Saltichija, esta es la mujer más malvada de la historia de Rusia

V.N. Pchelin
Se cree que torturó hasta la muerte a más de cien de siervos, la mayoría mujeres jóvenes.

Cuando uno piensa en asesinos en serie, lo que primero viene a la mente son figuras. Pero no son pocas las mujeres crueles que han pasado a la historia. Recuerda la famosa condesa húngara, Elizabeth Báthory, que mató a cientos de mujeres jóvenes entre 1585-1609.

En el siglo XVIII hubo una noble rusa con una inclinación similar. Se llamaba Daria Saltikova, pero la gente la llamaba Saltichija, y se convirtió en una figura con un halo mítico en la conciencia colectiva de los rusos.

Se demostró que entre 1756 y 1762 mató, al menos, a 38 de sus siervos, aunque puese ser que fueran más. Los testigos hablaron de 138 muertes en total, pero su participación nunca fue confirmada. Sus víctimas eran principalmente mujeres jóvenes a las que golpeaba con látigos y palos, les arrancaba el pelo, las quemaba con un hierro caliente, las dejaba pasar hambre, frío e incluso las ahogaba.

Mientras estuvo viva la aristócrata la gente contaba terroríficas historias sobre sus baños en la sangre de las víctimas y se decía también que se comía a bebés.

¿Quién era esta mujer y por qué las autoridades no la arrestaron? Y, lo más importante, ¿qué impulsaba su deseo de matar y mutilar?

Una joven viuda con 800 siervos

Saltichija

Saltikova (1730-1801) nació en una familia noble y rica y en su juventud fue conocida como una dama bastante guapa y piadosa. Se casó joven y tuvo dos hijos. Su marido era de la famosa e influyente familia Saltikov, pero no vivió mucho tiempo. Murió a causa de una enfermedad y la dejó a viuda a los 26 años, a cargo de una gran finca con 800 siervos.

Tras la muerte de su marido Daria empezó a mostrar sus tendencias sádicas. Castigaba a sus siervos por cada error que cometían (grande o pequeño); al principio golpeándolos ella misma y luego ordenando a sus siervos varones que lo hicieran, cuando se sentía cansada. Sus principales víctimas eran normalmente mujeres jóvenes, pero a veces los hombres también tenían que sufrir. 

Después de ser torturados o golpeados en la casa, sus víctimas eran azotadas hasta la muerte en los establos y Saltikova solía estar allí para observar hasta el final.

Se cuenta que en una ocasión torturó a una institutriz embarazada, instigando el parto durante la tortura. Cuando murió los sirvientes colocaron el ataúd con su cuerpo en el frío y dejaron a su hijo recién nacido encima, permitiendo que se congelara hasta morir.

Otra sierva fue colocada en un poste dentro de un estanque, con el agua hasta el cuello.  Tras varias horas murió ahogada.

Matar o herir accidentalmente a un siervo no era algo punible en aquellos tiempos, pero las prácticas de Saltikova eran demasiado.

En un momento dado, Saltichija tuvo el descaro de ordenar a sus sirvientes que mataran a algunos nobles. Tuvo una aventura con un joven y lejano pariente, Nikolái Tiútchev (abuelo del poeta Fiódor Tiútchev), pero él decidió casarse con otra mujer más joven. Se puso furiosa y quería vengarse, así que ordenó a sus sirvientes que pusieran una bomba en su casa. 

A diferencia del asesinato de un siervo, matar a un noble era un crimen que sus sirvientes tenían miedo de llevar a cabo y lo avisaron. Entonces a Saltichija se le ocurrió otro plan: atacar a Tiútchev y a su esposa en su carruaje. Sin embargo, también falló, ya que uno de volvió a contarlo.

Nikolái Tiútchev

Algunos creían que fueron estos celos los que convirtieron a la joven viuda en un monstruo, pero los siervos sufrieron su crueldad incluso antes de su aventura con Tiútchev.

Entonces, ¿a qué se debía esa sed de sangre? Todavía se debate sobre las causas. Algunos creen que debió sentir demasiada presión: como joven viuda tenía que ser una buena madre de dos hijos y una buena maestra de una casa grande, que tenía que ser decente y respetable. Debido a su nobleza y a sus numerosas obligaciones, simplemente empezó a odiar cada vez más todas estas molestias diarias, y los siervos fueron las  víctimas de este odio. 

Otros argumentan que era claramente una psicópata, propensa a la agresión sin motivo aparente y que conduce a los asesinatos más brutales y sofisticados. Además, argumentan que su interés especial en las mujeres jóvenes podría ser un signo de homosexualidad latente. 

Investigación y el posterior arresto

Hasta 1762 los siervos, que vivían aterrorizados, enviaron 21 cartas a las autoridades contando las atrocidades que ocurrían en la finca. Caían en saco roto. Ella era miembro de una familia influyente y tenía conexiones en la corte, además, nunca hubo un caso en Rusia de esa época en que los nobles fueran públicamente responsables de las cosas que hacían a sus campesinos.

Las cosas empezaron a cambiar cuando Catalina la Grande subió al trono. La nueva gobernante quería arreglar las cosas, pero luchar contra los nobles no era fácil. Por suerte, dos de los sirvientes de confianza de Saltikova (uno de ellos había perdido tres esposas por su sed de sangre) lograron hacer llegar una carta a la nueva Emperatriz. En 1762 la noble dama de 32 años fue arrestada, pero no se dictó una sentencia oficial hasta seis años después.

Catalina la Grande

¿Por qué se tardó tanto tiempo? Saltichija nunca admitió sus crímenes y tomó un tiempo entrevistar a los testigos que, al principio, estaban demasiado asustados para decir la verdad. Además, según parece, gracias a las conexiones que Saltikova tenía en el tribunal, se hizo todo lo posible para influir en el proceso de investigación y por ello se enfrentó a una sentencia más leve que la que probablemente debería haber sido. En 1768 Catalina emitió su sentencia final, llamando a Saliykija “monstruo de la raza humana” (урод рода человеческого), y la expulsó no solo de la nobleza sino también del derecho a ser llamada mujer. La Emperatriz dijo que Saltikova debía ser tratada como un “hombre” porque ninguna mujer era capaz de tal crueldad.

Las tumbas del monasterio de Novodévicho. Una de ellas pertenece a Saltichija. Otra es la de su hijo.

Como castigo por sus pecados, Saltichija tuvo que permanecer de pie en la Plaza Roja durante una hora con un cartel que decía “torturador y asesino”, antes de ser encarcelada de por vida en un monasterio. Vivió una larga vida y murió en 1801, el mismo año que su último hijo vivo. Hoy en día, uno puede encontrar su tumba en el monasterio de Novodévicho, y no queda nada de su casa y finca en Moscú.

Estos son los asesinos más sanguinarios de la URSS. 

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