El banco de los BRICS emite 450 millones de dólares en bonos verdes.
Alexandr Kryazhev/RIA Novosti3.000 millones de yuanes (448,5 millones de dólares) en bonos verdes que se destinarán a la realización de proyectos ecológicos. La emisión de estos instrumentos financieros ha sido una de las primeras operaciones del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, creado como alternativa al Fondo Monetario Internacional. La mayoría de las empresas interesadas son chinas, que cada vez muestran más interés en la construcción de centrales solares y eólicas rusas.
“El mundo entero está apostando por mejorar la situación ambiental, y el banco de los BRICS no es una excepción, ya que los países miembros de esta organización también tienen problemas ecológicos”, declaraba el experto de Finam Management Dmitri Baránov. “La decisión del banco es lógica. Sus recursos pueden ayudar a resolver algunos de estos problemas mejorando la situación en Rusia y el resto de países”.
En Rusia las energías renovables tienen unas raíces profundas.
La primera central hidroeléctrica del país se construyó en 1892, en la región siberiana de Altái, y producía energía con sus cuatro turbinas de madera, cada una con una capacidad de 45 kilovatios. En la década de los años 30 la URSS fue el primer país del mundo que construyó las primeras centrales eléctricas con energía geotérmica.
Actualmente el 17 % de la energía total de Rusia se produce a partir de fuentes alternativas. Sin embargo, no ha habido programas estatales de apoyo a las energías renovables durante mucho tiempo en el país. Fue tan solo en 2013 cuando se implementó el primer programa de este tipo.
Según este programa, en 2024 habrá en Rusia un total aproximado de 1,5 gigavatios de centrales solares, 3,6 gigavatios de centrales eólicas y 900 megavatios de pequeñas centrales hidroeléctricas. El programa ya ha comenzado a dar frutos y los inversores se han comprometido a construir centrales solares con una capacidad total de 904 megavatios.
Estos proyectos han atraído fundamentalmente a inversores chinos. Por ejemplo, Solar Systems, empresa subsidiaria de la empresa china Amur Sirius, ha anunciado que planea invertir hasta 1.000 millones de dólares en proyectos rusos de energía solar. Los inversores chinos tienen previsto construir tres centrales eléctricas que producirán un total de 175 megavatios.
Las grandes corporaciones rusas, incluidas las empresas estatales, invierten activamente en energías alternativas. RusHydro, el mayor operador ruso de centrales hidroeléctricas, planea construir minicentrales con PowerChina. La inversión alcanzará los 1.700 millones de dólares en 2020. Además, RusHydro también prevé construir 139 centrales solares, 35 centrales eólicas y dos granjas eólicas.
Rosnano, empresa estatal de desarrollo de nanotecnología, también se muestra muy activa en el ámbito de las energías alternativas. Rosnano está dispuesta a ofrecer a China sus paneles solares, declaraba el presidente Anatoli Chubais durante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, celebrado en junio. Además, Rosnano está negociando con varios socios chinos sobre la inversión en energía eólica rusa.
“En Rusia se ha producido un cambio que pocos han notado y las decisiones recientes han mostrado que además de la energía solar, Rusia comenzará a realizar proyectos de energía eólica”, declaraba Chubais en el canal de televisión Rossiya-24. En particular, Rosnano ya ha creado dos fundaciones con inversores chinos para desarrollar energías alternativas”.
La atención prestada por Rusia y China al desarrollo de energías alternativas responde a una tendencia global. Según un informe de 2015 de la Agencia Internacional de las Energías Renovables, en 2030 la capacidad total de todas las centrales solares del mundo será más de 10 veces mayor y se incrementará desde los 227 gigavatios actuales hasta los 1760-2500 gigavatios. La agencia opina que los mercados con mayor potencial en este ámbito son Rusia, Brasil, China, Israel, Jordania, México, Filipinas, Arabia Saudí, Sudáfrica y Turquía. Como vemos, tres de los países de los BRICS se encuentran en la lista.
“Las energías alternativas gozan de gran interés en la colaboración entre Rusia y China”, señala Iván Kapitónov, profesor de la Escuela Superior de Administración de Empresas de la Academia Presidencial Rusa de Economía Nacional y Administración Pública. Kapitónov añade que China, un país relativamente pobre en recursos energéticos, lleva mucho tiempo desarrollando energías alternativas y cuenta con la tecnología más económica y eficaz en este ámbito. Las empresas privadas chinas muestran un particular interés en trabajar con Rusia.
“Rusia y China pueden colaborar perfectamente en el ámbito de las energías alternativas”, comenta Dmitri Baránov, añadiendo que esto responde a la tendencia global del aumento del uso de estas energías y de una conciencia ecológica cada vez mayor. En segundo lugar, esto tiene que ver con la demanda energética de los países: los acuerdos más recientes entre Rusia y China instan a incrementar este tipo de energías. En tercer lugar, ambos países muestran interesantes avances en el sector que pueden desarrollarse con éxito tanto a nivel nacional como internacional.
Los expertos opinan que el gobierno chino es el primer interesado en crear nuevos tipos generación de energía para satisfacer las necesidades del país, y esto convierte al Extremo Oriente ruso en un lugar altamente interesante para los inversores chinos.
Las zonas más contaminadas de China limitan con esta región, y las regiones vecinas de Rusia están desarrollando energías alternativas. Según la Asociación Rusa de Energía Solar, el potencial del Extremo Oriente asciende a un mínimo de 500 megavatios. Por su parte, el socio ruso de PowerChina, RusHydro, ya ha instalado dos complejos eólicos diésel en Kamchatka y uno más en Sajalín. El gobierno de otra región rusa, Yakutia, está construyendo una granja eólica con la empresa japonesa Komai Haltec Inc.
La capacidad de la central es de un megavatio.
El Ministerio de Energía de Rusia y la Corporación Estatal de la Red Eléctrica de China están estudiando la posibilidad de construir una granja eólica al norte del Extremo Oriente. El proyecto incluye la transmisión de electricidad mediante cables de voltaje ultra-alto a China.
“China importa una gran cantidad de electricidad desde sus países vecinos Rusia y Mongolia, e incluso una pequeña parte desde Corea del Norte”, explica Kapitónov. El experto añade que el desarrollo de las energías alternativas en el Extremo Oriente tiene un gran potencial tanto para el consumo interno como para el suministro a China.
“China lleva varios años mostrando interés en comprar electricidad a Rusia y ya ha comenzado a hacerlo. Esto ayudará a garantizar la cantidad de energía necesaria para las regiones del norte del país y a abandonar las centrales de carbón”, declaraba Baránov.
El artículo original se publicó en inglés en Diplomatic Courier.
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