Diseñado en 1936, el B-2 fue el primer televisor soviético puesto en producción en masa. Tenía una pantalla muy pequeña (3x4 cm) y también necesitaba dispositivos adicionales para recibir el sonido.
Usar el televisor TK-1 suponía todo un desafío. Tenías que girar 14 perillas para configurar la señal de la imagen.
Algunos diarios soviéticos incluso explicaban a la gente a montar sus propios televisores desde cero.
El KVN-49 fue el televisor más fabricado en la URSS. Entre 1949 y 1960 se produjeron más de 2,5 millones de estos aparatos. Sin embargo, “la televisión del pueblo”, como se conocía al KVN-49, se estropeaba con frecuencia.
La televisión en la década de 1950 era algo increíblemente novedoso para el pueblo soviético, a diferencia de lo que ocurre hoy en día. Veían casi todo lo que se emitía incluyendo los créditos del final de las películas. Después de un animado debate sobre la película, siempre llegaba una noticia o un documental.
La televisión en color llegó a la Unión Soviética a finales de la década de 1960. La gente tuvo la oportunidad de ver programas en color en los televisores Rubín-401, Ráduga-403 y Record-101.
Diseñado en 1969, el set portátil Elektrónika VL-100 necesitaba ser ensamblado, lo cual no era tarea fácil debido a que tenía muchas partes separadas.
La gente podía comprar el televisor soviético más pequeño (llamado Rovésnik) sin ensamblar o ya hecho. Elegir una u otra opción dependía de la pereza del comprador.
El popular Rubín-714 era un miembro más de casi todas las familias soviéticas. También se exportaba a otros países.
Entre 1975 y 1982 se fabricaron ocho millones del Rassvet-307, todo un récord.
Desgraciadamente, los televisores soviéticos eran realmente muy peligrosos, ya que algunos estaban hechos con elementos explosivos. Una pequeña sobrecarga de energía podía provocar un incendio en cualquier momento.
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