí.

La fortaleza fue rebautizada como Nöteborg (“fortaleza de las nueces”), y el nombre ruso, “Oréshek”, tiene el mismo significado. Desempeñó un papel crucial durante la Gran Guerra del Norte: Pedro el Grande participó personalmente en su asalto en 1702, y esta victoria le permitió bajar por el río Nevá y fundar San Petersburgo un año más tarde. Pero entonces el lugar perdió su significado estratégico y se convirtió en una brutal prisión política. Los visitantes pueden ver las viejas celdas y el lugar donde Alexánder Uliánov, hermano de Vladímir Lenin, fue ahorcado.

Cuando estés cansado de la historia y de los trágicos destinos de los prisioneros, disfruta de un picnic cerca de las murallas de Oréshek y de las vistas del lago Lágoda, así como de los pescadores y aves locales. Ten en cuenta que la fortaleza sólo está abierta del 1 de mayo al 31 de octubre, y debes tomar un barco para llegar a ella.

Cómo llegar: spbmuseum.ru

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