Cómo eran las lecciones de defensa civil en la URSS

Historia
ANNA SORÓKINA
¿No sabes cómo ponerte una máscara antigás? En la URSS hasta un escolar sabía cómo hacerlo.

Durante la Primera Guerra Mundial comenzó en Rusia, al igual que en otros lugares de Europa, la enseñanza a la población de los fundamentos de la defensa civil. Se trataba de advertencias en caso de bombardeo, de las reglas de conducta en caso de ataque químico así como de instrucciones para proporcionar asistencia médica. En la década de 1930 se organizaron eventos regulares para informar a los ciudadanos sobre cómo protegerse contra diferentes amenazas. 

El sistema de defensa civil de la URSS tomó su forma definitiva en la década de 1960, durante la Guerra Fría, cuando en cada asentamiento y cada lugar de trabajo más o menos importante empezó a tener su propio cuartel de defensa civil.

Desde bebés hasta pensionistas

Las conferencias sobre defensa civil eran obligatorias en la URSS desde los ocho años y continuaban durante toda la vida. Su principal objetivo era enseñar a los ciudadanos a protegerse contra las consecuencias de un ataque con armas nucleares, químicas o bacteriológicas. 

Las lecciones introductorias comenzaban en segundo grado. Había diferentes cursos para diferentes grupos de edad, pero los alumnos de primer año ya sabían cómo coser máscaras faciales básicas- de gasa y algodón-, y hacer una evacuación cuando sonaba la alarma. A los niños se les hablaba de las armas de destrucción masiva desde la escuela primaria. Los escolares sabían que debían esconderse de la onda expansiva de una explosión nuclear en un bosque o barranco y de la radiación en un refugio subterráneo.

¿Pensabas que los campamentos de jóvenes pioneros eran para que los niños se relajaran al aire libre? Nada más lejos de la realidad. Hacían juegos de equipo como Zarnitsa en los que los jóvenes se entrenaban para orientarse y administrar primeros auxilios.

En los establecimientos de enseñanza secundaria y superior, así como en las empresas, los ejercicios de defensa civil se realizaban de acuerdo con las especialidades que se eligieran.

Se desarrollaron máscaras protectoras especiales con ventanas transparentes para montar en cochecitos o trineos para padres con hijos que no podían usar máscaras de gas debido a su edad.

Los organismos locales de defensa civil organizaban conferencias para los jubilados en los patios de los edificios residenciales y en los parques. Además, independientemente de la edad, se prestó especial atención a la formación moral y psicológica. Se enseñó a la gente a mantener la calma y a actuar según las instrucciones en todas las circunstancias.

¡Explosión a la izquierda! ¡Explosión a la derecha! 

Además de las conferencias, los ciudadanos soviéticos tenían que cumplir ciertos estándares de entrenamiento. Por ejemplo, se requería que la gente escogiera una máscara de gas a toda velocidad: cuando se daba la orden, había que subir a una mesa, tomar la medida de la cabeza, encontrar el tamaño correcto de la máscara de gas, atornillar el filtro a la máscara, ponérsela y comprobar su estado. Si se hacía todo en un minuto era algo excelente, mientras que si se tardaban dos minutos se recibía una mala nota. Otra prueba consistía en ponerse la propia máscara a toda velocidad: 10 segundos era excelente, pero cualquier tiempo por encima de 12 era insatisfactorio.

A la orden que dictaba “Explosión a la izquierda (o a la derecha)”, tenías que tirarte al suelo. La idea era encontrar protección en caso de explosión nuclear. Había tres segundos para ponerse a salvo. Se evaluaba a los candidatos según las cualidades protectoras del lugar elegido o por cómo colocaran las manos o la cabeza. Y había estándares similares para dispensar ayuda médica y construir posiciones de protección, para la velocidad con la que la gente debía acudir en masa a los refugios, y así sucesivamente.

Además, se publicó un folleto titulado “Lo que todo el mundo debería saber y hacer” para un amplio público. Empezaba con la afirmación de que “el campo imperialista está preparando el más terrible crimen contra la humanidad: una guerra termonuclear mundial que podría dar lugar a una destrucción sin precedentes”, por lo que el deber de todo ciudadano soviético era "incluso en tiempo de paz, estudiar los medios para garantizar la protección contra las armas de destrucción masiva y saber cómo aplicarlos en la práctica” para proteger a su familia.

Se esbozaban en detalle las medidas que debían adoptarse en respuesta a amenazas concretas. Por ejemplo, si se utilizaban armas bacteriológicas (en la URSS, el ántrax, la peste y el cólera se consideraban los agentes bacteriológicos más peligrosos), se impondría una cuarentena en los puntos calientes afectados: se cerrarían las instituciones culturales, se controlaría el tránsito de entrada y salida de la zona y las brigadas sanitarias especiales harían visitas puerta a puerta. Los miembros de la familia y cualquier persona que tuviera contacto con una persona infectada recibirían equipo preventivo y de protección de emergencia y se les sometería a una observación médica periódica. Después de eso, los interiores de los edificios se desinfectarían y los miembros de la brigada se descontaminarían.

¿Qué ocurre hoy en día?

Aunque mucha gente no se tomaba demasiado en serio este tipo de ejercicios, muchas familias de la URSS poseían máscaras antigás y los jóvenes podían coser máscaras de materiales improvisados y sabían dónde estaba su refugio antiaéreo más cercano.

Después del colapso de la URSS, la defensa civil se puso bajo la jurisdicción del Ministerio de Situaciones de Emergencia y las fábricas y los establecimientos educativos se limitan actualmente a realizar simulacros de seguridad contra incendios, es decir, se entrena a la gente para evacuar los edificios cuando suena la alarma. Las lecciones de defensa civil se siguen llevando a cabo, pero no a la misma escala. Los antiguos refugios se han convertido en lugares de peregrinación para los exploradores urbanos o en museos o están abandonados. Sin embargo, la generación más antigua todavía recuerda cómo actuar en caso de amenaza de armas de destrucción masiva.

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