¿Te gustaría dormir en la habitación de Stalin en Sochi? Pues alquílala

Viajes
NIKOLÁI SHEVCHENKO
Si no se te pone el pelo de carne de gallina, es posible dormir en la misma cama que el mandatario soviético.

En septiembre de 1936 se extendió por Alemania, y después por EE UU, el rumor de que Stalin estaba críticamente enfermo. Los periódicos sugerían que la salud del líder soviético era tan mala que no iba a poder continuar gobernando el país y que en el Kremlin había una intensa lucha por el poder.

El Gobierno soviético negó esos rumores de manera vehemente y ofreció una explicación alternativa a la inusualmente prolongada ausencia del mandatario del foco público. Stalin, dijeron, estaba de vacaciones y lo más probable es que estuviera en Sochi, una ciudad turístico en la costa del Mar Negro.

Pero cuando el río suena, agua lleva, así que se puede decir que ambas versiones eran acertadas. Stalin tenía problemas de articulación y en los pulmones y por eso los baño de Matsesta en Sochi le resultaban beneficiosos. Pero lo más importante es que su nueva residencia en Sochi se completó en 1936.

¿Está registrado?

Aunque suene bastante raro, en la actualidad es posible registrarse para acceder a la habitación ocupada por el temido Stalin. Una vez que el principal ocupante desapareció hace mucho tiempo, los gestores de la dacha de Stalin en Sochi están dando uso a las habitaciones vacantes y las arrendan para aquellos viajeros que así lo quieran.

La residencia de Stalin es un complejo verde chillón situado en una colina encima del sanatorio Zeliónaia Rocha en Sochi. El ambiente es bastante espartano: pequeñas habitaciones llenas de viejos muebles soviéticos y luces oscuras sorprenden al viajero moderno como reliquias de un pasado ya acabado. Pero hay que tener en cuenta que todo lo que hay en este complejo es auténtico.

“Esto no es un museo. No hacemos publicidad y no tenemos una página web o una caja registradora”, dice una guía local que lleva a los turistas alrededor del complejo independientemente del estatus que tenga la casa de acogida.

Tras la muerte de Stalin en 1953 se dejaron de utilizar unas 20 residencias de retiro. Nikita Jrushchov, que organizó la desestalinización del país, reacondicionó las dachas de manera discreta. Como se consideraba que Sochi era una de las ciudades de retiro, las autoridades locales comenzaron la construcción de un sanatorio en el lugar en el que se encontraba la residencia de Stalin. En 1968, las 12 habitaciones -incluida la que estaba reservada para el líder de la URSS- dieron la bienvenida a los primeros visitantes.

Hasta la actualidad la residencia se ha mantenido como parte de una complejo para visitantes, lo que en ocasiones crea ridículos problemas al personal.

“En una ocasión tuvimos que hacer un tour para una serie de importantes visitantes a la dacha, pero las habitaciones ya estaban reservadas. Entonces llevamos a todo el mundo que estaba alojado ya en un improvisado viaje a Sujumi (ciudad en Abjasia, a unos 150 km al oeste de Sochi). Los montamos en autobuses y los enviamos a Abjasia. "Mientras tanto, los visitantes importantes pudieron hacer su visita guiada por la residencia”, comenta uno de los empleados.

En construcción

Este año hay una parte de la residencia que está en proceso de renovación. Recibe a los visitantes que deseen darse una vuelta por la parte que no está en obras pero no es posible alquilar las habitaciones.

El próximo año acabarán las obras de renovación y cualquiera podrá ocupar la habitación que antes utilizaba Stalin, los miembros de su familia y la gente cercana al mandatario. Mientras tanto es posible jugar con su ajedrez, probar su palo de billar -modificado expresamente para su mano inoperante- y tomarse una foto con el propio mandatario soviético, bueno, con su estatua de cera, si somos precisos.