¿Santo o espía? El monje budista que acercó a Rusia al Tíbet

Dominio público, Russia Beyond
Los británicos creían que era un agente ruso que trataba de manipular al 13º Dalai Lama. ¿Tenían razones para sospechar?

La vida de Agvan Dorzhiev (también Dorjiev) (1853-1938) fue larga e interesante, y durante esta dejó una profunda huella en la historia política de Asia Central a finales del siglo XIX y principios del XX, así como en el desarrollo del budismo en Rusia.

Nacido en 1853 en Jara-Shibit ulus (hoy en la República Rusa de Buriatia), Agvan se interesó por la religión desde niño. Su educación comenzó en el Shulutski datsan (monasterio universitario budista) de Buriatia. Hizo su primer peregrinaje a la edad de 19 años, a Mongolia y luego al Tíbet. Allí continuó su educación budista en el Monasterio de Drepung (uno de los “tres grandes” monasterios universitarios Gelug en el Tíbet) y, después de 12 años de estudios, recibió el título académico más alto de la escuela de budismo Gelug - Gueshe Lharampa.

Además de perfeccionar sus conocimientos religiosos, también aprendió seis idiomas y se convirtió en uno de los pocos extranjeros que lograron hacer carrera en el Tíbet, obteniendo el título de “Maestro de Filosofía Budista” (Tsanid-Hambo), y a mediados de la década de 1880 se convirtió en uno de los siete mentores del 13º Dalai Lama, Thubten Gyatso. Durante muchos años, hasta finales de la década de 1910, Agvan Dorzhiev fue uno de los asesores más cercanos del Dalai Lama, siendo su “compañero de debate” en filosofía y enviado oficial a Rusia.

¿Un espía ruso?

Agvan Dorzhiev

La presencia de un ciudadano del Imperio Ruso en el Tíbet no podía pasar desapercibida para los británicos en la India, que estaban interesados en aumentar su influencia sobre este territorio, que luchaba por la autonomía local a finales del siglo XIX y principios del XX. Los británicos creían que Dorzhiev era nada menos que un “agente ruso vestido de monje”, una suposición comprensible, teniendo en cuenta el enfrentamiento entre los imperios ruso y británico en Asia central (que se mantuvo durante la mayor parte del siglo XIX). Sin embargo, la realidad parece haber sido más compleja.

Los tibetanos temían que los británicos se anexaran el Tíbet, lo que pondría en juego la supervivencia del budismo. Por lo tanto, buscaron maneras de contrarrestar ese riesgo fortaleciendo sus contactos con otros países, incluida Rusia. En 1897, el Dalai Lama envió a Dorzhiev a Francia en una misión diplomática secreta, pero la visita resultó infructuosa, y a principios de 1898 llegó a San Petersburgo donde se reunió con el zar Nicolás II.

Según algunos relatos, el líder del Imperio ruso aceptó prestar cierto apoyo al Tíbet y, en 1901, el enviado del Dalai Lama regresó a Rusia, esta vez con otros seis representantes. “Cuando regresaron trajeron a Lhasa un suministro de armas y municiones rusas así como  (paradójicamente) un magnífico conjunto de túnicas episcopales rusas como regalo personal para el Dalai Lama”, escribió el oficial del ejército británico Frederick Spencer Chapman en 1940.

Agvan Dorzhiev saliendo del Gran Palacio de Peterhof después de su audiencia con el zar, 1901

El pan-budismo

Aunque los tibetanos pudieran haber tenido intereses puramente locales en jugar la “carta rusa”, algunos historiadores están seguros de que Dorzhiev tenía objetivos más amplios en mente como un movimiento pan-budista que fusionara a todos los budistas en un estado bajo la égida del Imperio ruso.

“En la década de 1890, Dorjiev comenzó a exponer la teoría de que el mítico reino de Shamba-la, un reino al norte del Tíbet cuyo rey salvaría al budismo, era en realidad el reino de Rusia... Con su mayor extensión física y en otras magnitudes, los budistas podían esperar una mayor seguridad en el Imperio ruso”, asegura Helen Hundley de la Universidad Estatal de Wichita (Kansas).

La contribución de Dorzhiev al subsiguiente fortalecimiento de los lazos entre Rusia, Mongolia y el Tíbet en la década de 1910 fue significativa, pero muchos expertos coinciden en que no era la marioneta de nadie, como se insinuaba en Occidente.  Panbudista dedicado, Dorzhiev se convirtió en una figura clave en el desarrollo del budismo en Rusia. Alentó el establecimiento de escuelas datsan, visitó las comunidades budistas del país y fundó el primer templo budista en San Petersburgo, que se abrió en 1915.

Después de la Revolución de Octubre de 1917, Dorzhiev continuó trabajando en mantener vivo el budismo hasta el comienzo de las represiones de Stalin. Había sido arrestado dos veces. En 1918 logró aprovechar sus contactos para escapar, pero fue encarcelado de nuevo en 1937, bajo cargos de espionaje, muriendo un año después, a la edad de 85 años. Aunque su visión de un gran mundo budista nunca se materializó, todavía se le recuerda como un gran diplomático y un hombre santo que contribuyó de forma duradera al desarrollo del budismo y a los lazos entre Rusia y el Tíbet.

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