Las razones que explican las espectaculares victorias rusas en Europa durante la Segunda Guerra Mundial se remontan a una batalla poco conocida pero significativa que tuvo lugar en Asia dos años antes de que Adolf Hitler invadiera la Unión Soviética.
En agosto de 1939, pocas semanas antes de que Hitler y Iósif Stalin invadieran Polonia, la Unión Soviética y Japón libraron una enorme batalla de tanques en Jaljin-Gol, en la frontera con Mongolia. Fue la mayor batalla blindada del mundo hasta ese momento.
Jaljin-Gol cambió dramáticamente el curso de la Segunda Guerra Mundial y de la historia. Perseguidos por su aplastante derrota, los japoneses rompieron sus planes de anexionarse el Lejano Oriente ruso y Siberia. En lugar de eso, decidieron que sería más fácil expandirse hacia el Pacífico y el sudeste asiático. El resultado: Pearl Harbor y la invasión japonesa de las colonias asiáticas de Europa.
Sondeos y contraataques
Si algún día tienes la oportunidad de viajar en el tiempo, intenta evitar Rusia en 1917. Allí estaban ocurriendo cosas realmente terribles: la caída del zar, la Revolución bolchevique y una guerra civil en un territorio de tamaño continental. Todo esto en medio de una guerra mundial durante la cual el ejército alemán estuvo a tan solo 500 km de San Petersburgo. (Sí, esto fue antes de que reaparecieran en ese mismo lugar más tarde, en la Segunda Guerra Mundial).
Al ver a su gigantesco vecino en apuros, los japoneses ocuparon sus provincias del extremo oriental y partes de Siberia en 1918. Sin embargo, la aventura japonesa no duró mucho. Para 1922, los comunistas se habían unido y forzaron a Tokio a retirarse de esos territorios.
Pero en 1931 Japón regresó, ocupando Manchuria, donde establecieron el estado títere de Manchukuo. Esto era bastante alarmante desde el punto de vista de los rusos porque el ferrocarril transiberiano, su único enlace con el Lejano Oriente ruso, estaba ahora a sólo una tenaza de distancia del territorio controlado por los japoneses.
Otro factor que hizo esperar lo peor fue el pacto anticomunista firmado en 1936 entre Alemania y Japón, al que más tarde se sumaron otros países, como Italia, España, Turquía, Croacia, Hungría y Finlandia.
Los motivos y temores de Japón
Los japoneses tenían razones de peso para expandirse hacia Asia. Uno, todavía se vivía en la era de los imperios. Si los nazis hablaban de Lebensraum (espacio de vida extra para los alemanes de ojos azules) en el oeste, en el otro lado del mundo Japón estaba vendiendo su Esfera de Coprosperidad de la Gran Asia Oriental, un eufemismo para su propia versión del Lebensraum.
El segundo factor eran los recursos naturales, incluido el petróleo. El Lejano Oriente de Rusia, por ejemplo, estaba poco habitado, poco defendido y abundante en recursos; simplemente era demasiado tentador.
Siendo potencias del Pacífico, Rusia y Japón habían sido rivales durante décadas. En la guerra ruso-japonesa de 1905, Japón había hundido toda una flota rusa que había navegado de forma precipitada alrededor del mundo desde el mar Báltico. Japón también había ocupado Vladivostok durante la guerra civil rusa.
Pero para la década de 1930, Rusia había resurgido. El Estado Mayor Imperial de Tokio estaba particularmente preocupado por la amenaza que representaban los submarinos soviéticos para la navegación japonesa, junto a la posibilidad de que los bombarderos soviéticos con base en Vladivostok pudieran atacar el interior de Japón.
Japón tenía dos opciones estratégicas. El Grupo de Ataque del Norte del Ejército japonés quería apoderarse de Siberia hasta el lago Baikal, por sus recursos. El Grupo de Ataque del Sur (apoyado por la Armada Japonesa) buscaba las ricas tierras del sudeste asiático, que se encontraban bajo el inestable dominio de potencias europeas efímeras como Gran Bretaña, los Países Bajos y Francia.
Ataque en China y Mongolia
El Grupo de Ataque del Norte prevaleció. En 1937, los japoneses, convencidos de que la purga de Iósif Stalin de 1935-37 había dejado KO al cuerpo de oficiales soviéticos, entraron en China. El país estaba en medio de una guerra civil y realmente no ofreció mucha resistencia. Las fuerzas invasoras se apoderaron rápidamente de Shanghái y Nankín, donde mataron a millones de civiles chinos.
Los rusos, temiendo el cerco de Japón y Alemania, actuaron con rapidez. En 1937, 450 pilotos y técnicos, más 225 aviones de combate fueron enviados a China.
Jaljin-Gol: Zhúkov hace acto de presencia
Pero el verdadero gran juego de apuestas estaba a punto de desarrollarse en las estepas mongolas. Durante julio y agosto de 1938, Japón y Rusia se enfrentaron repetidamente en las fronteras entre Mongolia (un aliado soviético) y Manchuria. Después de duras batallas por tierra y aire, los japoneses finalmente se decidieron por un choque total. Eligieron para ello una zona remota en el Jaljin-Gol, río entre Mongolia y Manchuria. En mayo de 1939, los japoneses ocuparon la zona alrededor de la aldea de Nomonhan, con la esperanza de desafiar a Rusia. El ejército japonés confiaba en que su fuerza de ataque golpearía al enemigo “como una cuchilla de carnicero desmembrando un pollo”.
