Recordando la guerra de Vietnam y el papel crucial que tuvieron en ella las armas rusas

 MiG-21 en el Museo de la Fuerza Aérea de Vietnam, Hanói.

MiG-21 en el Museo de la Fuerza Aérea de Vietnam, Hanói.

Dominio público
Hace poco más de 40 años, los vietnamitas irrumpieron en Saigón y sorprendieron a los estadounidenses en ropa interior. Además de montar una valiente defensa de su país, los vietnamitas utilizaron la potencia de fuego de una superpotencia para derrotar a otra.

Para tener una idea de la crueldad con la que se libró la guerra de Vietnam y, lo que es más importante, de la naturaleza arrolladora de la victoria vietnamita, hay que decir lo siguiente: durante el conflicto, los estadounidenses perdieron más de 2.000 aviones; los vietnamitas sólo perdieron 131 aviones.

Este asombroso récord anotado por los vietnamitas contra una superpotencia con recursos militares prácticamente ilimitados, y que contó con el apoyo en combate de aliados como Australia, Corea del Sur y Nueva Zelanda, fue posible gracias a la lucha casi sobrehumana de los militares y civiles vietnamitas.

La guerra comenzó en 1954 y terminó con el triunfo vietnamita el 30 de abril de 1975. Para alcanzar esta rotunda victoria, el pueblo de Vietnam no sólo hizo tremendos sacrificios, sino que hizo que esos sacrificios sirviesen de algo. Los líderes vietnamitas evacuaron ciudades enteras (600.000 de los 800.000 civiles residentes en Hanói se trasladaron de la ciudad al campo y a las montañas); los niños iban a la escuela con hojas pegadas a sus hombros como camuflaje contra ataques aéreos; los camiones de transporte se ocultaban de día en las selvas y se movían de noche, guiados por las luces que colgaban bajo su chasis.

Los ingenieros vietnamitas inventaron puentes sumergibles que no se podían ver desde el aire. También desarrollaron una compleja red de túneles (algunos de los cuales pasaban justo por debajo de zonas controladas por los estadounidenses) para trasladar tropas, alimentos, combustible, civiles y heridos.

Hicieron que cada bala tuviera un motivo práctico para ser usada. El 22 de diciembre de 1972, una unidad antiaérea vietnamita equipada con un cañón de 14,7 mm derribó un caza-bombardero supersónico F-111. Lo más impresionante fue que el cañón antiaéreo sólo tenía 19 proyectiles cuando localizaron la aeronave americana.

Mientras que la moral vietnamita, el patriotismo, el superior entrenamiento y la creencia de que la suya era una causa justa eran factores claramente críticos, la victoria también se debió al flujo virtualmente incesante de armas llegadas desde Rusia.

Durante los años cincuenta y principios de los sesenta, Moscú había aplicado una política de no intervención en el conflicto del sudeste asiático. El primer ministro Nikita Jrushchov, por ejemplo, quería evitar otra crisis nuclear como la que había tenido lugar en 1962 en Cuba. Pero sus sucesores Alexéi Kosiguin y Leonid Brézhnev querían complacer a los miembros de la línea dura en el Ejército soviético y, en consecuencia, aumentaron la ayuda militar.

¡Que vienen los rusos!

En la primavera de 1967, un río de ayuda fluía desde Rusia a Vietnam del Norte.

A finales de la década de 1960, más de las tres cuartas partes del equipo militar y técnico recibido por Vietnam del Norte provenía de Moscú. Serguéi Blágov escribió en Asia Times que Moscú contribuyó con armas esenciales para las capacidades de defensa de Vietnam del Norte contra la guerra aérea estadounidense, incluyendo sistemas de radar, artillería antiaérea, misiles tierra-aire (SAM). “Sin este material, llevar a cabo la defensa antiaérea vietnamita no habría sido viable”, afirmó.

Los suministros militares rusos transformaron completamente la naturaleza de la guerra. A diferencia de lo que se muestra en las películas de Hollywood, los vietnamitas no sólo lucharon con la astucia y el camuflaje, sino que golpearon a los estadounidenses con potencia de fuego a una escala asombrosa. Su arsenal incluía 2.000 tanques, 7.000 cañones de artillería, más de 5.000 cañones antiaéreos y 158 lanzacohetes tierra-aire.

Las nuevas armas (aunque no las últimas en el arsenal de Moscú) eran más avanzadas que las estadounidenses, lo que dio lugar a muchas retiradas del campo de batalla efectuadas por las fuerzas militares estadounidenses. Los aviones estadounidenses se enfrentaron a cielos llenos de SAM y repletos de balas antiaéreas.

Oleadas enteras de aviones estadounidenses fueron expulsadas del cielo porque los vietnamitas disparaban incesantemente sus SAM, sabiendo que más suministros rusos estaban en camino. “En agosto de 1965, los primeros SAMs fueron disparados contra cuatro F-4 Phantom sobre Vietnam, derribando tres de ellos. Esto fue la primera vez que los aviones estadounidenses fueron atacados por SAM”, describe Blágov.

