Estos fueron los proyectos de buques de guerra soviéticos más TERRORÍFICOS (Imágenes)

Kulinichenko/TASS
Estas bestias navales estaban destinadas a convertirse en las fuerzas más poderosas con las que se podía contar en aquellos tiempos, pero nunca llegaron a la fase de producción, por diversas razones. Pero, ¿cómo habrían lucido de haber sido creados realmente?

Los superacorazados de Stalin

En la década de 1930, los líderes soviéticos quisieron crear una poderosa flota oceánica para equilibrar las fuerzas navales de las principales potencias mundiales de la época. Por lo tanto, uno de los  objetivos principales fue crear una serie de cruceros de combate en el marco del llamado proyecto 23 Unión Soviética.

Estos se habrían convertido en los acorazados más grandes y poderosos de mediados de los años 30, con un desplazamiento de 65.000 toneladas, mientras que habrían alcanzado los 270 metros de eslora y los 38 metros de manga. El motor de cada barco habría tenido 200.000 caballos de potencia y podría haber hecho que estos monstruos flotantes se movieran a una velocidad de hasta 29 nudos (unos 48 kilómetros por hora) con unos 1.300 marineros y oficiales a bordo.

Cruceros de combate del proyecto 23 Unión Soviética.

Se suponía que sus armas principales serían tres cañones de artillería de 406 mm que disparaban proyectiles de 1.105 kg a distancias de hasta 46 km.

Al mismo tiempo, estos acorazados estaban proyectados para tener un grueso blindaje que podría llegar a más de cuatro metros de ancho en lugares concretos y que fuese capaz de resistir una explosión equivalente a 750 kilos de TNT.

Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial cambió los planes de los líderes soviéticos para construir estos monstruos, ya que el ejército necesito urgentemente otras armas más importantes en el campo de batalla. Ningún barco de los que se habían comenzado a construir se completó del todo y sus cascos se desmontaron y se utilizaron para reforzar las defensas de Leningrado.

Una vez terminada la guerra, la economía soviética no tenía dinero para permitirse un proyecto tan ambicioso. Con el paso de los años, estos proyectos se volvieron obsoletos y el país decidió centrarse en la creación de una nueva serie de proyectos, como los portaaviones.

Submarinos de desembarco

Los submarinos nucleares del proyecto 717 estaban destinados a convertirse en los primeros monstruos submarinos soviéticos que trasladarían a infantes de marina, junto con vehículos blindados pesados y ligeros, a las costas enemigas sin ser detectados.

El proyecto se inició en 1971. Cada submarino fue diseñado para llevar a bordo 20 tanques y vehículos blindados ligeros.

Además, cada uno de estos submarinos debía estar equipado con 252 minas navales, seis tubos de torpedos y dos cañones de artillería de 30 mm.

Submarino nuclear soviético del proyecto 941 Akula.

“Sin embargo, estos submarinos nunca fueron creados, ya que a mediados de los años 70, Moscú tuvo que empezar a trabajar urgentemente en la creación de submarinos nucleares equipados con misiles balísticos intercontinentales a bordo. Esto, para alcanzar la paridad militar con Estados Unidos, su principal adversario durante la Guerra Fría. Por eso el Gobierno abandonó este proyecto de submarinos de desembarco y comenzó a trabajar en nuevos tipos de submarinos”, explicó Vadim Kozulin, profesor de la Academia de Ciencias Militares, a Russia Beyond.

El mayor portaaviones soviético

Los portaaviones del proyecto 1143.7 estaban destinados a rivalizar con los mayores portaaviones estadounidenses, con la posibilidad de almacenar 70 aviones, bombarderos y helicópteros a bordo. En otras palabras, se trataba de toda una base aérea flotante.

Cada barco tendría un desplazamiento de 80.000 toneladas (en comparación, el USS Nimitz estadounidense tiene un desplazamiento de 90.000 toneladas). Cada uno de los portaaviones rusos habría alcanzado unos 325 metros de longitud y casi 70 metros de ancho. 

Portaaviones del proyecto 1143.7.

Estos buques habrían podido pasar cuatro meses en mar abierto sin visitar un puerto y transportar las aeronaves más modernas de su época: cazas Su-33, helicópteros Ka-27 y aviones espía Yak-44. Mientras tanto, los constructores también planeaban instalar misiles antibuque Granit a bordo, para defender esta base aérea flotante de los enemigos en mar abierto.

Sin embargo, la Unión Soviética desapareció en 1991 y Moscú tuvo otras cuestiones en las que concentrarse en la nueva etapa de su historia. Así pues, se abandonaron los nuevos proyectos de portaaviones y en 1992 se desmantelaron los cascos de los buques que se encontraban en fase de construcción.

Pincha aquí para saber cómo habría sido habría sido el Uliánovsk, uno de los superportaviones soviético cancelados con la caída de la URSS.

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