Una idea del ‘maicero’
El proyecto 1231, denominado Delfín, surgió de la mente del mandatario soviético, Nikita Jrushchov.
La idea del líder de la URSS era que el Delfín navegara bajo la superficie del agua, consiguiendo de esta manera no ser visto por otros aviones o buques. Luego, si era necesario, el navío emergería para avanzar a gran velocidad hacia las unidades del bando enemigo y lanzar un devastador ataque con sus misiles antibuque. Tras esto, podía volver a la seguridad de las profundidades marinas.
El proyecto fue desarrollado por la Oficina Central de Diseño de Leningrado-19 bajo la dirección de Ígor Kostetski, e incluso se planeó crear una maqueta autopropulsada a escala 1:2 o 1:3, con la que se suponía que se probaría la forma del casco, el proceso de inmersión y emersión, el sistema de hidroala, así como la maniobrabilidad del buque bajo el agua.
Un monstruo bien armado
El Delfín, con una longitud de 63 metros, desplazaría entre 450 y 600 toneladas. Su velocidad, dependiendo del modo de la navegación, oscilaría entre 14 y 38 nudos.
Su principal arma serían los misiles de crucero antibuque P-25 Ametist (una versión reducida del P-70 Ametist pero especialmente diseñada para el Delfín).
Sin embargo, como cuenta el doctor en Ciencias Técnicas, E.A Aframéiev, en una publicación de la Armada rusa, tras un estudio minucioso del proyecto los especialistas llegaron a la conclusión de que el nuevo arma era cara, tremendamente compleja de construir y no aportaba nada especial.
Problemas y abandono
Los requisitos para construir un barco de superficie y un submarino son distintos, por lo que la combinación de estos requisitos en un solo buque resultaba ser técnicamene muy compleja. Se debía eliminar algunos dispositivos importantes, abandonar medidas de protección del buque y fuentes de energía redundantes, eliminar la duplicación de algunos elementos de la central eléctrica y de los sistemas del buque, superar el límite permitido para la sobrecarga de los motores principales durante la transición de la navegación convencional a la hidroala, etc.
Esto, unido a que no se disponía de una producción en serie de un abanico de mecanismos, equipos, sistemas y dispositivos especiales necesarios, minó la moral de los fabricantes del invento. El proyecto se abandonaría casi al mismo tiempo que Nikita Jrushchov hacía lo mismo con su cargo de líder de la Unión Soviética.
Según Aframéiev, el Delfín no tenía ninguna posibilidad de ser aplicado en la práctica, a pesar de los esfuerzos titánicos realizados por sus diseñadores.
No se perdió todo
A pesar de la cancelación del proyecto, en su desarrollo se crearon nuevas soluciones técnicas para la industria de la construcción naval. Para la construcción del casco se eligió una aleación de aluminio-magnesio de hasta 40 mm de espesor y titanio para las alas. Se utilizaron motores diésel no probados hasta el momento y baterías de zinc-plata (incluso antes de que se construyeran los submarinos del proyecto 651). La automatización se aplicó de forma masiva en la gestión del buque y de sus equipos, lo que anticipó la aparición del proyecto soviético de submarinos del proyecto 705 (conocido en Occidente como clase Alfa). También se inventó una versión ligera pero compacta de accesorios de aspiración.
El desarrollo interruptus del Delfín, por lo tanto, ayudó técnicamente a la mejora de los buques de la Armada rusa.
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