Un McDonnell Douglas F-4 Phantom II de la Armada de EE UU derribado por un SA-2 el 12 de agosto de 1967 cerca de Hanói, Vietnam del Norte.

Bombarderos estratégicos de EE UU fueron derribados después de ser alcanzados por SAMs suministrados por Rusia (los “abuelos” de los actuales misiles S-300 y S-400). Los operarios rusos de estas baterías dispararon misiles contra los bombarderos B-52, que fueron los primeros atacantes derribados sobre Hanói. Uno de estos soviéticos contó a Radio de Rusia: “Después de que llegásemos a Vietnam, los pilotos norteamericanos se negaron a volar” (Sin embargo, después de 1966, las tropas soviéticas dejaron de participar directamente en el combate porque las fuerzas vietnamitas ya habían sido debidamente entrenadas para manejar el equipo soviético, explico la revista rusa Ejo Planeti (Eco del Planeta).

Los aviones que sobrevivieron a estos devastadores ataques fueron luego elegidos como objetivos por los ases de la Fuerza Aérea vietnamita, que volaban MiG-17s y MiG-21s; estos aviones de combate eran dirigidos hacia sus objetivos por radares suministrados por Rusia.

Para hacerse una idea de a lo que se enfrentaban los vietnamitas, en 1965 sólo 30 MiGs combatían contra 660 aviones estadounidenses. Pese a ello, los estadounidenses perdieron 46 cazas F-4, de los cuales 13 fueron derribados por MiGs.

MiG-21 PF de la Fuerza aérea norvietnamita despliega su paracaídas de frenada al aterrizar tras realizar una misión. El avión está armado con misiles aire-aire AA-2 Atoll.

Las fuerzas se igualaron pronto. En 1966 la Fuerza Aérea de Vietnam comenzó a recibir el último interceptor MiG-21. El 7 de julio, dos cazas MiG-21 derribaron un F-105 con un misil aire-aire ruso, creando pánico en la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

A estas alturas, los pilotos vietnamitas se estaban familiarizando cada vez más con sus jets rusos. Roger Boniface escribe en MiGs Over North Vietnam (Los MiGs sobre Vietnam del Norte): “Los pilotos del MiG-17 comenzaron a participar en combates aéreos contra aviones americanos; los primeros crecían en confianza todo el tiempo, ya que podían girar constantemente y escapar de los F-4 más rápidos, utilizando sus cañones para obtener un resultado letal a corta distancia. El MiG-21 utilizaría su velocidad superior y se zambulliría en las formaciones estadounidenses desde superiores alturas. La VPAF utilizó tanto el MiG-17 como el MiG-21 contra los norteamericanos, usando sus técnicas al unísono para atrapar a los norteamericanos en lo que sólo puede describirse como un ‘sándwich’ de picados y giros”.

Los pilotos americanos se asustaban tanto ante la posibilidad de toparse con los ases del aire vietnamitas, que en varios casos huyeron del campo de combate a toda velocidad.

La URSS ayudó a Vietnam a evitar bombardeos de EE UU

La alerta temprana de la inteligencia militar rusa salvó innumerables vidas vietnamitas. Truong Nhu Tang, un alto funcionario de Vietnam del Norte, dejó escrito en A Viet Cong Memoir que los barcos rusos en el mar del Sur de China daban alertas tempranas vitales a las fuerzas vietnamitas. Los barcos rusos captaban a los bombarderos americanos B-52 que volaban desde Okinawa y Guam. Su velocidad aerodinámica y dirección eran anotadas y luego transmitidas al cuartel general político-militar vietnamita. Los vietnamitas calculaban entonces el objetivo del bombardeo y vectorizaban sus cazas, lanzándolos en trayectorias de interceptación. Estas advertencias anticipadas les daban tiempo para alejar sus fuerzas de los bombarderos y, aunque los ataques causaban grandes daños, debido a las advertencias tempranas de 1968-1970 no mataron ni a un solo líder militar o civil en los cuarteles generales.

Rusia también suministró a Vietnam material médico, alimentos, petróleo, maquinaria y piezas de repuesto. Y a diferencia del material y las armas suministradas por China (que exigía un pago aplazado) la mayor parte de la ayuda rusa se proporcionaba como ayuda y no como préstamos. Durante la guerra, el dinero donado a la causa vietnamita ascendió a 2 millones de dólares diarios.

A finales de marzo de 1965, Brézhnev anunció que su gobierno había estado recibiendo “muchas solicitudes” de ciudadanos soviéticos que se ofrecían para servir como voluntarios en Vietnam. Sin embargo, estos no eran realmente necesarios. Desde julio de 1965 hasta finales de 1974, alrededor de 6.500 oficiales y generales, así como más de 4.500 soldados y sargentos de las Fuerzas Armadas rusas acudieron al país como “asesores”. Además, las escuelas y academias militares rusas capacitaron a más de 10.000 militares vietnamitas. Sólo 13 ciudadanos soviéticos perdieron la vida en todo el conflicto, contabiliza Ejo Planeti.

