Desde Kamchatka a Kaliningrado: Vivir en un país con 11 husos horarios

Konstantín Chalábov/RIA Novosti
Rusia se extiende a lo largo de 17 millones de kilómetros cuadrado. Es el país más grande del mundo y esa dimensión espacial también se nota en el tiempo.

1. Ver el amanecer antes que 'el país del sol naciente'

Petropávlovsk-Kamchatski. Fuente: Konstantín Kokoshkin/Global Look PressPetropávlovsk-Kamchatski. Fuente: Konstantín Kokoshkin/Global Look Press

“Pueden llamar a Japón 'la tierra del sol naciente' pero en realidad Rusia tiene más papeletas para optar al titulo. En Petropávlovsk-Kamchatski amanece dos horas antes que en Tokio”, comenta Ekaterina de esta ciudad de Kamchatka.

2. Escribir mensajes desde el pasado o el futuro

“Nací cerca de Vladivostok y me mudé a San Petersburgo para estudiar. La diferencia horaria entre estas dos regiones es de siete horas. Mis amigos mandan mensajes al pasado y yo los escribo al futuro. El día que llamo 'mañana' para ellos suele ser 'hoy'. Siempre tomo el pelo a mis amigos que están en Vladivostok porque cuando comienza el curso en septiembre ya empieza a hacer frío, pero en San Petersburgo es el final del verano y todavía puedo disfrutar de un tiempo cálido”, comenta Iulia de Primorie.

3. Celebrar Nochevieja once veces

Nochevieja en Rusia. Fuente: Evguéni Yepánchintsev/RIA NovostiNochevieja en Rusia. Fuente: Evguéni Yepánchintsev/RIA Novosti

“En 2016 celebré Nochevieja con mis amigos por Skype porque están desperdigados por el país. Empezamos a las 3 de la tarde de Moscú y estuvimos celebrándolo durante 11 horas. Nunca antes había estado tanto tiempo de fiesta. Creo que me aprendí de memoria el discurso del presidente”, explica Ilona de Moscú.

4. Tiempo libre 

Pasajeros en el aeropuerto de Vladivostok. Fuente: Vitali Ankov/RIA NovostiPasajeros en el aeropuerto de Vladivostok. Fuente: Vitali Ankov/RIA Novosti

“Se tardan ocho horas en volar desde Moscú a Vladivostok pero si tomas el avión a las 7 de la tarde, entonces llegas a las 8 del mismo día, debido a la diferencia horaria. Parece que has tenido ocho horas libres para disfrutar”, Iulia de Primorie.

5. Imitar el final del mundo

“En 2012, cuando se suponía que el mundo iba a desaparecer según una profecía maya, estaba en un huso horario anterior al de mis amigos, así que escribí un informe desde el búnker y les comenté dónde se podían esconder porque el mundo ya se había terminado”, Iulia de Primorie.

6. Crucero de juerga

Fuente: Vladímir Trefílov/RIA Novosti Fuente: Vladímir Trefílov/RIA Novosti

“En la Región Autónoma Hebrea hay un pequeño pueblo llamado Obluchie. La frontera de la región de Amur se encuentra a tan solo 3 kilómetros y hay una diferencia horaria de una hora. Así que imagina lo que ocurre cuando es demasiado tarde en Obluchie para comprar alcohol (pasadas las 22:00 horas) pero la gente todavía quiere hacerse con más. Se suben en la bici y pedalean hasta el pueblo de al lado”, Nikolái, Birobidzhán, Región Autónoma Hebrea.

7. Cruzar el “mayor puente del mundo”

“Bavli, nuestro pueblo en Tatarstán, es bastante pequeño y no está muy desarrollado. Por eso vamos habitualmente a Oktyabrski (en Bashkiria). La cuestión es que las dos repúblicas están dividas por el río Ik y hay un puente que lo cruza. Bromeamos y decimos que es 'el puente más largo del mundo'. Apenas tiene 10 metros pero técnicamente se tarda dos horas en cruzarlo, por la diferencia horaria entre ellos. Es como hacer un viaje al futuro”, Anna, Bavli.

Dato curioso: Debido a su ubicación poco habitual Bavli apareció en la popular película rusa titulada “Yolki”. La protagonista llega tarde para pedir un deseo de Año Nuevo así que pasa el puente y a otra zona horaria para pedir el deseo. Según la tradición rusa hay que quemar un papel con el deseo escrito en él, echar las cenizas en el champán y bebérselo.

8. Spoilers de televisión

“Me gusta ver anime en cuanto sale pero debido a la diferencia horaria resulta casi imposible hacerlo en Vladivostok. Cuando te despiertas por la mañana están esos spoilers, spoilers, spoilers por todos lados. ¡Ay, esos moscovitas!”, Daria, Vladivostok.

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