Cómo un militar antibolchevique se convirtió en uno de los mejores comandantes soviéticos (Fotos)

Historia
BORIS EGOROV
Durante la Guerra Civil rusa, Leonid Góvorov luchó contra los bolcheviques. Sin embargo, esto no le impidió convertirse más tarde en mariscal soviético.

“Todas las decisiones están pensadas de forma exhaustiva, las órdenes son lacónicas, pero extremadamente claras. Es siempre exigente consigo mismo y con sus subordinados, siempre estricto y con principios. Goza de gran autoridad y respeto entre los soldados, oficiales y generales del frente”, así describió el general Borís Bichevski al mariscal de la Unión Soviética Leonid Góvorov. Artífice de las victorias soviéticas en el noroeste de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial y que se convirtió en una leyenda en el Ejército Rojo. Sorprendentemente, en un momento de su vida este destacado comandante soviético luchó contra el mismo ejército que luego dirigiría. 

En 1918, cuando las ruinas del Imperio Ruso estaban sumidas en una guerra civil, Leonid Góvorov vivía en la pequeña ciudad de Yelabuga, no muy lejos de Kazán. Se había graduado en una escuela de artillería y había servido brevemente en el ejército, antes de ser desmovilizado con el rango de suboficial. Sin embargo, Góvorov no consiguió mantenerse al margen del conflicto: se unió a los blancos, que ocuparon Yelabuga en septiembre de ese mismo año. El propio Leonid Aleksandrovich afirmó más tarde que había sido movilizado.

Durante casi un año, Leonid Góvorov luchó en la 8ª División de Fusiles Kama del Ejército Separado Occidental, donde comandaba una batería de artillería. Mediante una orden del 13 áde julio de 1919, el comandante en jefe supremo, el almirante Alexánder Kolchak, lo ascendió al rango de subteniente. Sin embargo, cuando en noviembre-diciembre de 1919, la Guardia Blanca sufrió una fuerte derrota en el este del país y comenzó a retroceder más allá de los Urales, Góvorov decidió desertar al Ejército Rojo.

Fue uno entre los miles de oficiales blancos que se unieron al Ejército Rojo. Los bolcheviques tenían en alta estima las habilidades de combate de estos “especialistas militares”, pero los mantenían bajo un control especial como enemigos recientes. Tratando de ganarse la confianza de sus nuevos camaradas, Góvorov luchó con gran valentía y dedicación contra las tropas del barón Wrangel en el sur de Ucrania y en Crimea, fue herido dos veces y fue condecorado con la Orden de la Bandera Roja.

Esta elevada condecoración impulsó la confianza de los dirigentes soviéticos en el antiguo oficial blanco, y Góvorov siguió ascendiendo en la carrera del Ejército Rojo. Incluso consiguió sobrevivir al periodo de represiones masivas en la URSS, conocido como la Gran Purga. “Stalin apreciaba sus cualidades profesionales, así como el hecho de que Leonid y su esposa eran personas muy modestas, - dice el nieto del mariscal, Alexéi Góvorov. - Al abuelo no le gustaban las reuniones ni las fiestas, no se metía en política. Estaba inmerso en los asuntos profesionales y completamente dedicado a su trabajo... Esto debió protegerle de las represiones y le salvó la vida”.

Durante el conflicto soviético-finlandés de 1939-1940. Góvorov, como jefe del cuartel general de artillería del 7º Ejército soviético, realizó un gran trabajo de preparación para romper la Línea Mannerheim y atravesar una zona fortificada, por lo que fue galardonado con la Orden de la Estrella Roja. Aun así, no se le permitió ingresar en el Partido Comunista (eso no ocurriría hasta 1942).

Durante la Batalla de Moscú en el otoño e invierno de 1941, el 5º Ejército bajo su mando libró duras batallas defensivas al oeste de la capital, cerca de Mozhaisk, y, habiendo logrado resistir, participó en una contraofensiva soviética a gran escala a principios de diciembre. “La artillería asumió el mayor peso ante los ataques de los numerosos tanques del enemigo en la defensa de Moscú. Por ello, los conocimientos especializados y la experiencia de Góvorov adquirieron un valor especial”, dijo Gueorgui Zhúkov, que en ese momento comandaba el Frente Occidental.

En abril de 1942, Leonid Góvorov fue trasladado a la sitiada Leningrado, y el resto de su carrera en la Segunda Guerra Mundial estuvo relacionada con los combates en el noroeste de la Unión Soviética. Como comandante del Frente de Leningrado, no solo convirtió la agotada ciudad asediada en una fortaleza inexpugnable, sino que consiguió, con escasos recursos, preparar una agrupación de tropas capaz de romper el bloqueo enemigo. Eso ocurrió el 18 de enero de 1943 durante la operación Iskra, llevada a cabo conjuntamente con el Frente Voljov. Un año más tarde, el Ejército Rojo expulsó finalmente a las tropas alemanas de Leningrado.

En el verano de 1944, Leonid regresó al istmo de Carelia, que conocía bien de la Guerra de Invierno con Finlandia. Allí le esperaba un nuevo sistema finlandés de fortificaciones defensivas, que incluía la parcialmente restaurada Línea Mannerheim.

“Góvorov decidió llevar a cabo toda la operación ofensiva con una velocidad de avance de 12 km al día. Esto significaba que el cinturón de hormigón armado en el interior [de las defensas enemigas] tenía que ser abierto casi sobre la marcha y Vyborg tenía que ser tomada 10-12 días después del inicio de la ofensiva. En la campaña soviético-finlandesa de 1939-1940, se tardó 100 días en recorrer la misma distancia”, recordó Bichevski. Tras un ataque aéreo masivo y una preparación de la artillería que duró 10 horas, las tropas soviéticas se lanzaron al asalto. El 20 de junio, apenas 10 días después del inicio de la ofensiva, se tomó Vyborg, y dos días antes el general del ejército Góvorov recibió el rango de mariscal de la Unión Soviética.

El último campo de batalla de Góvorov en la Segunda Guerra Mundial fue la región del Báltico. Al final de la guerra, el Grupo de Ejércitos Curlandia de Alemania, bloqueado por las tropas soviéticas, aún mantenía sus posiciones en el oeste de Letonia. El 9 de mayo de 1945 Leonid aceptó la rendición de su comandante, el coronel general Carl Hilpert, completando así la liberación del territorio de la Unión Soviética de las tropas enemigas.

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