¿Qué unía a Catalina la Grande con Denis Diderot?

'Denis Diderot dirigiéndose a Catalina la Grande', por Gunnar Berndtson. Año 1893

'Denis Diderot dirigiéndose a Catalina la Grande', por Gunnar Berndtson. Año 1893

Dominio público
El filósofo francés viajó a San Petersburgo en 1773 como invitado de la corte de Catalina II y ejerció de consejero durante unos meses, cuando tuvo lugar este interesante encuentro entre ambos.

La emperatriz Catalina la Grande acogió a Denis Diderot como huésped en su corte en el año 1773. El filósofo pasó varios meses como consejero de la emperatriz. El resultado del intercambio entre el escritor ilustrado y la emperatriz fue un manuscrito, encontrado por un bibliotecario y posteriormente adaptado por Maurice Tourneux. Fue publicado en París en el año 1899, bajo el nombre Diderot et Catherine II. Este documento contenía preguntas y respuestas referidas a la situación económica y social del Imperio ruso. 

Catalina II nació en Polonia como Sofía Fredericke Auguste von Anhalt-Zerbst, hija de un príncipe alemán. Sin embargo, su destino se unió a Rusia al casarse con el heredero del trono ruso, Pedro de Holstein.

Rápidamente consiguió hacerse con un círculo de influencia mucho más amplio que el de su marido en la entonces joven ciudad de San Petersburgo. Cuando su marido llegó al poder como Pedro III, la Guardia Imperial lo derrocó al poco tiempo y convirtió a Catalina en emperatriz. Poco después, Pedro fue asesinado.

Se dice que Catalina II fue una déspota ilustrada, ya que se interesó mucho por el intelectualismo francés, financió a escritores franceses y llevó a cabo reformas como la creación de escuelas para niñas y una facultad de medicina para el cuidado de sus súbditos. No en vano, su ambición era la de dirigir un imperio fuerte, sirviéndose del bastón de la intelectualidad occidental. Sin embargo, las medidas que tomó en beneficio de la clase dominante fueron mucho más evidentes, gracias a la capacidad de los ricos para apoderarse de siervos y territorios a expensas de los más pobres.

‘Llegada de Catalina II a Feodosia’, de Iván Aivazovski. Año 1883.

El malestar popular así provocado desembocó en una rebelión liderada por el cosaco Yemelián Pugachov entre 1773 y 1775, que duró hasta que fue completamente reprimida por las fuerzas militares. A partir de entonces, el gobierno dio un giro aún más reaccionario, prosiguiendo su política expansionista que llevó a la conquista de Crimea y de nuevos territorios en Polonia, Lituania y los alrededores del mar Negro. Poco después, la Revolución francesa llevó a Catalina a ver con malos ojos las ideas liberales a las que antaño había estado unida. Se dice que antes de su muerte, en 1796, planeaba una coalición contra Francia.

'Denis Diderot dirigiéndose a Catalina la Grande', por Gunnar Berndtson. Año 1893.

Denis Diderot, ilustrado radical, inconformista y miembro de la Academia francesa, ideólogo, precursor de la Revolución francesa y provocador, nació en Langres en 1713 y murió en París en 1784. Fue el creador de la Enciclopedia junto con Jean-Baptiste le Rond d'Alembert, lo que le catapultó a la fama. Sin embargo, tuvo dificultades económicas porque no poseía los derechos de autor y se vio obligado a vender su biblioteca, que Catalina II compró, acordando que los libros llegarían a San Petersburgo sólo después de la muerte del filósofo, y pagándole por el mantenimiento de la biblioteca.

Diderot viajó a San Petersburgo en 1773 como invitado de la corte de Catalina II, y ejerció de consejero durante unos meses cuando tuvo lugar esta entrevista. El primer encuentro entre el pensador y zarina se efectuó a la semana de su llegada, en un baile de disfraces que tuvo lugar en el Palacio de Invierno. Durante los meses por llegar, Diderot y Catalina II mantuvieron conversaciones preparadas con antelación por el francés durante varias horas a la semana.

El entorno social de Diderot se limitaba a los franceses que allí habitaban y a la élite intelectual que hablaba en francés. Estos últimos se sintieron decepcionados con la negligente y excéntrica personalidad del pensador a la hora de vivir en la corte, y no entendían cómo un personaje así podía seducir a la emperatriz. No fueron los únicos en hacerse eco de las extravagancias del filósofo: Leopold von Sacher-Masoch, autor de La Venus de las pieles, escribió en la segunda mitad del siglo XIX una farsa que llevaba por nombre Diderot en Petersburgo, donde imagina una grotesca escena en la que Diderot intenta convencer a los miembros de la Academia de Ciencias de la existencia de monos parlantes. Catalina II, incrédula, le pide que demuestre que tales animales existen. Diderot, en su empeño por cubrir todas las satisfacciones de la zarina y perdidamente enamorado de ella, se disfraza de mono. Lagétchnikov, miembro de la Academia, se dispone a disecarlo cuando es descubierta la patraña.

¿Qué relación tenía Diderot con Catalina II?

Estampilla soviética en homenaje al 250º aniversario del nacimiento de Diderot. Año 1963.

Diderot contaba, sin embargo, con un gran ingenio para tratar con la zarina, como se ve reflejado en el documento que recoge la sucesión de entrevistas entre ambos. Se rumoreaba que, durante este periodo, fue amante de la emperatriz. Verdadero o no, lo cierto es que ambos estaban desencantados con su relación, habiendo expresado Catalina lo siguiente: “Todos sus grandes principios, los cuales entiendo perfectamente, aunque están muy bien para los libros, harían un triste trabajo en la práctica. Usted olvida en todos sus planes de reforma las diferencias entre sus dos posturas: usted trabaja sólo sobre el papel, que se presta a todo; es obediente y flexible y no pone obstáculos ni a su imaginación ni a su pluma; en cambio yo, pobre emperatriz, trabajo con la naturaleza humana”.

Diderot, por su parte, se convirtió poco a poco en un republicano convencido que ya no confiaba en los monarcas ilustrados, y cuyo pensamiento era cada vez más radical.

A lo largo de la entrevista, encontramos diferentes temas como la demografía rusa, economía, la religión, las minorías étnicas y religiosas y, sobre todo, la jerarquía social en Rusia. Diderot insinúa un cambio en el imperio desde dentro, a través de la educación pública, la igualdad civil, el surgimiento de una nueva clase de comerciantes, el urbanismo y el énfasis en el desarrollo de las ciudades y de la industria, entre otras propuestas polémicas como la supresión del vasallaje, el divorcio y la eliminación de ciertos privilegios de los que gozaba nobleza. Todo ello es sugerido por el filósofo entre halagos, rimbombancias y figuras literarias. Se cree también que el francés preparaba la edición de una Enciclopedia rusa, de la que esperaba un recibimiento mejor por parte de la población rusa del que tuvo la edición francesa en el momento de su publicación, pero este proyecto nunca fue llevado a cabo. El ingenio presente en las preguntas y respuestas es sorprendente, aunque para Catalina II sirvieran para justificar el despotismo existente y las injusticias sociales.

Vemos que, una vez más, San Petersburgo es la puerta de entrada de la erudición y el conocimiento occidental a Rusia. Gracias al documento que adaptó Maurice Tourneux, obra que recupera de forma clara y organizada la entrevista que tuvo lugar, podemos saber más sobre el pensamiento de Catalina la Grande, de la mano de uno de los personajes imprescindibles de la Ilustración, Denis Diderot. Es, también, un gran testimonio del encuentro entre filosofía y poder.

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