Este joven pesa 120 kg, levanta 780... y sigue en la escuela secundaria

Ciencia y Tecnología
NIKOLÁI SHEVCHENKO
Pesaba 80 kg cuando tenía 12 años. Entonces fue al gimnasio y, desde aquel momento, la vida de Semión Dukshanin cambió para siempre.

El joven de 17 años, Semión Dukshanin, procedente de una pequeña ciudad siberiana llegó con jet lag y enfermo de gripe a Potchefstroom (Sudáfrica), el lugar elegido por la Federación Internacional de Potencia para celebrar el campeonato mundial junior y subjunior.

Su malestar no le impidió a Semión obtener una ajustada victoria contra el checo Portes Filip, por un margen de apenas 40 kilos. Pocas personas que felicitaban al ruso por su triunfo internacional sabían que el joven sufría graves limitaciones financieras.

Campeón por accidente

Dukshanin entró en el mundo del levantamiento de pesas por accidente. Pasó siete años en una escuela de arte, dos años haciendo karate y un año practicando tiro con arco. Incluso dedicó unos meses a las pesas, pero lo dejó pronto porque no podía conseguir ningún resultado satisfactorio.

Fueron años en los que Dukshanin aumentó de peso de manera incontrolable, hasta que se llegó a convertir en un problema. Ir a la escuela fue una tarea difícil, ya que se metían con él por su aspecto. “Pesaba 80 kg cuando tenía 12 años. Fui al gimnasio porque tenía sobrepeso”, dijo Dukshanin.

Al principio, Dukshanin no se tomaba en serio su nuevo pasatiempo. Se saltaba varios días en el gimnasio y no solía ser muy disciplinado en su entrenamiento. Obtuvo la primera victoria gracias a sus habilidades físicas. “Cuando empecé a ganar concursos, me motivé... pero la derrota fue una motivación todavía más grande”, dijo Dukshanin.

Las cualidades físicas innatas y varias victorias hicieron que uno de los entrenadores más prestigiosos de su pequeña ciudad natal, V. V. Kortunov, se fijara en el joven atleta. “Puede que no sea una estrella, pero todos los entrenadores de la región de Krasnoyarsk lo conocen. Ha formado a dos campeones del mundo”, afirmó Dukshanin, encantado de ponerse a prueba bajo las órdenes de Kortunov.

El tándem demostró ser eficiente. El campeón cree que el éxito se basa, en parte, en la relación de respeto mutuo que pudo crear con el entrenador. “Nos comunicamos bien, siempre tenemos temas de los que hablar. Es como un buen amigo, siempre amable y dispuesto a ayudar”, explicó Dukshanin.

La fuerza natural del joven y un buen entrenador allanaron el camino hacia el éxito. Sólo había un problema: el dinero.

Un equipo sin dinero llega a la cima

Dukshanin proviene de una familia humilde. Su padre trabaja en el ferrocarril, mientras que su madre recibe una pensión por discapacidad. “Los padres tuvieron que ahorrar dinero a lo largo de un año para pagar mi viaje al campeonato mundial en Sudáfrica”, explicó Dukshanin, que no tiene ingresos propios. “Me habían prometido algo de dinero por la victoria, pero aún no me han pagado”.

La falta de dinero obstaculiza el progreso de Dukshanin, incluso afecta a su dieta. “Habría seguido una dieta, pero mis recursos económicos son limitados. Ni siquiera puedo permitirme comprar nutrición deportiva para entrenar antes de cada competición”, afirmó Dukshanin, que sin embargo sigue siendo optimista. “Tengo suerte de tener una buena genética”.

Encontrar un patrocinador que pusiera dinero para su viaje triunfal a Sudáfrica también fue una lucha. “El equipo juvenil de Rusia está mal patrocinado. Si no fuera por mi entrenador que me ayudó a encontrar financiación adicional, el viaje habría costado 110.000 rublos (unos 1.700 dólares). Tiene buenos amigos y por eso el viaje me costó solo 60.000 (900 dólares)”, explicó Dukshanin.

Su escuela deportiva le ayudó a pagar control de dopaje, un procedimiento que cuesta 17.500 rublos (270 dólares) y que por lo general suelen cubrirlo los propios atletas.

Gracias a la ayuda de sus padres, la escuela y el entrenador, Dukshanin pudo ir a Sudáfrica, donde se las arregló para ponerse en cuclillas, hacer presión en el banco y levantar 780 kilogramos en total, superando a sus competidores a pesar del desfase horario y el humo.

A pesar de su corta edad y de su temprano éxito, Dukshanin no tiene grandes sueños. Se imagina que un día se mudará a Moscú y, con suerte, abrirá un gimnasio. Pero por el momento ha tenido que regresar a Bogotol, su pueblo natal de 20.000 habitantes, y reanudar sus estudios.

“Estoy satisfecho con mi rendimiento, pero podría haberlo hecho mejor”, afirmó el campeón.

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