Kaláshnikov contra Colt

Sobre el terreno, el panorama era más sombrío (si era posible) para los estadounidenses. La guerra de Vietnam fue el primer conflicto de la historia en el que ambas partes utilizaron rifles de asalto a gran escala.

Los soldados vietnamitas tuvieron la suerte de conseguir el rifle más avanzado de la época: el AK-47. La munición ligera del Kaláshnikov significaba que cada vietnamita podía llevar alrededor de 350 balas por sí mismo, lo que le permitía luchar mucho después de que sus contendientes se quedaran sin munición. El rifle también tenía un mantenimiento notablemente sencillo, lo que se traducía en un mejor rendimiento en entornos húmedos propios de Vietnam.

En contraste, el soldado de infantería estadounidense estaba armado con el sorprendentemente pobre Colt M16, que se atascaba tan a menudo que los soldados estadounidenses recién llegados realizaban a menudo el macabro acto de caminar entre los soldados estadounidenses heridos o moribundos para hacerse con los M16 que no se habían atascado durante el combate.

Hubo numerosos casos de pelotones americanos que perdieron combates debido al mal funcionamiento de los M16. Durante una emboscada nocturna de la guerrilla vietnamita, las últimas palabras transmitidas por radio por una compañía de tropas estadounidenses fueron: “Sin granadas de mano, todas las armas atascadas”.

La situación era tan grave que algunos estadounidenses comenzaron a recoger AK-47 que pertenecían a soldados vietnamitas muertos, informó la revista Esquire. Era una práctica peligrosa porque se arriesgaba a atraer fuego “amistoso”, debido a que el Kaláshnikov y el M16 tenían sonidos claramente diferentes. En una ocasión, un sargento estadounidense que llevaba un AK-47 fue detenido por su comandante, quien exigió saber por qué llevaba un arma rusa. El sargento le respondió: “¡Porque funciona!”.

El escenario AK-47 contra M16 fue un claro símbolo de la calidad superior del armamento ruso durante la guerra. De hecho, las armas rusas funcionaron tan bien que los chinos comenzaron a hurtar el nuevo equipo que pasaba por su territorio. Moscú se vio obligada a utilizar la peligrosa ruta marítima para asegurarse de que los vietnamitas obtuvieran los suministros que necesitaban para ganar la guerra.

Capitán Michael Harvey, del Ejército de EE UU, inspecciona un AK-47. Vietnam, 1968.

Las pérdidas estadounidenses habrían sido mayores si Rusia hubiera proporcionado a las fuerzas armadas vietnamitas las últimas armas de su arsenal. Por ejemplo, las lanchas lanzamisiles de clase OSA (que la India había utilizado para destruir el puerto de Karachi durante la guerra de 1971) nunca llegaron a la Armada vietnamita. Estos barcos, armados con el misil Styx de alta precisión, tenían el potencial de causar estragos en la Marina de Estados Unidos. Tal vez los mandos de Moscú creían que los estadounidenses habrían recurrido a un ataque nuclear contra Vietnam si hubieran perdido uno de sus grandes barcos, como el portaaviones Enterprise.

Blágov afirma que los vietnamitas se quejaron de que estaban recibiendo misiles de diseños obsoletos. “Algunos de los complejos de misiles suministrados a Vietnam desde la Unión Soviética durante la guerra eran en realidad armas de segunda mano, producidas en el periodo 1956-1958”, describe. “La principal razón por la que Moscú no suministró a Vietnam del Norte el armamento más reciente fue el miedo del Kremlin a que los vietnamitas filtraran secretos militares soviéticos a los chinos”.

Fin del juego

Carl von Clausewitz definió la guerra como “un acto de fuerza para obligar al enemigo a aceptar nuestra voluntad”. Los generales vietnamitas simplemente se negaron a darle la guerra que quería el ejército americano, que era mucho más grande. A través de sus brillantes estrategias y su potencia de fuego sostenida, obligaron a Estados Unidos a retirar sus fuerzas y finalmente a deshacerse de su gobierno títere en Saigón.

El 30 de abril de 1975, el mundo fue testigo de cómo los tanques vietnamitas de fabricación soviética T-54 entraban por las puertas del Palacio Presidencial de Saigón. En otra parte de la ciudad, vietnamitas furiosos irrumpieron en la embajada de Estados Unidos, atrapando al embajador estadounidense Graham Martin prácticamente en calzoncillos. Las unidades del ejército norvietnamita tenían en el visor al helicóptero en el que estaba siendo evacuado, pero la larga guerra finalmente había terminado y pensaron que no valía la pena añadir su miserable cuero cabelludo a la cifra de 58.200 muertos, más de 150.000 heridos y 1.600 desaparecidos estadounidenses.

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