“La mujer más hermosa del mundo me causaría indiferencia, pero los soldados altos… esos son mi debilidad”, dijo Federico Guillermo I de Prusia (1688-1740), que medía 1,65 m, y estaba obsesionado con todo lo grande y alto. Entre sus famosas peculiaridades se encuentra su propio regimiento personal de hombres extremadamente altos, conocidos por la historia como los Gigantes de Potsdam.
Pedro el Grande sabía de la pasión de Federico. Después de las negociaciones de 1716 sobre la alianza de Rusia y Prusia contra Suecia en la Gran Guerra del Norte, Pedro envió una carta al senado del gobierno (un consejo de funcionarios que gobernaba el país en ausencia del zar), ordenando encontrar 200 “altos muzhiks” rusos para enviarlos a Prusia a servir al rey.
Soldados de juguete con vida
Junto con la carta, Pedro envió una cinta de papel que definía la altura mínima necesaria: 193,5 cm. El Senado emitió entonces una orden para encontrar 211 hombres de tal altura o más altos, no mayores de 50 años, en diferentes partes de Rusia.
Se encontraron unos 60 hombres de la altura necesaria y 54 o 55 se enviaron a Prusia en 1718. Junto con los hombres, Pedro envió a Federico una copa de madera tallada por el propio Pedro y una máquina de tornear. Los regalos y los hombres fueron entregados a Federico en una pomposa ceremonia. Alexander Golovkin, embajador ruso en Prusia, escribió: “Su majestad aceptó los regalos con gran gratitud, alegría y curiosidad. Elogió las armas, los uniformes y el porte de los hombres. Los ordenó por rangos en el escalafón militar y los envió a Potsdam inmediatamente”. ¿Qué hicieron allí?
El nombre oficial del regimiento de Federico Guillermo era “Los grandes granaderos de Potsdam”, pero eran conocidos como los “Gigantes de Potsdam”. El único requisito para unirse al regimiento era que los soldados debían tener más de 182 cm de altura, y su tasa de pago estaba determinada nada más que por su altura - cuanto más alto, más alta era la paga. No solo había rusos. Hubo algunos que fueron comprados, o incluso secuestrados, por los ejecutores del rey de diferentes países de Europa. Uno de los gigantes más altos, dicen los historiadores, era un irlandés llamado James Kirkland. Le ofrecieron un trabajo como lacayo del Barón Borck, el embajador prusiano en Londres, pero fue capturado y transportado al continente para convertirse en uno de los “gigantes”.
A este regimiento se le daba la mejor comida y alojamiento. Iban vestidos con uniformes exclusivamente de punto azul y rojo, botas de tacón grueso y gorras de 45 cm, para que parecieran aún más altos. Sin embargo, nunca participaron en acciones militares ya que Federico Guillermo los apreciaba demasiado. Solo se les obligaba a marchar en los desfiles militares de la corte del rey y eran algo así como juguetes vivos - por ejemplo, cuando el rey se sentía enfermo, se les ordenaba desfilar por su habitación.
El cuestionable destino de los gigantes rusos
Rusia siguió enviando altos muzhiks al rey prusiano para apoyar la extraña obsesión del rey y mantener la unión militar con Prusia. Alrededor de 400 reclutas fueron enviados a Prusia solo durante el reinado de Pedro. No todos fueron considerados suficientemente altos para el regimiento de los Gigantes de Potsdam y la mayoría fueron al ejército regular prusiano.
Muchos de estos soldados tenían familias y parientes en Rusia y se sabe que escribieron a sus familiares deseando su vuelta a casa. En 1723, Pedro pidió a Federico Guillermo que enviara de vuelta al menos a 152 de los “tipos largos”, y prometió sustituirlos por simples reclutas. Federico, sin embargo, era reacio a hacer esto. Los rastros de la mayoría de los soldados que fueron enviados a los regimientos de campo ya se habían perdido - los rusos no guardaban registros exactos de los reclutas que fueron "regalados" a Federico Guillermo, mientras que los prusianos perdieron muchos de los registros debido a las condiciones de la guerra. Unos 95 rusos volvieron a casa en 1724.
Sin embargo, incluso después de la muerte de Pedro, Rusia siguió buscando soldados altos para enviar a Prusia. Tenemos un retrato de uno de estos hombres, un moscovita llamado Svirid Rodionov, que fue enviado a Prusia no antes de 1723; su retrato fue pintado en 1724 o más tarde.
Catalina I dio órdenes de seguir buscando hombres altos en 1725, y posteriormente Anna Ioannovna permitió a los oficiales prusianos ir a Rusia a buscar a los reclutas altos para llevárselos.
Cuando Federico murió en 1740, sus Gigantes de Potsdam contaban con unos 3.200 hombres. Su hijo, Federico II el Grande, consideraba que el regimiento era un gasto innecesario. Redujo el regimiento a un batallón, e integró a la mayoría de sus soldados en otras unidades militares. Además, Federico II e Isabel I, la nueva emperatriz rusa, no se llevaban muy bien. En 1746, Isabel exigió el regreso de los rusos que servían en el ejército prusiano. Frederico II se negó y ni siquiera contestó en qué unidades servían los rusos. Svirid Rodionov, por ejemplo, no volvió a ver las cúpulas doradas de Moscú y pasó sus últimos años en Verder, Prusia.
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