A mediados de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), los ingenieros rusos comenzaron a trabajar en un nuevo “tanque” de forma ovoide que mediría 960 por 605 metros y sería capaz de aplastar a todos los enemigos que se encontrase en su camino.
Novedades en el frente oriental
En marzo de 1915, la situación en el frente oriental de la Primera Guerra Mundial era precaria para el Imperio Ruso. Una ofensiva alemana había rodeado al ejército ruso en Galitzia (hoy en el oeste de Ucrania) y Polonia.
Desde allí se envió una carta a la capital rusa dirigida “Personalmente para el Emperador”, en la que se exponían los detalles de un nuevo proyecto armamentístico.
La carta se titulaba “Proyecto de una máquina para aplastar las fortalezas enemigas: “Oboi Epicicloide”.
‘Oboi’
El Proyecto Oboi era un ambicioso plan para construir una máquina de 960x605 metros capaz de derrotar al enemigo en el campo de batalla.
“Con un gran barril motorizado interno blindado, o una prensa rodante, seremos capaces de pasar por encima del enemigo. Esa es la esencia de mi proyecto”, escribió el diseñador Iván Semchijin al zar Nicolás II.
Semchijin propuso construir una gigantesca “ciudad” metálica de forma ovalada que rodara y pulverizara al enemigo. Este huevo de aspecto futurista sería tan grande que en su interior habría artillería pesada, talleres, zonas de dormitorio, un sistema de alcantarillado y ventilación, e incluso redes telefónicas.
Según su diseñador, el epicicloide no tendría ruedas, en el sentido clásico de la palabra. En su lugar, se desplazaría mediante un sistema de máquinas de vapor, péndulos y dínamos de una potencia sin precedentes, que le permitirían moverse a través de campos y bosques a una velocidad de hasta 321 km/h, barriendo todo a su paso.
“Esta fortaleza rodante de cientos de metros de altura se moverá a través de valles y sobre terrenos elevados. Será capaz de rodar por colinas, bosques, ríos, pantanos, ciudades y pueblos... El Proyecto Oboi será inmune a los cañones, disparos, minas, trincheras, fosas anti-tanques, cercas de alambre de púas, bombas y materiales incendiarios. Aplastará todo tipo de equipo militar actual", escribió Semchijin al zar.
Sin embargo, en 1915 el Ejército ruso ni siquiera tenía suficiente munición para sus armas, por lo que la idea de la construcción de una gigantesca esfera asesina fue abandonada
Hasta el día de hoy, el Oboi sigue siendo uno de los proyectos militares más futuristas y alucinantes jamás concebidos.
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