Los nazis apodaron a Evdokia Zavali como “Frau Muerte Negra”. Herida cuatro veces, contusionada dos, finalmente recibió cuatro medallas de combate, múltiples condecoraciones, e incluso se convirtió en ciudadana honoraria de ocho ciudades europeas.
Alrededor de un millón de mujeres soviéticas participaron en la Segunda Guerra Mundial. Sirvieron en la retaguardia, transportaron y atendieron a los soldados heridos en el campo de batalla, actuaron como francotiradoras, pilotos de bombarderos e incluso tanquistas. Pero sólo una de ellas logró convertirse en comandante de todo un pelotón de marines.
Un error fatídico
“Quería realmente enfrentarme a hombres corpulentos, demostrarles que no podía luchar peor - si no mejor - que ellos”, recordó Zavali muchos años después de la guerra. Sin embargo, la carrera de combatiente de la joven ucraniana comenzó mucho antes de que se uniera a la infantería de marina.
Cuando la guerra llegó a la Unión Soviética, Evdokia (o Dusia, como se la conocía cariñosamente), acababa de cumplir 15 años. Presentó numerosas solicitudes en la oficina de reclutamiento, pero fue rechazada en cada ocasión Sólo cuando el enemigo llegó a su pueblo natal de Novi Bug, Ucrania, fue aceptada en las filas de un destacamento del Ejército Rojo en retirada.
Cuando empezó a servir como soldado, Zavali fue médico de pelotón, logrando ganar la orden de la Estrella Roja por rescatar a un comandante herido en el campo de batalla, así como por recibir una herida muy grave durante el cruce del Dniéper. Después de aquello, no pasó mucho tiempo antes de que el destino le diera la oportunidad de dar un giro radical a su vida.
Un día, su unidad recibió representantes de la Marina, buscando nuevos reclutas. Se fijaron en Zavali. Y eso que, con su pelo corto, con túnica y pantalones. Dusia no destacaba entre los demás soldados. Sus papeles decían “Sargento Mayor Zavali Evdok” (así es como acortaron su nombre en el hospital), así que el oficial de la Marina asumió que era un hombre con el nombre de “Evdokim”. Zavali nunca lo corrigió, y media hora más tarde ya se dirigía al Cáucaso Norte para luchar como soldado de la infantería de marina.
Mujer comandante
“Me las arreglé para ocultar mi verdadera identidad durante un año. Nadie sospechó nada”, recordó. "Me aceptaron inmediatamente como 'uno de los chicos', y cuando más tarde hice un prisionero alemán bajo el mando de Mozdok, me enviaron a la unidad de inteligencia, de la que pronto me convertí en comandante”.
Durante los combates en la estación de Krímskaia, en Kubán, la verdadera identidad del “Camarada Evdokim” finalmente salió a la luz. Cuando el comandante de la unidad murió y las fuerzas quedaron cercadas, Zavali tomó la iniciativa. Se puso de pie y dio una orden en voz alta: “¡Compañía! ¡Escuchen! ¡Adelante, vengan conmigo!” y dirigió el ataque. Una grave herida recibida en esa batalla finalmente desveló su secreto.
Para sorpresa de Dusia, no se tomaron medidas punitivas contra ella: "Nadie dijo ni pío”. Como “Evdokim” ya había logrado ganarse una sólida reputación entre las tropas, Evdokia no sólo no fue enviada de nuevo a trabajar en el hospital, sino que fue inscrita en un programa de tenientes junior de seis meses, a realizar cuando sus heridas se hubieran curado. Al volver a casa fue proclamada comandante de pelotón de una compañía de ametralladoras, parte de la 83ª Brigada de Infantes de Marina.
Aquella pequeña y frágil mujer estaba ahora al mando de 500 hombres duros, obedeciendo todas sus órdenes sin dudarlo. Al principio, los combatientes de otros destacamentos trataron toda la situación como irónica, pero, tras ver sus pruebas de valor en el campo de batalla, no pudieron evitar empezar a referirse respetuosamente al pelotón como “Los guardias de Duska”.
