De depender del extranjero a la excelencia tecnológica: breve historia de la aviación militar rusa 2

Ciencia y Tecnología
JAIME NOGUERA
La Segunda Guerra Mundial puso a prueba el músculo de la industria aeronáutica militar rusa. A partir del éxito de las alas soviéticas en este conflicto, sus aviones se consolidaron como una fuerza poderosa a tener en cuenta a nivel internacional.

Breves notas sobre los halcones de Stalin

No fue fácil alcanzar el nivel técnico de la Luftwaffe germana. En 1942, tras los fracasos del periodo inicial de la agresión nazi, los ingenieros soviéticos modernizaron los aviones de las Fuerzas Aéreas del Ejército Rojo. Los antaño revolucionarios aviones de Polikarpov dieron paso a los Lagg, MiG o Yakovlev.

Quizás sin haber olvidado los problemas en este campo de las autoridades de la Rusia Imperial, se intentó resolver el principal problema técnico de la aviación soviética: el mal funcionamiento de los motores.

En el campo de la organización militar, la dirección de la aviación se reorganizó. Los aviones pasaron a formar parte de ejércitos aéreos que se subordinaban a los ejércitos de infantería.Las Fuerzas Aéreas iniciaron una interacción más estrecha con las unidades terrestres y empezaron a resolver misiones comunes.

En cuanto a mejores técnicas, destaca el establecimiento la comunicación por radio entre escuadrillas y aviones separados n 1943 se empezó a equipar los aviones con nuevas radios que también funcionaban como radares.

Sin contar los planes de producción soviéticos, en parte gracias a la gran extensión de la URSS (y al trasladado de fábricas enteras más allá de los Urales) la industria de la construcción aeronáutica alcanzó sus índices más altos de productividad: el número de aeronaves producidas fue tres veces superior al de las pérdidas en combate.

Durante la Gran Guerra Patriótica, la URSS fue, tras los EE UU e Inglaterra el tercer país del mundo en cuanto a fabricación de aviones, con 136.223 aparatos producidos. La Alemania nazi construyó 133.387.

En 1944 la superioridad de los cazas soviéticos fue aplastante.

De puntillas por una animada postguerra y el final de la URSS

En 1946 el gobierno británico permitió a Rolls-Royce vender varios motores turbojet Nene y Derwent V a la Unión Soviética. A Klimov OKB se le dio la tarea de copiar los diseños británicos, sin el conocimiento o permiso de Occidente.

Más adelante, algunas líneas de productos fueron asignadas a aliados dentro del Pacto de Varsovia. Debido en parte a consideraciones políticas, la asignación de la producción se dispersó ampliamente, creando cadenas de suministro en las que el papel de la planificación estatal era primordial.

Cuando se exportaba, existía un tercer nivel en las empresas de exportación gestionadas por el Estado; ni las oficinas de diseño ni las empresas de fabricación eran directamente responsables de la comercialización de sus productos en el extranjero, ni se beneficiaban directamente de la venta de sus productos, sino que se asignaban a las unidades de diseño y producción los recursos que se consideraban necesarios para cumplir los objetivos de producción determinados centralmente.

El camino ascendente de la aviación militar rusa tuvo dos campos más en los que asentarse: Corea, donde aparatos como los MiG-15 causaron verdaderos estragos entre los aviones aliados y Vietnam. En este último conflicto, los pilotos del MiG-17 comenzaron a participar en combates aéreos contra aviones estadounidenses; los primeros crecían en confianza todo el tiempo, ya que podían girar constantemente y escapar de los F-4 más rápidos, utilizando sus cañones para obtener un resultado letal a corta distancia.

Más tarde, con el colapso de la Unión Soviética, el Pacto de Varsovia y el Comecon se produjo una desconexión entre los usuarios finales, las empresas exportadoras, las OKB, las plantas de montaje y los fabricantes de componentes (algunos de los cuales residían ahora en naciones recién independizadas y a veces hostiles). Rusia también se dio cuenta de que segmentos enteros de sus necesidades de aviación se encontraban ahora en esos países extranjeros, por ejemplo, la fabricación de aviones de entrenamiento de jets se había asignado a Checoslovaquia, mientras que Polonia conseguía helicópteros ligeros y aviones de fumigación, Rumania también fabricaba helicópteros ligeros, Antonov se encontraba ahora en Ucrania, y la principal planta de ensamblaje de los aviones de ataque terrestre Sujói Su-25 estaba en Georgia.

Ajustes post-soviéticos

Como otros muchos sectores productivos en el espacio post-soviético, la aviación se resintió en los años 90. Sin embargo, la aviación militar rusa, en lugar de colapsarse, se congeló. EE UU se aprovechó de esto para hacerse con tecnología punta soviética.

Un ejemplo es que en 1995 el fabricante de armas estadounidense Lockheed Martin se ofreció a colaborar con la oficina de diseño Yakovlev (desarrolladora del Yak-141). Esta colaboración duró un año, pero fue un paso emblemático y el primer caso de cooperación técnica militar entre dos antiguos enemigos irreconciliables.

La oficina de diseño Yakovlev facilitó a Lockheed Martin toda la documentación técnica del Yak-141. Poco tiempo después, EE UU presentó un prototipo del caza VTOL que más tarde se conocería como el F-35B. El avión guardaba un parecido “sorprendente con” el Yak-141 soviético.

Sin embargo, en los últimos 20 años, la industria Rusa ha visto el desarrollo y aparición de dos jóvenes aviones que podrían ser un claro ejemplo de la excelencia actual de la aviación militar rusa, el caza de quinta generación Su-57 y el entrenador Yak-130, conocido como el "Iphone volador", así como aparatos no tripulados tan prometedores como el Ojótnik.

También durante las dos últimas décadas se ha cumplido una de las grandes gestas de la aviación rusa de todos los tiempos: la intervención en 2015 en Siria que llevó a la derrota del Estado Islámico, en la que Rusia jugó un papel vital y no agradecido (ni reconocido) en Occidente.

En este conflicto, los aparatos más utilizados en las operaciones contra los extremistas fueron los Sujói, el Su-24M y el Su-25SM, capaces de transportar una cantidad significativa de municiones, principalmente bombas aéreas. Los aviones Su-30, Su-34 y Su-35 también realizan operaciones de combate destruyendo puestos de mando, campamentos y grupos de terroristas.

Que la aviación militar rusa goza en la actualidad de una buena salud lo certifican datos de publicaciones especializadas como Flight International en su informe anual World Air Forces 2021 en el que podemos comprobar que cuatro modelos de aviones rusos figuran entre los diez aviones de combate más populares del mundo.

Nota: Este texto fue presentado por el autor como trabajo de fin del Curso Básico Integral de historia rusa de la academia Rusia Studio.

LEE MÁS: 15 carteles de propaganda que ayudaron a convertir la aviación civil soviética en la mejor del mundo