La provincia de Tambov era una de las más prósperas del país durante la época del Imperio. El campesinado de esta zona era uno de los más ricos. Sin embargo, cuando los bolcheviques abolieron el libre comercio y comenzaron a confiscar pan para las “necesidades de la Revolución”, se produjo una crisis y llegó el hambre.
Entonces los campesinos locales tomaron las armas e iniciaron una guerra partidista. Se llamaron a sí mismos “los Verdes” y se opusieron tanto a los Rojos como a los Blancos.
En su apogeo, la rebelión de Tambov contó con más de 50.000 hombres. Formaron dos ejércitos y controlaron enormes territorios al sur de Moscú.
Conscientes del peligro de la situación, los líderes soviéticos convocaron a todas las fuerzas posibles para reprimir la rebelión. Reunieron 55.000 soldados y con ayuda de la aviación, la artillería y coches y trenes blindados atacaron a los insurrectos.
Fue la primera vez en la historia en la que el ejército usó gas venenoso contra su propio pueblo. Además, hubo una fuerte represión contra las familias de los rebeldes. En el verano de 1921 la rebelión estaba prácticamente controlada y su líder, Alexánder Antónov, que se escondía en los bosques, fue asesinado durante una operación especial al año siguiente.
Este levantamiento de marineros contra el dominio bolchevique tuvo lugar en la base de la Flota Báltica, en Kronstadt y causó una profunda impresión a los dirigentes soviéticos. “El orgullo y la gloria de la Revolución”, así era como Lev Trotski llamaba a los marineros, que eran el núcleo más fiable de las fuerzas revolucionarias. Si los más confiables podían traicionar la causa, ¿qué esperar de los demás?
Los marineros exigieron el cese de la dictadura bolchevique y la restauración de las libertades políticas de todos los movimientos socialistas. Al igual que los campesinos de la región de Tambov, los marineros (que a su vez procedían principalmente del campesinado) exigían el restablecimiento del libre comercio.
El Ejército Rojo llevó a cabo dos importantes ataques contra la base, que causaron miles de víctimas en ambos bandos y el final del levantamiento. 8.000 insurrectos lograron huir a Finlandia.
El levantamiento fue seguido por la represión, durante la cual más de 2.103 personas fueron ejecutadas y 6.459 sentenciadas a prisión.
Sin embargo, la rebelión de Kronstadt logró, en parte, su objetivo. Apenas tres días después de su supresión, se introdujo en el país la Nueva Política Económica, que permitía el libre comercio y pequeñas empresa privada.
Hubo más de 30.000 reclusos que participaron y fue el levantamiento más grande y de mayor duración en la infame historia del gulag. Comenzó en Gorlag, un campo de prisioneros políticos, no lejos de la ciudad siberiana de Norilsk.
Las razones del levantamiento fueron las bajas raciones de alimentos, la agotadora jornada laboral de 15 horas y la crueldad de las autoridades del campamento. La gota que colmó el vaso fue el disparo con un rifle de asalto que hizo un guardia contra un grupo de reclusos.
El levantamiento duró 70 días y fue como una huelga: los prisioneros organizaron su autogobierno, sabotearon el trabajo, exigieron mejores condiciones de vida y un cambio en la dirección del campo.
La represión fue brutal y armada. 150 reclusos fueron asesinados. Poco después se cerró el campo.
A principios de la década de 1960 el fracaso de la política económica en la Unión Soviética provocó escasez de mercancías y precios altos, así como un deterioro significativo de las condiciones de trabajo. Se realizaron protestas en muchas ciudades, una de las cuales terminó en tragedia.
Más de 5.000 manifestantes, principalmente trabajadores de fábrica de locomotoras eléctricas, se reunieron en la ciudad sureña de Novocherkassk el 1 de junio de 1962. Los llamamientos a la dispersión no surtieron efecto y las autoridades enviaron los tanques, lo que indignó aún más a la población.
Al no haber logrado detener a la multitud que se dirigía hacia la administración de la ciudad, la policía abrió fuego contra la gente, matando a 26 personas e hiriendo a otras 87.
Los líderes soviéticos ordenaron ocultar el incidente. Los cuerpos de las víctimas no fueron entregados a los familiares y fueron enterrados durante la noche en diferentes cementerios alejados de la ciudad.
Siete personas fueron acusadas de gangsterismo y ejecutadas, mientras que 105 fueron encarceladas durante 10-15 años.
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