El mando de las fuerzas soviéticas recayó en un general relativamente desconocido que había escapado de las sangrientas purgas de Stalin por pura casualidad. Este era el comandante de 42 años de edad, Gueorgui Zhúkov. A mediados de agosto, Zhúkov había logrado formar un ejército de 50.000 soldados, 216 piezas de artillería y 498 vehículos blindados, incluidos tanques. El apoyo aéreo sería proporcionado por 581 aviones.
A las 5 de la mañana del 20 de agosto de 1939, Zhúkov atacó. Comenzó con 200 bombarderos soviéticos golpeando las posiciones japonesas. Cuando los bombarderos se retiraron, comenzó un bombardeo masivo de artillería que duró casi tres horas. Mientras tanto, los aviones se prepararon para un segundo bombardeo. Finalmente, Zhúkov ordenó a la artillería que lanzara un ataque de 15 minutos contra las concentraciones de tropas japonesas.
“Los japoneses se acurrucaron en sus trincheras bajo el mayor bombardeo al que ellos o cualquier otra unidad japonesa habían sido sometidos jamás”, escribe Stuart D. Goldman en su libro Nomonhan, 1939. La victoria del Ejército Rojo que dio forma a la Segunda Guerra Mundial. “La artillería lanzaba dos o tres disparos por segundo. La tierra y el cielo temblaban”.
Con su propia artillería fuera de combate, los japoneses estaban indefensos ante los tanques lanzallamas, a los que un oficial japonés describió como “escupiendo dardos rojos como las lenguas de las serpientes”. Un comandante de la artillería japonesa describió el bombardeo como “los gongs del infierno”.
El efecto, físico y psicológico, fue demoledor. El desenlace llegó cuando los soldados japoneses, sacudidos por los proyectiles, se quedaron sin agua y en su desesperación bebieron el sucio líquido de los radiadores de sus vehículos militares, inmovilizando así los vehículos.
Lo que siguió fue un asalto combinado. La infantería soviética atacó el centro japonés y los blindados rodearon los flancos japoneses. El 11º día de la batalla la fuerza japonesa fue diezmada y rodeada. Unas pocas unidades japonesas lograron escapar del cerco, pero las que quedaron fueron rematadas mediante ataques aéreos y de artillería.
El 16 de septiembre se declaró fin a la guerra no declarada.
Cambiando el curso de la historia
Jaljin-Gol tuvo dos resultados importantes. Primero, aseguró el patio trasero de Rusia. El ejército imperial japonés se dio cuenta de que había subestimado seriamente a los rusos. Nunca más amenazaría a Rusia. Y, de hecho, cuando Alemania atacó, los japoneses a pesar de la tentación y las presiones de Hitler, se mantuvieron alejados de molestar a la URSS.
Zhúkov se aseguró de que Alemania y Japón nunca tuvieran la oportunidad de unir sus áreas conquistadas a través de Rusia. El sobrecargado Ejército soviético fue capaz de concentrar sus fuerzas en un solo frente. Pudieron mover 15 divisiones de infantería, tres divisiones de caballería, 1.700 tanques y 1.500 aviones desde Lejano Oriente al frente europeo. Disponer de estos refuerzos cambió el curso de la batalla de Moscú en 1941.
La batalla catapultó a Zhúkov a las primeras filas de los jefes soviéticos. Varios de sus compañeros de trinchera en Jaljin-Gol más tarde se convirtieron en destacados comandantes en tiempos de guerra. S.I. Bogdánov, jefe de Estado Mayor de Zhúkov, dirigió el 2º Ejército de tanques de la Guardia, una de las formaciones mecanizadas de élite que jugó un papel importante en la derrota de Alemania.
Jaljin-Gol demostró la viabilidad de las tácticas militares rusas. Un año después de expulsar a los alemanes de Moscú, Zhúkov planificó y ejecutó su ofensiva en la batalla de Stalingrado, utilizando una técnica similar a la de Jaljin-Gol. En esta batalla, las fuerzas rusas mantuvieron al enemigo en el centro, crearon una masa de fuerza en la zona, sin ser detectada, y lanzaron un ataque de pinza para atrapar a los alemanes.
De hecho, Stalin estaba tan confiado que el 17 de septiembre de 1939, un día después de que terminaran las hostilidades en Jaljin-Gol, viajó a Polonia.
En segundo lugar, los planificadores de guerra japoneses comenzaron a considerar que las posesiones coloniales británicas, francesas y holandesas en el sudeste asiático ofrecían mayores perspectivas de expansión. Mientras los ejércitos europeos estaban siendo duramente golpeados por Alemania, el Grupo de Ataque del Sur entró a matar y se apoderó de las colonias occidentales una a una. Su victoria más espectacular sucedió en la batalla de Singapur, donde derrotó a 135.000 soldados británicos. La humillación de los oficiales y soldados británicos frente a los pueblos asiáticos desempeñó un papel fundamental para acabar con el colonialismo en Asia.
El cambio de estrategia de Japón también lo llevó de cabeza a la guerra con Estados Unidos, comenzando con el brillante (aunque en última instancia contraproducente) ataque a Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941.
El resto, como dicen, es historia.
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