‘Frau Muerte Negra’
Durante el transcurso de la operación a gran escala Kerch-Eltingen, en el otoño de 1943, en Crimea, su pelotón, bajo una lluvia de fuego enemigo, logró establecer un punto de apoyo y garantizar un desembarco seguro a fuerzas aerotransportadas. A esto le siguió una pesada pero heroica batalla por Sebastopol, Balaklava y Kerch.
“El pelotón de la teniente Evdokia Zavali estaba constantemente al frente de la brigada de combate, encabezando todas las ofensivas de los infantes de marina”, recordó el comandante de la compañía de la 83ª brigada de los marines, Alexánder Kuzmichev. “Fueron enviados a zonas especialmente difíciles”.
Torturados por los constantes ataques del pelotón de Evdokia, los alemanes la apodaron “Frau Muerte Negra”", y a sus soldados “comisarios negros"”. “Los comisarios negros siempre se las arreglaban para infligirles un terror mortal gracias a su rapidez, audacia e intrepidez. Mis chicos eran unos verdaderos fanáticos. Pero cuando los ‘fritz’' descubrieron que había una mujer liderándolos, al principio no podían creerlo, y luego empezaron a intentar cazarme”, dijo Zavali.
En el asalto al estuario del Dniéster, cerca de Odessa, en agosto de 1944, Zavali se separó de su combatiente y recibió el impacto por una poderosa onda expansiva, perdiendo el conocimiento. Cuando volvió en sí, vio a alemanes caminando por el campo de batalla y rematando a los soldados soviéticos heridos. “Sentí que se acercaban, contuve la respiración y de repente sentí un dolor agudo en una pierna. Uno de los fascistas la había perforado con una bayoneta para comprobar si yo, una Russische Frau, estaba muerta. Por puro milagro, no me delaté y, al amanecer, cuando nuestros batallones habían despejado la costa occidental del estuario del Dniéster de tropas de Hitler, fui encontrada, desangrada casi hasta la muerte, por civiles locales”, recordó. La brigada ya me había dado por muerta.
En febrero de 1945, durante la batalla de Budapest, el pelotón de Evdokia, tras haber atravesado las repugnantes alcantarillas de la ciudad, capturó el búnker de mando alemán, cogiendo al enemigo por sorpresa. El general alemán al cargo, al principio, se sintió ofendido e incrédulo cuando le llegó la noticia de que los infantes de marina soviéticos estaban dirigidos por una mujer. Sin embargo, tras conocer a Evdokia, le regaló su pistola Walther.
Durante la batalla por la capital húngara, uno de los soldados de Zavali, Vania Posevnij, un recién llegado al pelotón, que una vez había proclamado – “¡Realmente no tengo ganas de seguir las órdenes de una chica!” le salvó su vida protegiéndola de una bala de francotirador con su propio pecho.
Una mujer en guerra
Evdokia Zavali rechazó con indignación el tratar de mantener una vida lo más normal posible durante la guerra: “Si hubiera pensado en eso durante la lucha, eso hubiera sido el fin: no más pelotón ni comandante. Yo era un hombre para ellos. Y de todos modos no había tiempo para aventuras románticas para nosotros, los infantes de marina.”
Sin embargo, se había mantenido casta, mocita, pero había llevado sobre sus hombros la responsabilidad de docenas de vidas. “Escondí siempre mis lágrimas bajo la tela impermeable de la tienda, para que nadie viera un signo de debilidad”, recordó. “...simplemente no tenía derecho a ser débil, a temer. Pero sí tuve miedo... a las ratas. No podía hacer nada al respecto. Las ratas me aterrorizaban más que los alemanes, hambrientas, atacándote la cara por la noche, mordiéndote los pies.”
“Caballero” de cuatro órdenes de batalla y decenas de medallas, Evdokia se convirtió en ciudadana honorario de ocho ciudades europeas. Habiendo sufrido cuatro heridas y dos contusiones, se negó a continuar su carrera militar, y se licenció en 1947. “Después de la guerra, seguí 'montando ofensivas' durante mucho tiempo. Solía gritar tan fuerte que asustaba a los vecinos”.
Evdokia Zavali falleció el 5 de mayo de 2010, a la edad de 85 años, a pocos días del 65 aniversario de la victoria. Fue la última superviviente de su pelotón de ametralladoras de la 83ª Brigada de Infantería de Marina
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