Cómo una ‘flota de lunáticos’ rusos estuvo a punto de desatar una guerra con Gran Bretaña

Historia
BORÍS YEGÓROV
El gran error de unos marinos rusos puso a su país al borde de la guerra contra el Imperio británico en 1904. Esto, a su vez, podría haber llevado a que los dos países nunca se convirtieran en aliados, por lo que el resultado de la Primera Guerra Mundial podría haber sido muy diferente.

Durante la guerra ruso-japonesa, una escuadra naval rusa pudo ciertamente ser bautizada como “flota de los condenados” porque su destino era ser prácticamente borrada de la faz de la Tierra durante la batalla de Tsushima. Además, en su camino hacia este desafortunado enfrentamiento, el escuadrón casi inicia una guerra con Gran Bretaña.

El 2 de octubre de 1904, el Segundo Escuadrón del Pacífico dejó los puertos bálticos de Rusia y se dirigió al Lejano Oriente. Más de 30 buques de guerra habían sido enviados para luchar por el honor y los intereses del Imperio ruso.

Sin embargo, antes de llegar a su destino, los marinos rusos causaron el llamado incidente del banco Dogger, que casi hizo que Gran Bretaña declarara la guerra a Rusia.

Un viaje enervante

La flota rusa tuvo que recorrer un largo camino alrededor de Europa para llegar a Asia. Antes de la partida, se advirtió a los comandantes que submarinos y buques de guerra japoneses, incluso camuflados como mercantes, podían atacarles en cualquier momento durante el viaje.

Desde el principio, las tripulaciones estuvieron preparadas para entablar combate, y en cada barco que pasaba cerca de ellos, los marineros rusos veían a un enemigo potencial. “Todo el tiempo, los oficiales buscaban luces apenas visibles en el horizonte, y cualquier señal de barcos sospechosos”, recordó Vladímir Kostenko, un oficial del Oriol, un acorazado.

Esta angustia creada por la perspectiva de recibir un ataque en el momento menos esperado infectó no sólo a los oficiales, sino también a toda la tripulación. “Los marineros usaban cualquier excusa para hablar con los oficiales sobre el tema, que se terminó apoderando de todo el barco”, escribió Kostenko.

Cuando la flota pasó por Dinamarca, un barco reportó que habían avistado dos globos japoneses. Aunque esta información nunca fue confirmada, hizo aumentar el nivel de ansiedad significativamente.

Error fatal

La tensión que consumía a las tripulaciones finalmente encontró una inesperada liberación, cuyas consecuencias aterrorizaron a los propios marineros.

Durante la noche nublada del 21 de octubre, el escuadrón entró en el área del banco Dogger de la costa inglesa, donde se encontraron con un grupo de naves desconocidas que los rusos confundieron con torpederos japoneses. Las naves imperiales abrieron fuego de forma frenética.

El caos engulló a las naves de guerra. En la oscuridad más completa, los focos se encendieron al azar en todas las direcciones. Además de disparar sus grandes cañones, también desataron fuego de ametralladora, como si el enemigo tratase de atacar los barcos rusos, lo que no sucedía en absoluto.

“Recibimos nuestro bautizo de fuego, pero no sabíamos contra quién estábamos luchando”, escribió Kostenko.

Los rusos pronto se dieron cuenta de su error. Los “torpederos japoneses” eran en realidad barcos de pesca británicos. Como resultado de la “batalla”, un arrastrero resultó hundido, siendo cinco más dañados. Dos pescadores resultaron muertos y seis heridos.

Las fuerzas rusas también sufrieron pérdidas. El futuro símbolo de la Revolución rusa, el crucero Aurora, fue alcanzado por fuego amigo, hiriendo letalmente a un sacerdote a bordo.  

Gran Bretaña se prepara para la guerra

La sociedad británica se indignó por el incidente, y la prensa local ridiculizó a los rusos llamándoles “piratas” y “flota de lunáticos”, exigiendo la entrega de los oficiales responsables.

“Es casi inconcebible que cualquier hombre que se haga llamar marinero, por muy asustado que esté, pueda pasar veinte minutos cañoneando una flota de barcos de pesca sin descubrir la naturaleza de su objetivo”, escribió el Times.

Cerca de 30 barcos de la Marina británica recibieron órdenes de prepararse para la guerra, mientras que otra unidad naval, liderada por el crucero HMS Lancaster, partió tras los barcos rusos que se encontraban en el puerto español de Vigo, y luego los siguió de cerca hasta las islas Canarias.

“Nos vimos obligados a tolerar silenciosamente la insultante ‘escolta’, y los marineros no pararon de soltar improperios mientras observaban el comportamiento desafiante de los ingleses”, escribió Kostenko.

De esta manera, las relaciones entre los dos países alcanzaron su punto más bajo en los últimos 20 años.

Solución pacífica

Para evitar la guerra, Rusia y Gran Bretaña se sentaron a la mesa de negociaciones y se estableció una comisión internacional independiente para investigar el incidente.

Los resultados de casi dos meses de trabajo, sin embargo, fueron tan vagos que no satisficieron ni a los británicos ni a los rusos. Se proclamó que Rusia era responsable de la muerte de los marineros. Por otro lado, las acciones de los marinos rusos se justificaron por la situación, dado que se esperaba un posible ataque.

Finalmente, el conflicto se resolvió cuando Rusia aceptó pagar a los pescadores británicos una indemnización de 66.000 libras esterlinas.  

Ambos países lograron evitar la guerra, pero lo más importante fue que, dos años después, firmaron la Convención Anglo-Rusa y se convirtieron en aliados cercanos, gozando de una asociación estratégica durante más de una década, hasta que la monarquía cayó en Rusia en 1917.

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